Nos echamos las manos a la cabeza, y nos rasgamos las vestiduras ante el horror de una guerra cercana, noto a muchos medios sorprendidos e indignados con el tema (el tema tiene bemoles por supuesto), pero no entiendo el alboroto.
¿De que nos sorprendemos?, ¿ante que nos indignamos?, ¿usted se compraría un coche solo para mirarlo?, hay de todo, pero la respuesta seguramente es que con el dinero que cuesta, un coche se compra para usarlo.
A fecha de hoy, se lleva gastado en el conflicto Yugoslavo algo así como 600.000 millones de pesetas (estimación aproximada), a ver si somos capaces de extrapolar cifras y sospechar, solo sospechar lo que una organización como la OTAN puede llegar a gastar cada año en armamento. ¿Puede haber alguien tan inocente que piense que este armamento se fabrica y se compra para exhibirlo como Arte Moderno en los cuarteles?.
Aclarado el punto hipócrita del asunto, vamos a lo humano, que además es lo que importa, pues lo divino no nos asiste.
Estamos una vez mas ante una muestra de falta de respeto a nuestros semejantes, en 2000 años no hemos sido capaces de aprender de nuestros errores, no creo sinceramente que lo logremos en otros 2000, pero quiero aprovechar para poner de manifiesto si es que alguien no lo ha notado ya, la inutilidad de llegar a las armas, familias destrozadas, infraestructuras destrozadas, ilusiones arruinadas, esto es la guerra, destrozo y ruina, y la última pregunta no es quien gana, la última pregunta es ¿quién pierde?.
La respuesta, «los de siempre», y esto es importante que lo aprendan los niños en el colegio, que lo aprendan los líderes que ven en los nacionalismos mal entendidos, y en los fundamentalismos una tentación de poder, que lo aprenda Pinochet, que lo aprenda Clinton, Aznar, Blair, Milósevic y sobre todo que se lo aprendan «los de siempre».
Que de una vez nos demos cuenta que formamos parte de un todo, que nuestros semejantes nos rodean siempre, y que tenemos que respetarlos, tengan el color que tengan, sean de la raza que sean, e incluso perteneciendo a especies distintas a la humana.
Lo más penoso es que algunos líderes lo tengan tan fácil, y que puedan levantar a un pueblo en armas con «hechos diferenciales» tan poco substanciosos como hablar una lengua distinta, o tener un color de piel distinto, cuando todos entendemos el significado de una caricia que es lenguaje universal, incluso el animal mas inocente.
Es necesaria la cultura, como madre de un pensamiento libre, que llevará a cada individuo a un respeto íntimo hacia el entorno, sin esta premisa, las democracias modernas, continuarán gastándose el dinero en armas para aplastar al «malo de turno», y hacer subir el Dow Jones que de vez en cuando se aletarga.
Es necesario exigir a nuestros gobiernos, cultura, información, libertad, y hacer impopular las guerras, para que así de forma gradual, los fondos para armamento vayan siendo desviados poco a poco hacia fines más inteligentes, de lo contrario dentro de 2000 años (siendo muy optimista), alguien tan cabreado con la intolerancia como yo, escribirá algo muy parecido a esto:
Moraleja: Una vez mas los seres humanos tenemos lo que nos merecemos.
JCV99