por una burguesía emergente que creía que sustituyendo la historia ùpocos pueblos han contribuido tanto como el vasco a la formación del concepto de lo españolù por la impostura se beneficiarían en exclusiva de la riqueza regional. Arana pergeñó una doctrina prenazi hirviente de barbaridades (le parecía preferible "que se pierda el euskera a que lo aprenda un ½maketo+"), sin el menor asomo de rigor científico y trufado de ingenuismo rural, eclesiástico y patriarcal; con ayuda de su hermano ùotro ½prenda+ que obligó a su mujer, creo recordar que aragonesa, a euskaldunizar sus apellidos, es decir a caricaturizar ridículamente sus nombresù reescribieron la historia, se inventaron una bandera ùcaricaturizando, también, la Union Jack británicaù, etcétera. Un individuo, en fin, que, que de haber tenido poder hubiera palidecido a Hitler en sus tiempos y a Milosevic en éstos.
Para hoy, el PNV ha encontrado en Xabier Arzallus, un ex jesuita que abomina de las urnas y que dirige en la sombra y de manera autoritaria su partido y el Gobierno autonómico, un epígono que calienta los huesos de Arana en su tumba. Con la franqueza brutal que al ex soldado de Cristo y líder del Partido Nacionalista Vasco le gusta gastar se puede definir a Arzallus que ansía pasar a la Historia como padre de la Patria Vasca en vez de en su verdadera condición de cura rebotado y trabucaire. Es patético, pero humanamente comprensible. Aunque buena parte del pueblo vasco quizá prefiriera que pasara a la Historia en vez de como inductor de violencias y padre del desgarramiento de la sociedad, como el primer enterrado vivo que siguió en el récord hasta entregar a Dios su alma.
Pero toca jugar con las cartas que se tienen en la mano y las que están repartidas son las de un demagogo que ha manipulado todos los gobiernos autonómicos: echó a Carlos Garikoetxea de la lehendakaritza para poner a uno de los políticos más grises de la historia, José Antonio Ardanza, en cuyo triste haber político están los centenares de personas asesinadas por ETA, y ahora ha colocado a Juan José Ibarretxe, el incógnito, que parece estar de ejercicios espirituales en la clandestinidad desde que fue elegido lehendakari, y que sólo sale de ellos para mantener conversaciones inútiles con los partidos constitucionalistas, en la vana esperanza de convencerlos de las ventajas de abjurar de la Constitución y el Estatuto democráticos para sumarse y dejarse guiar por el terrorismo providencial de ETA y sus cómplices. Arzallus ha reducido el Gobierno de todos los vascos a un apéndice de su mando, ha inutilizado a Ibarretxe como ha hecho con la Ertzantza, con la que espió a Garaikoetxea y que es incapaz de detener el terrorismo de baja intensidad -que es fascismo de alta densidad- y ha anulado el Pacto democrático de Ajuria Enea para entronizarse a sí mismo en el acuerdo antidemocrático de Estella/Lizarra, negociado con ETA y vigilado estrechamente por la banda asesina.
Cuando el pasado día 12 el Gobierno autonómico vasco se sumó durante cinco minutos a la huelga nacionalista, alcanzó cotas de ridículo dignas de récord Guinness, que como se sabe recopila las marcas más estúpidas de este mundo. Quizá es que la traición está en la esencia nacionalista: en la guerra civil trataron de negociar con el fascismo mussoliniano el retirarse del bando republicano a cambio de la independencia, que respondió como les responden hoy las instancias internacionales: con la puerta en las narices y la recomendación de que utilicen la gran libertad de que se goza en España para contribuir a construir el futuro de Euskadi, de España y de Europa, en vez de dedicarse a la estéril, violenta, divisora tarea de dinamitar el presente.
No sé si aprenderán. Me parece que no. La manifestación nacionalista del pasado día 9 en Bilbao fue surrealista. Decían, el inexistente y ridículamente huelguista Gobierno autonómico también, que era por la paz en Euskadi, pero el desahogado Otegi, el orondo líder de Eusko Herritarrok, añadía que contra la "política agresiva" de Francia y España. Y antes del parto, en el parto y después del parto de la manifestación, su miserable ejército de camisas pardas continuaba el programa de gobierno nacionalista: limpieza étnica a bombazos. A no ser que la imbecilidad sea infinita, no creo que esperen que el terror les abra las puertas de la ONU y la UE, pero parecen convencidos de que les asegura que la victoria en las elecciones municipales será del partido único, el del fascismo nacionalista.
El ejemplo de Milosevic es una desgracia de la que, por lo visto, aprende cualquier bobo de este mundo, Arzallus incluido. Tendrán que aprender también del sino que aguarda al sátrapa. A todos los sátrapas. Ya veremos el precio que tenemos que pagar los vascos y el resto de los españoles.
Un ejemplo maléfico que incluso arraiga en otro de los nacionalismos españoles, el catalán, que en general ha sido más civilizado, primero porque así es Cataluña, y después, porque ha contado con un líder más presentable en sociedad internacional: Jordi Pujol. En vez de aprovecharse políticamente del terrorismo asesino, supo desactivarlo e incorporarlo a la lucha democrática, pero también es humano: lleva media vida en el Gobierno de la Generalitat, su época toca su fin y siente inquietud, por lo que a veces el envite le parece poco y lanza órdagos. El magnífico poeta Félix de Azúa escribió un artículo magistral para recomendarle a Pujol que se cuidara de los síntomas de hooligan que, como Arzallus, comienza a traslucir.
Pero es un inútil combate: el candidato a la alcaldía de Barcelona, Joaquín Molins, de familia burguesa enriquecida con el cemento en el fraquismo, que era un digno y razonable portavoz del Grupo catalán del Congreso de los Diputados, aprovecha la guerra, su precampaña y la fantasía de su cabeza y se pone feroce para declarar que, como catalán se siente kosovar. A ver si cuela. Pues no, señor Molins, señor Arzallus, hasta ahí no llegamos: ustedes, como todos los nacionalistas excluyentes, hacen de serbios. Los kosovares somos todos los demás, los ciudadanos de cualquier origen y buena voluntad. No les quepa duda. La Historia se lo confirmará.
