Es tradicional que, además de adelgazar el continente, adelgace también el contenido, o, más propiamente, la calidad del contenido. Es entonces cuando hacen su aparición lo que en el gremio llaman serpientes de verano, aquellas que, como las que tratan sobre el famoso monstruo del Lago Ness, terminan de rellenar las páginas mínimas que es preciso editar para que el diario no parezca una octavilla clandestina, porque la sequía informativa provocada por las vacaciones no produce material más consistente.
Por esto, este mes de Agosto de 1999 está resultando de lo más insólito, por la abundancia de noticias importantes que se producen en muchos ámbitos y muy diversos. Pero hoy no hablaré de lo que ocurre en Venezuela, ni en Colombia, ni de las maniobras alrededor del siniestro Pinochet, ni de las «opiniones» de sus colegas los fiscales españoles de la Audiencia Nacional, ni de Irlanda del Norte, ni de Euzkadi, ni siquiera de las maniobras de un oscuro personaje, su partido y algunos concejales elegidos en las listas del PSOE en las ciudades aut¢nomas de Ceuta y Melilla.
Si voy a hacerlo sobre la eclosi¢n de noticias sobre las actividades pol¡ticas de los integristas cristianos norteamericanos, equivalentes sin matices a los talibanes isl micos, agrupados en algo que llaman Coalici¢n Cristiana, que no resultan como para dejarnos realmente tranquilos. No me refiero a los hechos antisemitas protagonizados por un brutal desequilibrado miembro de una de las organizaciones de extrema derecha armadas hasta los dientes que hay por all¡, sino de la mayor¡a de los miembros de la C mara de Educaci¢n del estado de Kansas, seis sobre diez, que han decidido implantar la tesis creacionista, es decir todo aquello de los siete d¡as, Ad n, Eva, la serpiente y la manzana, como la onica verdad demostrada de la creaci¢n del ser humano; en el de Alabama han obligado a incluir en los libros escolares de ciencias la advertencia de que la evoluci¢n s¢lo es una «hip¢tesis controvertida, no demostrada»; en Nebraska y en Nuevo M’xico el tema est en los tribunales, etc.
Todo esto se ha conocido los mismos d¡as que los discursos de Pat Robertson, presidente de la citada coalici¢n fundamentalista, dando su apoyo a una moci¢n del senador republicano Bond para que deje de ser ilegal el asesinato pol¡tico de los «enemigos», argumentando temas de ahorro tipo «si se hubiera dado muerte a su debido tiempo a Sadam Hussein, no hubiera sido necesario gastarnos tanto dinero enviando tropas al Golfo», y otros del mismo estilo. Parece adecuado contar una peque_a an’cdota, de la que el personaje en cuesti¢n fue uno de los protagonistas, que estoy seguro que no la conoce ni ‘l. El verano del a_o pasado un grupo de personas realiz¢ la ascensi¢n a la cima de Mount Rushmore (Dakota del Sur), el lugar donde est n esculpidas en piedra en la ladera de la monta_a las monumentales cabezas de cuatro presidentes, Washington, Jefferson, Lincoln y Roosevelt (Theodore), obra de Butzon Borglum, para una ceremonia de homenaje al escultor y activista, organizada por su propia familia y algunas instituciones. Despu’s de la escalada, alguien que hab¡a participado en la misma supo que aquel hombre que hab¡a estado detr s de ella durante toda la ascensi¢n, era ni m s ni menos que el famoso presidente de la poderosa Coalici¢n Cristiana, el mismo que ahora defiende esta clase de proposici¢n tan «propia» de la doctrina que ellos dicen profesar (alguien, ahora mismo no recuerdo quien, les llama «los que est n en el negocio del ‘no morir s nunca’ «). Entonces record¢ con frustraci¢n aquel viejo chiste de Franco y «la Virgen del empuj¢n» (una traducci¢n literal de un juego de palabras catal n, «Mare de D’u de l’Empenta», que no tiene equivalente en castellano), que cuenta que estaba el dictador balance ndose con su coche al borde de un precipicio, pidiendo ayuda a gritos a la Virgen del Pilar, y vio aparecer por el aire a una Virgen. «Gracias, Virgen del Pilar», le dijo, y la aparici¢n le contest¢ «No soy la Virgen del Pilar, soy la Virgen del Empuj¢n», y zas !. Quiz s fuera un buen momento para contarle esta an’cdota a ‘l mismo, como me la cont¢ a m¡ el otro «protagonista», a ver si es capaz de entender que, si alguna vez se legaliza el asesinato «higi’nico» de enemigos, que por lo general son l¡deres radicales de todos colores, como ‘l mismo, cualquier d¡a de estos le puede tocar la loter¡a.
S¢lo hace falta que uno de los muchos que consideran que son ‘l y los suyos quienes son firmes enemigos del modo de vida americano y las libertades democr ticas, convencido por la bondad de sus propios argumentos, se lo lleve por delante. Esta vez de verdad.