Para dar fuerza a estas presiones se usan datos anecdóticos sobre el controvertido personaje, concretamente sus repetidas manifestaciones tratando de minimizar los crímenes del Tercer Reich alemán, incluida una en la que hacía referencia a la política de empleo de aquel régimen, que, a pesar de que unos días después la matizó – ofreciéndose incluso a retirarla -, le costó el cargo de gobernador de Carintia del que tuvo que dimitir. No sé como las tengo que catalogar porque no acabo de captar el alcance de las distintas varas de medir que al parecer usan estos altos mandatarios, que me hace pensar que más bien deben ser residuos de la división europea en bandos de la segunda guerra mundial. Procedamos con un cierto orden, porque el tema es suficientemente complejo y rodeado de espinas de todas clases como para que sea necesario tocarlo sólo con pinzas.
Existe una zona oscura para todo lo que se refiere a las ideas que sectores más o menos amplios de opinión consideran susceptibles de ser prohibidas. Es un terreno peligroso, una puerta de aquellas que la sociedad constituida en estado de derecho tiene muchos escropulos en dar el paso de cruzarla, y acaba dejando en manos de los tribunales de justicia determinar si los actos, m s que las palabras, constituyen o no un delito. Existe tambi’n una especie de cinismo bastante extendido entre los distintos grupos pol¡ticos que les hace afirmar con la boca abierta, argumentando contra los sermones ideol¢gicos de los grupos partidarios de formas de acci¢n violentas, que todas las ideas pueden ser defendidas pol¡ticamente. Pero al parecer eso s¢lo vale si los que defienden segon que postulados se limitan a ejercer un papel menor, testimonial, como florones que remachan el clavo de que all¡ existe un aut’ntico estado de derecho donde tienen voz todas las opciones, incluidas las m s arrebatadas. En el caso que me ocupa esta semana y me sirve para formular estas reflexiones el partido del se_or Haider es legal y puede presentarse sin problemas a las elecciones, pero con la condici¢n t cita de que no las gane o no alcance posici¢n alguna con suficiente fuerza como para llevarlo a participar del gobierno. Entonces, +de qu’ le sirve la legalidad si a la hora de la verdad tiene vedado el principal objetivo de cualquier partido, que es gobernar? Es, como m¡nimo, otra paradoja.
+Entonces qu’? ¨Quiz s ser¡a necesario prohibir la actividad de algunos partidos? El problema es el de todas las prohibiciones y censuras, su misma existencia, porque +qui’n va a decidir la lista de los malditos? Para los centralistas de cualquier estado, por poner un ejemplo, ya se sabe que los «separatistas», y as¡ sucesivamente. ¨Quiz s pudiera limitarse a la prohibici¢n de partidos que de forma comprobada han derivado a practicar comportamientos criminales contrarios a los derechos humanos m s elementales?
El petimetre del bigote y la sonrisa tenebrosa usa como argumento de la campa_a electoral de aqu¡ y ahora el anticomunismo, y Frutos, el l¡der electoral de IU, se declara orgulloso de ser comunista, como siempre, dice. Si nos tomamos en serio los actuales alaridos contra Haider casi le tendr¡amos que dar la raz¢n, porque si algo se parece a los criminales campos de concentraci¢n nazis son los criminales campos de concentraci¢n comunistas, y, por lo mismo, no existe diferencia entre estar orgulloso de ser lo uno o lo otro. Pero al mismo tiempo todos podemos recordar los elogios de las m s altas jerarqu¡as del PP a la no menos criminal dictadura franquista, aliada de los mism¡simos nazis, y su negativa a condenar el golpe de estado anticonstitucional que provoc¢ la guerra civil y nos conden¢ a casi cuarenta a_os seguidos de secuestro de nuestras libertades de todo tipo, y ningon mandatario europeo reclam¢ nada de nada cuando este partido accedi¢ al poder en nuestro pa¡s, con fascistas tan notorios en el gobierno como la ministra Mariscal de Gante y sus ac¢litos de la fiscal¡a general del estado (por poner s¢lo un ejemplo), ni hemos visto dimitir a Fraga despu’s de sus oltimos y recientes elogios a Franco y su sangrienta dictadura, sin que el pseudo-dem¢crata Aznar dijera ni mu. Por no hablar de la pinza protectora de fascistas asesinos entre el gobierno brit nico y el espa_ol en el caso Pinochet.
Ya me gustar¡a tener la piedra filosofal, pero lo cierto es que no tengo ni idea de c¢mo hay que resolver estas situaciones. Supongo que es uno de los riesgos de la democracia, que sus enemigos la usan con eficacia para sus propios fines. Por mi parte pronto me voy a tragar el sapo suplementario que para m¡ representa la raci¢n de ox¡geno que el PSOE le acaba de proporcionar a IU para ver si conseguimos echar de La Moncloa a quien no es desde luego mejor que este Haider internacionalmente maldito, no prohibiendo sino argumentando, no vetando sino votando, ni que sea tap ndome un poco la nariz.

