«Las batallas las ganan los soldados cansados» (Napoleon) En todas y cada una de las etapas de nuestra vida necesitamos un proyecto que trace el norte a donde vamos. En curso de bachillerato de un instituto los alumnos acuerdan pedir mayoritariamente algo insólito. Ruegan a los profesores que valoren los esfuerzo de los alumnos por encima de los conocimientos, que son buenas personas, que asisten a clase por encima de los conocimientos. Por supuesto, los profesores les hicieron ver que lo que tenían que hacer era esto: Estudiar más horas, atender más en clase, tomar apunte, estudiar de acuerdo a un método de estudio apropiado, no poner obstáculos para que se retrase la materia, no hablar en clase, buscarse clases de apoyo, usar diccionarios y enciclopedias, preguntar más, disfrutar aprendiendo, no ser «solidarios» con los que entorpecen la buena marcha de la clase.
Los alumnos, en el fondo, sensatos, que ya saben las consecuencias de ser malos estudiantes, asumieron las observaciones, a la vez que hablar¡an con los profesores de las materias m s dif¡ciles.
Los que a estas alturas de curso, que ya ha pasado el ecuador del mismo, se est n haciendo unos planes de estudio y cultural, a corto y medio y largo plazo para sacar sus estudios y su vida adelante.
Estos adolescentes, muy inseguros en tantos campos deben aprender, descubrir y elaborar un proyecto de vida que los proteja de los avatares circunstanciales de cada d¡a. Este proyecto debe contemplar, en este orden: la salud, el trabajo y el amor.
La salud, la seguridad en su familia, la autoestima, el que se les valoren sus logros, la capacidad de autorrealizaci¢n, el autocontrol y la actitud optimista, luchadora ante la vida les har conseguir sus metas. El amor debe ser as¡ mismo, a los dem s, con esp¡ritu de servicio, a su trabajo con deseos de ser un buen profesional en este o aquel oficio, etc. debe motivarlo.