Como opinante, sólo quiero apuntar que soy de naturaleza pacífica, aunque no pacifista y menos aun ôpacifista profesionalö, supongo que se entiende lo que quiero decir. Insisto que, al margen de lamentar muy de veras las víctimas de cualquier conflicto û empezando por las de Nueva York y Washington û, me preocupan bastante más los proyectos de ley que quiere poner en solfa el gobierno de Madrid recortándonos nuestros derechos civiles, expresando los tics autoritarios û por decirlo de forma suave û de su cada día más patético líder, y unas cuantas cosas más del mismo estilo. Muchas veces se aprovechan momentos en que todo el mundo está mirando hacia un lado, entretenidos por algo morrocotudo que pasa por allí, para ver de sacar tajada mientras estamos distraídos. Me parece que haremos muy santamente de continuar mirando a nuestro alrededor y glosando aquello que veamos por aquí. Así, por ejemplo, aunque no tenga el alcance de aquello de las torres gemelas, nos hace falta dar un vistazo a los huevos que le lanzaron unos fascistas al fascista Fraga en el mismo inicio de la campa_a electoral en Galicia. Si les hubiera pagado ‘l mismo para hacerlo no le hubieran hecho mejor servicio. Por un momento incluso se me ocurri¢ que quiz s pod¡a haber sido ni m s ni menos que as¡, porque el personaje en cuesti¢n nos ten¡a acostumbrados a cosas peores cuando era ministro de deformaci¢n y cinismo en los gobiernos fascistas del general Franco, pero luego conclu¡ que en realidad no hac¡a falta, porque el numeroso vivero de gamberros – y cosas peores – que anidan en las organizaciones radicales de toda laya, hace que no haga falta pagar por algo que, si les dejas hacer, ellos solitos te lo har n gratis.
Otra cosa que me ha sobresaltado ha sido la respuesta del Conseller en Cap del gobierno de la Generalitat de Catalunya sobre la idea del l¡der de la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) de un gobierno de unidad catalanista (algo distinto a un gobierno de unidad nacionalista), en un momento que m s de uno y de dos pensamos que realmente hace falta por como vienen soplando los vientos que nos llegan de la meseta. Hay un exceso de tufo a «lesa majestad» tras su menci¢n de no poder sentarse a la misma mesa que unos que les quieren echar del gobierno, y que, para hacerlo, han presentado una moci¢n de censura que empezar a debatirse la pr¢xima semana. No lo digo s¢lo porque esta acci¢n sea una opci¢n pol¡tica leg¡tima, y lo es no s¢lo porque est’ en las leyes que regulan todo eso sino porque la debilidad del gobierno de la Generalitat de Catalunya y su subordinaci¢n a un partido que hace del centralismo – y por tanto de todo lo contrario de aquello que se supone que defiende el partido que lo sustenta – una de sus banderas m s cualificadas, la justifica para mucha gente, sino tambi’n porque refuerza una idea que en el partido de este se_or siempre ha anidado en exceso, y es el car cter de «enemigos» que da a aquellos que no son de su misma cuerda, en lugar de verlos como unos meros adversarios pol¡ticos con quien hace falta entenderse muchas veces porque representan a una parte del pa¡s, en el caso del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) una muy importante. Viene a ser como considerar las campa_as electorales una guerra a muerte, y est detr s de comportamientos absurdos tanto para los que gobiernan como muchas veces para los que est n en la oposici¢n, cuando unos y otros se niegan el pan y la sal. La frase ser¡a: «¨C¢mo podemos hablar, c¢mo podemos sentarnos en el mismo gobierno con quien ha hecho los posibles para gobernar ‘l?». La pretensi¢n de gobernar es la quintaesencia de la existencia de los partidos pol¡ticos, con tanta legitimidad para el uno como para el otro. Esta calificaci¢n de «medio crimen» que ha soltado el Conseller en Cap dice algo sobre el sentido patrimonial del poder en Catalunya que hay en casa de su gente, y el car cter de movimiento nacional – +os suena? – que demasiadas veces han querido dar a su partido.
Ya s’ que s¢lo ha sido una manera de sacarse de encima la propuesta de Carod Rovira, pero realmente podr¡a haber escogido otro argumento que apestara menos a chamusquina.
Jordi Portell
