Durante siglos, las normas de etiqueta en el transporte fueron esenciales para regular la convivencia entre desconocidos durante trayectos largos. Estas reglas, surgidas de los manuales de buenas maneras del siglo XVII, se aplicaban en caravanas, barcos con pasaje y trenes internacionales, estableciendo límites en la relación entre los viajeros. Sin embargo, en la actualidad, estas costumbres han desaparecido casi por completo, excepto en la aviación comercial, donde aún cumplen una función crucial, especialmente en términos de seguridad y autoprotección.
Uno de los métodos fraudulentos más comunes en aeropuertos, aunque conocido, sigue representando una amenaza latente: el engaño para que un pasajero transporte un paquete ajeno. El procedimiento es simple pero efectivo. Bajo alguna excusa —ya sea una solicitud amable o una historia convincente— se intenta convencer a otro viajero de pasar un bulto por el control de seguridad. Si logra atravesarlo sin inconvenientes, el estafador lo recupera discretamente del otro lado. Pero si el paquete es interceptado, quien lo transportaba carga con las consecuencias, mientras el verdadero propietario desaparece.
En contextos de viaje a países considerados de riesgo, se sugiere incluso mantener en secreto cualquier compra de maletas para evitar que puedan entregarse “cargadas” con contenidos comprometidos.
Frente a este tipo de riesgo, la recomendación es clara y contundente: nunca se debe transportar objetos que no nos pertenecen. Esto incluye desde simples paquetes hasta piezas completas de equipaje. En contextos de viaje a países considerados de riesgo, se sugiere incluso mantener en secreto cualquier compra de maletas para evitar que puedan entregarse “cargadas” con contenidos comprometidos.
Como medida preventiva, algunas maletas de alta gama incluyen bolsas de emergencia. Aunque puedan parecer un accesorio de confort, en realidad cumplen una función de seguridad: permiten a su propietario vaciar rápidamente el contenido de su maleta si esta se ve comprometida, transfiriéndolo a una bolsa resistente y segura. Esta práctica, que ya aplican los viajeros con experiencia, se propone como una norma útil para cualquier persona, en especial en un mundo donde todos tenemos mucho que perder.
La importancia de la autoprotección durante los viajes internacionales por trabajo no se limita al equipaje. Los programas de formación en seguridad personal para viajeros profesionales hacen especial hincapié en las relaciones sociales a bordo o en tránsito: compañeros de asiento, conductores, guías o personal de servicio pueden convertirse en eslabones débiles en la cadena de seguridad si no se mantiene una actitud prudente.
“Un simple despiste puede echar por tierra un proyecto empresarial completo”, señalan desde los programas de certificación en autoprotección para trabajadores en destinos internacionales. Incluso en sus versiones más básicas, estos programas incluyen protocolos detallados sobre cómo relacionarse con otras personas durante el viaje, conscientes de que el contexto de movilidad globalizada también ha sofisticado los riesgos.
El consejo, por tanto, es doble: no ceder en la cortesía bien entendida, aquella que preserva la distancia prudente y protege la integridad del viaje, y nunca subestimar las artimañas que, aunque conocidas, siguen acechando en los trayectos aéreos. Porque en cuestiones de seguridad personal, la mejor defensa sigue siendo la prevención informada.
Artículo redactado con asistencia de IA (Ref. APA: OpenAI. (2025). ChatGPT (versión 25 agosto). OpenAI)