Sin embargo, con nuevos patrocinadores, Miquel Rodríguez -gerente del Consorci de Comerç, Artesania i Moda de Catalunya (CCAM)- defiende de nuevo su proyecto adscrito al Departament d’Empresa i Ocupació de la Generalitat de Cataluña, argumentando sus persistentes objetivos de ponerlo al servicio de las empresas y de la “creación”, focalizando las necesidades del tejido productivo para “dotarlo de eficiencia y fuerza comunicativa”.
1.255.400 euros invertirá el gobierno catalán en esta edición, que registrará una reducción del 30% (375.120 euros) por ingresos externos. Un despilfarro, pensarán algunos, a juzgar por la polémica que el Proyecto 080 Barcelona Fashion viene arrastrando desde hace trece años, cuando sustituyó a la Pasarela Gaudí; un certamen público-privado que se autoeliminó al entrar en conflicto de intereses con la Pasarela Cibeles, polarizando las opciones de los diseñadores.
Miquel Rodríguez se jacta de la innovadora idiosincrasia del 080 Barcelona Fashion, “única en el mundo» tal y como afirma. Una paranoia de autor, sin duda, si pensamos en el proyecto solo como en una esquizoifrénica Pasarela en la que 34 firmas, entre grandes marcas comerciales y diseñadores, se apelotonan en cuatro días de larguísimas jornadas, pero que adquiere coherencia y sentido al imaginar el proyecto global.
Y es que cuando se habla de tener en cuenta la formación y su conexión con la empresa, fomentar la producción de los creadores y abordar en serio la internacionalización -a la hora de consolidar el proceso de reindustrialización y relocalización de la producción del textil de la zona- es necesario pararse a escuchar; aunque los intereses de unos y de otros sean, a veces, tan encontrados, que parezca imposible la consolidación de este ambicioso Plan de Moda Global.
Y remarcamos, por primera vez, la palabra Global gracias a la recuperación, por parte de la Generalitat y de Fira Barcelona, de la gestión de la Bridal Week; un exitoso, en prestigio y calidad de expositores, Salón Internacional con Pasarela, que hasta ahora estaba en manos privadas.
La empresa Flaqué Internacional ha cedido los derechos de explotación, sin que hasta ahora se hayan negociado compensaciones económicas, y el sector nupcial, aunque mantendrá su calendario habitual adaptado a la temporada, quedará, así, bajo la tutela del Plan de Moda liderado por la Generalitat, que no abandona su vocación de evolucionar hacia un tipo de gestión privatizada.
Ojalá sea posible. De momento, esta edición promete moda de autor; desfiles-espectáculo de las más comerciales como MANGO, Desigual, Custo Barcelona, TCN o Sita Murt; el debut del desfile de Isabel y Ruben Toledo -cuyas colecciones revisan absolutamente todos los tratados del diseño-; e incluso la asistencia de quince empresas rusas, llegadas ‘con la intención de comprar’.
Veremos. Porque miraremos con buenos ojos, pero las conclusiones las sacaremos después. Trece años, al fin y al cabo, no son ni muchos ni pocos para desarrollar un proyecto que ha decepcionado a los cortoplacistas; pero bien es cierto que al cerrar el telón tendremos que hablar de retorno.
Gema Castellano @GemaCastellano