Tal y como prometimos en nuestro artículo ôManipulación Genética, la última mentiraö, vamos a tratar de dar unas orientaciones, para que aquellos que no quieran consumir productos alterados genéticamente se puedan librar de hacerlo en favor de su salud, o de sus convicciones intimas, morales y/o particulares. Señalar por ejemplo el caso de muchos vegetarianos, cuyos principios les impiden consumir productos vegetales ôalterados con genes de animalesö, y no pueden distinguirlos porque a los fabricantes no les da la gana de especificarlo en las etiquetas de una forma clara.
Somos conscientes de que cuando vamos al mercado y seleccionamos productos con los criterios tan abstractos que aquí se presentan, estamos desechando también productos sin alteraciones genéticas, es decir, que pagan ôfabricantes justos por pecadoresö, pero la culpa no es nuestra, la culpa es de quien tiene cosas que esconder, de quien no quiere dar la cara y no se atreve a decir abiertamente que sus productos están manipulados genéticamente, para bien o para mal, por lo tanto y rogando mil perdones a los «justos» expongo una serie de pistas que nos pueden ayudar.
Antes una recomendación a los fabricantes que se puedan ver afectados por error:
Aunque los fabricantes de productos alterados, continúen en sus trece escondiendo sus productos entre los productos inocentes, podemos fomentar la sana costumbre de «aislarlos por pasiva», es decir, si usted fabrica un producto con componentes naturales y sin modificaciones genéticas, hágalo constar en su etiqueta, de esta forma no perderá cuota de mercado «por error», y piense que el consumidor está indefenso, y que no es un tema personal contra nadie, es simplemente facilitar el derecho a la información y a la libertad para elegir.
– Evitar componentes alimentarios como Soja, Lecitina de Soja, Maíz y Aceite de Canola, estos productos serán transgénicos un 60% de las veces que los encontremos. Además todos sus derivados como los endulzantes derivados del maíz muy utilizados para endulzar yogur, y refrescos, derivados de la soja como la leche de soja, harina de soja para artículos de bollería, carne vegetal, margarinas, etc.
– El componente «Nutradulce» muy utilizado en refrescos, está fabricado con tecnología genética, al igual que el edulcorante «Aspartamo» o «Aspartame» utilizado en casi todos los chicles, y en demasiados productos edulcorados, muy a pesar de los sospechosos efectos secundarios de este engendro. El extraño producto «Acondicionador de la masa» utilizado en panadería también contiene aditivos y enzimas diseñadas genéticamente.
– Evitar productos lácteos y derivados procedentes de Estados Unidos, normalmente tendrán una hormona transgénica inyectada en las vacas para aumentar la producción, pero que aumenta otras enfermedades en el animal por lo que termina atiborrado de antibióticos que finalmente se hacen presentes en la leche
– Los quesos fabricados con «cuajo» son altamente sospechosos, y si el cuajo se llama «Quimosina» o «Quimax» ya no hay duda. Los quesos vegetarianos pueden tener cuajo transgénico o vegetal, no lo sabemos, personalmente hasta que uno de los dos fabricantes se decida a explicarlo, no compro este queso.
– La calabaza amarilla de cuello estrecho procedente de Estados Unidos, es sospechosa de contener genes de virus.
Procurar evitar en líneas generales el consumo de «productos procesados», gracias a su gran número de componentes, es fácil que «nos la cuelen».
Aumentar el consumo de todos aquellos productos avalados por los correspondientes «Comités Reguladores de Agricultura Ecológica», que funcionan a nivel de Comunidad Autónoma en España, y que están haciendo un excelente trabajo desarrollando una agricultura respetuosa con el medio y por lo tanto con sus consumidores, a los que les ofrece productos realmente sabrosos y alimenticios, que nacen de un suelo rico y limpio.
En la medida en la que reclamemos productos con estas características, estaremos colaborando en la protección del medio ambiente, y en una mejora substancial de nuestra salud. Suelen estar marcados como «Producto Ecológico», y hacen referencia al Comité de su Comunidad Autónoma.
En algunos países de Europa, donde parece que ciertos empresarios tienen cerebro, hay ya numerosas marcas de grandes almacenes, y grandes proveedores de productos alimenticios, que se han comprometido a mantener sus comercios libres de productos transgénicos, se les conoce como establecimientos «Free GM» (libre de modificaciones genéticas), y en cuanto se constate este hecho, las organizaciones ecologistas, supongo que serán las primeras en anunciar la lista de estos establecimientos, así que recomiendo seguirles la pista.
Por lo demás, debemos dar toda la guerra que podamos para lograr una correcta política de etiquetado, procurando desechar todos esos productos dudosos, y con parcas explicaciones sobre su composición, la mejor norma a seguir es «si no está todo claro, que se lo coma el fabricante», de esta forma, cuando los efectos de su mala gestión, reviertan sobre el balance de resultados de su empresa, y por el contrario las empresas de productos ecológicos, suban como la espuma, ¿qué creéis que pasará?, ¿no es el dinero el que manda?, ¿y el dinero no está en manos del consumidor?, pues «el que paga exige».