«Ayúdennos, sufrimos enormemente en -frica, tenemos problemas y carencias…Tenemos la guerra, la enfermedad, la falta de alimentos.», dice una carta escrita por dos niños africanos que intentaron llegar a Europa. Los dos murieron en el intento.
Yaguine Koita y Fodé Tounkara, eran dos estudiantes de Conakry, capital de Guinea, que tenían 14 y 15 años. Lograron introducirse como polizones en el tren de aterrizaje de un avión con destino a Europa. Al llegar a Bruselas, personal de tierra del aeropuerto encontró los dos pequeños cuerpos congelados.
Sus muertes, se sumaron a las de tantos que en pequeñas embarcaciones, en camiones o de mil formas inimaginables, intentan colarse en la rica Europa. Por eso, en principio, la noticia sólo mereció algún párrafo en una página interior de los diarios belgas y europeos.
Pero una carta manuscrita que llevaba uno de ellos, apretada contra sí, ha roto la barrera de la indiferencia. Su texto, ingenuo, sencillo y respetuoso, golpea la conciencia europea. Al menos, la de todos aquellos que todav¡a tienen sensibilidad como para sentir con toda su fuerza el alcance de estas palabras.
M s aon , los que saben de la responsabilidad que tienen muchos pa¡ses europeos en la dram tica situaci¢n que atraviesan los pueblos del continente africano.
La carta, dirigida a los «se_ores miembros y responsables de Europa», clama socorro y solidaridad para con los pueblos africanos: «Ayodennos, sufrimos enormemente en -frica, tenemos problemas y carencias…Tenemos la guerra, la enfermedad, la falta de alimentos», dice una parte de la carta.
«…Si ustedes ven que nos sacrificamos y exponemos nuestra vida, es porque se sufre demasiado en -frica». «Sin embargo, queremos estudiar, y les pedimos que nos ayuden a estudiar para ser como ustedes en -frica».
En los p rrafos finales, los peque_os escribieron: «En fin, les suplicamos muy, muy fuertemente que nos excusen por atrevernos a escribirles esta carta a ustedes, los grandes personajes a quien debemos mucho respeto. Y no olviden que es a ustedes a quienes debemos quejarnos de la debilidad de nuestra fuerza en -frica».
Ahora s¡, la noticia ocupa un lugar destacado. Los funcionarios y dirigentes europeos interrogados por la prensa dicen estar conmovidos. Algunos, afirman que el texto de la carta se leer ¡ntegramente en el Parlamento Europeo.
A veces, la realidad del «otro mundo», se cuela por alguna grieta de los muros europeos, y tiene tanta fuerza y tanta verdad, que logra resquebrajar las m s s¢lidas indiferencias.
Cada a_o, emigran miles de ciudadanos y ciudadanas latinoamericanas y africanas a Europa o Estados Unidos. Todos buscan trabajo. Viajan en busca de una mejor situaci¢n de vida que la que logran en sus pa¡ses. Segon la Organizaci¢n Mundial del Trabajo, s¢lo en Europa Occidental viven m s de 2 millones y medio de inmigrantes.
En los pa¡ses europeos y Estados Unidos est n millones de ciudadanos del tercer mundo. Tal es as¡, que si medimos la importancia de nuestras ciudades por el nomero de habitantes, las primeras ciudades de los pa¡ses del mundo en desarrollo, est n en el primer mundo. (Euro/QR/Pno/Ni/Pb/ap)
LA LLAMADA DE LA DESESPERACIÓN. + Y DESPU¿S DE ESTO QUE?
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