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No van a descubrirnos nada nuevo. Sorprendieron con aquel «Palomine» y siguen desenredando el mismo ovillo con la cotidianidad necesaria para, sin sorpresas, retransmitir el mismo halo de romanticismo sobrio. Puede que con este «Private suit» la producción sea más esmerada, los arreglos más cuidados y el sonido preciso como nunca, pero la verdadera esencia de BETTIE SERVEERT está muy por encima de esos requerimientos técnicos: canciones que abrigan y una voz que siempre calienta.