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DISCURSO INTEGRO DE VICENTE FOX QUESADA ANTE EL PODER LEGISLATIVO

escrito por Jose Escribano 3 de diciembre de 2000
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ôSoy depositario del Poder Ejecutivo, no su propietario (…) en esta nueva época el presidente propone y el Congreso dispone.

He asumido la alta responsabilidad de Presidente de la República protestando respetar la Constitución y las leyes que en ella tienen su origen. Lo he hecho también de frente a mi conciencia y teniendo presentes los valores y principios morales que me comprometen.
Vengo a este solemne acto portando no sólo mis convicciones personales, sino los sueños y anhelos de cambio de todos los mexicanos.
No es posible pasar por alto que asumo la titularidad del Poder Ejecutivo en nuevas condiciones: la decisión soberana de los electores el 2 de julio no tiene precedente.
Nadie puede arrogarse la autoría de este logro, pero a nadie puede regateársele su contribución.
Al desarrollo de esa jornada acudimos millones de mexicanos en todos los rincones del país para emitir nuestro voto. Todos participamos en esa fiesta cívica.
Quizá por vez primera en nuestra historia, no hubo quien llegara tarde ni quien se rezagara. Nada impidi¢ la libre expresi¢n de nuestra voluntad democr tica. Nadie muri¢ aquel d¡a para hacerla posible. Al final, el triunfo fue de todos. A la cita acudieron tambi’n las instituciones electorales, los partidos pol¡ticos y sus candidatos. El entonces presidente Ernesto Zedillo reconoci¢ el mandato que la ciudadan¡a expres¢ en las urnas y con  nimo republicano facilit¢ la transici¢n entre su administraci¢n y el gobierno que presido a partir de hoy.
Por ello, expreso el m s orgulloso reconocimiento a todas las mexicanas y mexicanos que el 2 de julio renovamos nuestro pacto pol¡tico con civilidad y concordia.

La presencia de los jefes de Estado y de gobierno, y de las misiones diplom ticas de alto nivel que hoy nos acompa_an, es un signo de la confianza que inspiran nuestra perspectiva de cambio.
Agradezco tambi’n la presencia de destacados representantes de la vida pol¡tica, econ¢mica y cultural del mundo.
Reciban ustedes nuestro agradecimiento y lleven a sus pa¡ses la manifestaci¢n de la gratitud y solidaridad de la sociedad mexicana.

Las mexicanas y los mexicanos demostramos en las pasadas elecciones nuestra voluntad y decisi¢n de fincar sobre bases democr ticas los nuevos cimientos de la naci¢n en el siglo XXI.
Este cambio democr tico, que entr¢ en su fase decisiva el 2 de julio, es resultado de un largo af n colectivo. Se gest¢ durante varias d’cadas con el sacrificio y la entrega de muchos mexicanos excepcionales que lucharon en distintas trincheras para hacer posible lo que ahora vivimos.
Evoco con devota emoci¢n a don Francisco I. Madero. Su sacrificio en pos de la democracia no fue en vano. Hoy, al cierre de una etapa hist¢rica marcada por el autoritarismo, su figura se levanta de nuevo como un hito que marca el rumbo que nunca debi¢ abandonarse.
Rindo homenaje a los hombres y mujeres que fundaron organizaciones y partidos pol¡ticos; a los que por encima del triunfo personal creyeron y ense_aron a creer en el triunfo de un M’xico democr tico; a quienes hicieron de cada esquina una tribuna, hasta obtener este triunfo para la democracia.
Pienso en Jos’ Vasconcelos, Manuel G¢mez Mor¡n, Vicente Lombardo Toledano, Valent¡n Campa, Jos’ Revueltas, Manuel Clouthier, Salvador Nava, Luis Donaldo Colosio, Heberto Castillo y Carlos Castillo Peraza, entre muchos otros. Hombres de signos pol¡ticos diversos pero de una misma convicci¢n democr tica.
Todos ellos estar n hoy y siempre presentes en nuestra memoria.

En esta nueva ‘poca de ejercicio democr tico, el Presidente propone y el Congreso dispone. Esa es la nueva realidad del poder en M’xico.
El presidencialismo tradicional impuso por muchos a_os su mon¢logo. Ahora, m s que nunca, gobernar exige dialogar. La fuerza de la naci¢n no puede venir ya de un solo punto de vista, de un solo partido o de una sola filosof¡a.
Ahora como nunca, es necesario el entendimiento, el acuerdo y la convergencia entre los distintos actores pol¡ticos, econ¢micos y sociales, los diferentes intereses leg¡timos y las diversas visiones ideol¢gicas.
Convoco a todas las fuerzas pol¡ticas a construir sin prejuicios una relaci¢n digna, transparente y sin servidumbres; a un intercambio franco y espont neo de argumentos y razones con el nuevo gobierno para avanzar juntos en el encuadramiento jur¡dico del proceso de cambio.
Por mi parte, alentar’ una relaci¢n cimentada en negociaciones permanentes con los grupos parlamentarios que aqu¡ concurren, para que en el proceso de coincidencias y discrepancias alcancemos las reformas que eleven la legitimidad de las instituciones poblicas y sus decisiones.
En esta sesi¢n solemne ratifico el compromiso de mi gobierno de rendir cuentas ante esta representaci¢n nacional, tan amplia y frecuentemente como sea necesario.
Instruyo a los miembros del gabinete a atender con disposici¢n y prontitud, semana a semana, los requerimientos de este Honorable Congreso y de sus comisiones.

Los ciudadanos demandan una mejor justicia. La consolidaci¢n de la autonom¡a del Poder Judicial de la Federaci¢n y la independencia de sus integrantes, tendr n en el Ejecutivo a mi cargo a su mejor aliado.
En esta ocasi¢n solemne, asumo el compromiso de hacer todo lo que est’ a mi alcance a fin de reforzar la capacidad de los ¢rganos jurisdiccionales federales para determinar la constitucionalidad de las leyes de la Repoblica y la legalidad de los actos de la administraci¢n poblica.

Me honra asumir, por disposici¢n constitucional, el Comando Supremo de las Fuerzas Armadas.
Con honor y dignidad, los soldados de M’xico han sido fieles a su juramento a favor de la naci¢n.
Su lealtad a la Repoblica, el estricto cumplimiento de sus deberes constitucionales, su actuaci¢n ejemplar en el combate al narcotr fico y la protecci¢n civil y su respeto a los procesos pol¡ticos del pa¡s, han constituido una garant¡a fundamental de la democracia.

El gran reto de la reforma del Estado es inaugurar un nuevo futuro pol¡tico despu’s de 71 a_os. Ello nos obliga a ser audaces para romper paradigmas, inercias y atavismos de una cultura pol¡tica que ha visto en el acuerdo un acto de capitulaci¢n; y en la coincidencia pol¡tica, prueba plena de cooptaci¢n. S¢lo por la v¡a de franquear el paso a una era de democratizaci¢n profunda de la vida nacional la reforma del Estado podr  satisfacer las expectativas sociales de cambio. Ello demanda una propuesta program tica consensada, de largo alcance, cuya factibilidad no se agote en un acuerdo de coyuntura. El origen de muchos de nuestros males se encuentra en una concentraci¢n excesiva del poder. La reforma del Estado deber  garantizar el fortalecimiento de un ejercicio del poder cada vez m s equilibrado y democr tico.
Deber  garantizar tambi’n la modernizaci¢n pol¡tica del pa¡s por la v¡a de asegurar un estado de derecho pleno, equidad en la distribuci¢n de la riqueza, racionalidad de la estructura administrativa del gobierno, institucionalizaci¢n plena del ejercicio del poder poblico, una amplia participaci¢n social en sus decisiones, y la preparaci¢n para enfrentar los retos de la globalizaci¢n y de la revoluci¢n tecnol¢gica que est  viviendo el mundo.
La alternancia no va a cerrar por s¡ sola el proceso de transici¢n. Invito a todos cuantos tienen competencia para conducir la reforma del Estado a que juntos propongamos al pa¡s las iniciativas necesarias para un cambio sustantivo de r’gimen pol¡tico. Procedamos con sensatez y valent¡a a demoler todo vestigio autoritarismo y a edificar una genuina democracia.
La Constituci¢n que nos rige ha sido excesivamente deformada.
Necesitamos reconstruir el consenso nacional de largo plazo en torno a una Ley Suprema acorde con nuestras mejores tradiciones y con los requerimientos del siglo XXI.
El voto ciudadano del 2 de julio fue, ante todo, un plebiscito a favor del cambio. Consecuente con ese mandato, me propongo impulsar proyectos sustantivos de reforma constitucional, decantados por una comisi¢n de estudios, ampliamente representativa, que sintetiz¢ la principales demandas de la sociedad.

Estabilidad pol¡tica y cambio democr tico se condicionan de manera rec¡proca. Es pr cticamente imposible aislarlos sin perder eficacia, y es una ilusi¢n suponer que se dar  el uno sin la otra. Juntos debemos encontrar la f¢rmula para abordar todos los cambios que la naci¢n demanda, sin perder la eficacia en la conducci¢n del gobierno.
Para garantizar una democracia eficaz y una eficacia democr tica, asumo el compromiso de promover siete reformas medulares, recogidas durante mi campa_a presidencial como el mandato de cambio de los mexicanos: Una reforma que consolide el avance democr tico, para que toda persona pueda hablar con libertad y ser escuchada.
Una reforma que avance en el combate a la pobreza y en igualdad social, para que ninguna madre carezca de dinero para comprar la leche de sus hijos. Una reforma educativa que asegure la formaci¢n del mejor capital humano y para que ningon joven en nuestro pa¡s, as¡ sea el de condici¢n m s humilde, se quede sin alcanzar su proyecto educativo por falta de recursos.
Una reforma que garantice el crecimiento con estabilidad en la econom¡a, para que nunca m s nuestros j¢venes tengan que dejar su hogar y emigrar a otro pa¡s. Una reforma que descentralice facultades y recursos de la Federaci¢n, para darles mayor vitalidad a los estados, los municipios y la comunidades. Una reforma que asegure la transparencia y el rendimiento de cuentas en las tareas del gobierno, para anular la corrupci¢n y el enga_o.
Una reforma que abata la inseguridad y cancele la impunidad, para que toda la familia pueda dormir tranquila.

No se puede hacer pol¡tica rindiendo culto a nuestras diferencias. Las diferencias pol¡ticas e ideol¢gicas, consustanciales a toda sociedad democr tica, antes que dividirnos nos enriquecen. Es imprescindible convertir esa valoraci¢n en premisa b sica de la nueva convivencia mexicana, para pasar de un pluralismo polarizante a una relaci¢n plenamente civilizada entre los distintos actores pol¡ticos.
Tenemos toda una historia por delante que es imprescindible empezar a construir sobre un di logo propositivo y en el marco de una relaci¢n madura entre los actores pol¡ticos, que conduzca la lucha con ‘tica y respeto y no como un pleito por el poder.
Aceptemos con realismo que la democratizaci¢n plena del pa¡s es una causa nacional que dif¡cilmente surgir  de iniciativas partidistas aisladas. Todos estamos limitados por la correlaci¢n de fuerzas, lo que significa que ninguna expresi¢n pol¡tica podr  impulsar cambio alguno en forma independiente. En una sociedad plural no caben la intransigencia, las visiones onicas ni las verdades absolutas. La tolerancia es imprescindible para consolidar la pluralidad de nuestra sociedad y para avanzar en una transici¢n concertada en cuanto a modalidades, fines, etapas y plazos.
Lo que est  en juego en los pr¢ximos seis a_os no es s¢lo el cambio de un partido en el poder. Est  en juego algo mucho m s significativo y profundo: las esperanzas de millones de mexicanas y mexicanos.
Aqu¡ encuentra el proceso de convergencia democr tica su verdadero valor hist¢rico, su sustento ‘tico, moral y pol¡tico. Ese es el verdadero reto en esta etapa de transici¢n: Dar respuesta a las esperanzas de todas y todos a trav’s del encuentro entre las diferentes fuerzas pol¡ticas y sociales de la naci¢n.

Como muchos de ustedes en este recinto y en todo nuestro pa¡s, yo crec¡ en un rancho, en un ejido, y todos en el campo sabemos que la mayor cosecha es la que crece del h¡brido de distintas semillas, porque aon la naturaleza obtiene la mayor fuerza de la diversidad.
As¡ es como la gente del campo alimentamos el mejor ganado, y el obrero forja los metales m s fuertes.
Todas y todos en este Congreso, todos quienes nos escuchan y ven en toda la naci¢n debemos saber que la diversidad es el fundamento de nuestro futuro. Nuestras ideas, nuestra energ¡a, nuestro trabajo, son los ladrillos, el pico, la pala y el acero templado para construir el nuevo M’xico. El estricto respeto a la libertad de expresi¢n es garant¡a irrenunciable del desarrollo democr tico.
Su preservaci¢n es el compromiso primero de todo Estado democr tico. Creo firmemente que los medios de comunicaci¢n nacen de la libertad y s¢lo en ella pueden cumplir su responsabilidad ‘tica de informar a la sociedad. Mi gobierno observar  un absoluto respeto a esa libertad fundamental de informar y disentir.
Escucharemos y atenderemos el escrutinio cotidiano de la opini¢n de la ciudadan¡a.
Me comprometo con una nueva ‘tica que supere el vicio hist¢rico de una cultura oficial que privilegi¢ el control y la manipulaci¢n de la informaci¢n sobre los asuntos poblicos, en dem’rito de su oportunidad y veracidad.

En el umbral del nuevo milenio, un centralismo absorbente y un federalismo simulado impiden que M’xico sea un aut’ntico Estado federal.
Proximidad al Presidente de la Repoblica, simpat¡as probadas o simuladas, complicidades, obediencias, desobediencias o irreverencias pol¡ticas han hecho del federalismo un concepto aleatorio, sujeto a vaivenes sexenales.
Tenemos que encontrar nuevas v¡as para conducir las relaciones del Ejecutivo federal con los gobiernos estatales a trav’s de formas ajenas al c¢modo mecanismo de control pol¡tico y financiero subyacente en el actual sistema. A fin de replantear sus t’rminos, hoy convoco a una gran alianza federal para dise_ar un esquema coherente en el que cada uno de los  mbitos federal, estatal y municipal lleve a cabo con eficiencia y transparencia las labores que le sean encomendadas.

Abrir la pol¡tica y el ejercicio del poder a la participaci¢n y control desde la base social ser  un objetivo central de mi gobierno. Acepto el mandato popular de consolidar la democracia a trav’s de f¢rmulas relacionadas con la democracia directa, como el plebiscito, el refer’ndum y la iniciativa popular.
En un sistema pol¡ticamente moderno tales instrumentos, debidamente reglamentados, permiten que la ciudadan¡a manifieste su sentir de manera precisa y proporcione orientaciones enriquecedoras a sus gobernantes.
Tengo una visi¢n incluyente sobre el trabajo de los movimientos sociales. Tendr n todo el respaldo de mi gobierno, en particular las organizaciones que, con gran pasi¢n y vocaci¢n de servicio, han hecho de la atenci¢n a los grupos vulnerables un proyecto de vida.
La sociedad que queremos exige terminar con toda forma de discriminaci¢n. Haremos realidad nuestros compromisos de eliminar toda forma de discriminaci¢n y exclusi¢n de los grupos minoritarios. El objetivo es que no haya entre un ser humano y otro m s diferencia que las que se_alen su compromiso con la libertad, la justicia y la fraternidad.

Los mexicanos aspiramos y merecemos vivir en la certeza de la legalidad, en la que el ejemplo del gobierno haga del orden legal una realidad c¡vica. Caprichos e insuficiencias en la aplicaci¢n de la ley explican muchos de nuestros males sociales.
En M’xico, el uso de la violencia ha sido una prerrogativa del gobierno m s que del Estado. No pocos actos de coerci¢n del Estado han sido motivados por conveniencias pol¡ticas de algon funcionario o grupo de poder. La enemistad personal o la discrepancia pol¡tica con quienes detentan el poder ha sido causa frecuente para que el ciudadano comon sea v¡ctima de la «fuerza del Estado». Sin embargo, no se puede gobernar por la fuerza. Se necesita algo m s que conceder beneficios ilegales o repartir intimidaciones igualmente ilegales para estimular los mejores esfuerzos de los mexicanos.
Para gobernar y preservar la seguridad pol¡tica del Estado no es v lido usar aparatos de espionaje, de vigilancia e intimidaci¢n en contra de partidos, sindicatos, organizaciones sociales, personajes pol¡ticos o l¡deres de opini¢n: Un gobierno que esp¡a para saber lo que la gente est  pensando, es porque no est  escuchando.
Mi gobierno no tolerar  que continoen impunemente estas pr cticas: la represi¢n nunca m s ser  medio para resolver diferencias pol¡ticas. Mi gobierno no distraer  a los ¢rganos de seguridad para disuadir a sus cr¡ticos o para neutralizar a sus opositores, mientras que el Estado carece de informaci¢n indispensable para la seguridad nacional.
Los peligros que acechan a la seguridad colectiva de los ciudadanos, los riesgos para la seguridad nacional y las contingencias de car cter natural o humano que debemos anticipar y evitar, nunca provienen del ejercicio de la libertad.
Tengo la plena convicci¢n de que mientras m s libre y m s clara sea la expresi¢n de los ciudadanos, mientras m s tolerancia tengamos hacia los proyectos ideol¢gicos en disputa, y m s abiertas y transparentes sean las instituciones poblicas, m s segura estar  la Repoblica.

M’xico no ser  ya m s referencia de descr’dito en materia de derechos humanos. Vamos a protegerlos como nunca, a respetarlos como nunca y a consolidar una cultura que repudie cualquier violaci¢n y sancione a los culpables.

La corrupci¢n ha dejado exhausta la credibilidad social en el gobierno. La prepotencia y la arbitrariedad han configurado el resto de su imagen. Tales excesos mantienen en la agenda poblica el reclamo social de restituir autoridad moral al ejercicio del gobierno.
La soluci¢n no es tan s¢lo m s leyes, o leyes m s duras. Se requiere sobre todo que su aplicaci¢n se d’ en un marco de plena certeza. Esa es la mejor alternativa.
Combatir’ estos males con el rigor y el imperio de la ley, con todo el poder del Presidente de la Repoblica, pero tambi’n con la fuerza sencilla y poderosa del ejemplo.

No repetiremos errores del pasado ni desperdiciaremos nada de lo que hasta ahora hemos logrado con el esfuerzo de todas y todos los mexicanos. Las decisiones de mi gobierno tendr n congruencia hist¢rica, pero no aceptar’ que sea el pasado el que decida la suerte y las expectativas de nuestro porvenir: la historia se hace viendo siempre hacia al futuro.
Pero ninguna relaci¢n con el pasado es saludable si no est  fincada en la verdad. Sin sustituir a las instancias de procuraci¢n e impartici¢n de justicia, me propongo abrir lo que ha permanecido cerrado en episodios sensibles de nuestra historia reciente e investigar lo que no ha sido resuelto, mediante una instancia que atienda los reclamos por la verdad de la mayor¡a de los mexicanos.
No es posible contener la justa indignaci¢n social: los grandes corruptos del pasado, del presente y del futuro rendir n cuentas; no habr  para ellos borr¢n y cuenta nueva. No habr  piadoso olvido para quienes delinquieron; tampoco habr  tolerancia para quienes pretendan continuar con privilegios hoy inaceptables.
Sin embargo, ningon acto relacionado con el pasado estar  inspirado por resentimiento alguno, venganza, ansias de reivindicaci¢n personal o aspiraciones a reinterpretar la historia.

No daremos cuartel a la delincuencia. No descansaremos hasta que vivamos seguros, sin temor ni angustia; hasta que disfrutemos de la vida sin asaltos ni vejaciones.
Abordaremos el rompecabezas de la inseguridad con la fortaleza de la ley y las instituciones, pero tambi’n con medidas que hagan desaparecer la desigualdad extrema y la marginaci¢n.
Las medidas policiacas desvinculadas del contexto social corren el riesgo de tornarse en represi¢n.
Y no sirve apostarle al autoritarismo cuando la criminalidad no es s¢lo producto de la debilidad de las fuerzas de seguridad: No hay cuerpo policiaco capaz de contener hambre y desempleo.

Reconocer con objetividad la realidad, sin deformaciones ni complacencias, es una premisa b sica para mejorarla. Y con nuestra realidad nadie puede estar satisfecho.
No obstante que existe estabilidad en las principales variables macroecon¢micas, seguiremos sin alcanzar el viejo anhelo de moderar opulencia e indigencia.
Recibo este gobierno con una econom¡a en marcha, ciertamente, pero con un presupuesto con muy escaso margen de maniobra para responder a los enormes rezagos sociales.
A lo largo de mi campa_a electoral observ’ grandes potenciales humanos y naturales desaprovechados en todo el pa¡s: ni_os sin escuela; j¢venes sin futuro ni perspectivas de avance; desintegraci¢n familiar; marginaci¢n y discriminaci¢n; profesionistas y t’cnicos altamente capacitados sin otra alternativa que el desempleo y el subempleo; madres solteras y sin preparaci¢n como onico sost’n de sus hogares; ancianos sin apoyo ni recursos para pasar con tranquilidad la oltima etapa de sus vidas; y sistemas ecol¢gicos en franca degradaci¢n.
La responsabilidad gubernamental acumulada es enorme en materia social. El m s m¡nimo sentido comon se_ala la falsedad de la tesis que afirma que es preciso frenar el nivel de vida de la poblaci¢n en aras de la salud de la econom¡a. Sostengo enf ticamente que la justicia social es parte de una econom¡a eficiente, no su adversaria.
Es hora de reconocer que ni todo puede ser resuelto por el Estado, ni todo puede ser solucionado por el mercado. Dicho de otro modo: ni el Estado todo, ni el individuo solo.
Es mi convicci¢n que el voto por la democracia es inseparable del voto por la equidad social. Podemos cerrar los ojos a la miseria y a la marginaci¢n. Podemos vivir con m s delincuencia, menos agua, menos bosques y un ambiente m s contaminado. Podemos fingir que no vemos la corrupci¢n, la pobreza ni el desempleo. Si lo hacemos, estaremos traicionando a quienes han luchado por el cambio.
M’xico ya no quiere ni puede sobrevivir entre islas de riqueza y prosperidad rodeadas por mares de miseria. Desde hace mucho tiempo, millones de mexicanos resisten la sobrecarga de la marginaci¢n y la pobreza. Quienes la padecen tienen justos reclamos que formular a la sociedad y al Estado.
El desarrollo que promover’ ser  humano y social, porque de lo contrario se extrav¡an sus fines.
Estoy convencido de que la econom¡a debe recuperar su dimensi¢n moral y humanista para darle sentido y rumbo. Estoy convencido, tambi’n, de que la calidad de vida de una sociedad no se mide onicamente por su capacidad para generar riqueza sino, sobre todo, por la equidad para distribuirla. S’ que no es una lucha que ganaremos de la noche a la ma_ana, pero es mi compromiso, mi pasi¢n, mi reto, asegurar que ninguna persona o familia quede excluida de los beneficios del desarrollo. Mi dedicaci¢n no tendr  descanso frente a esta tarea inaplazable.
Trabajar’ con todos y por todos, pero buscar’ atender siempre primero a quienes esperan la justicia desde tiempo inmemorial; a quienes cotidianamente sufren la miseria, el abandono, la ignorancia y la violencia. La educaci¢n de calidad, el empleo y el desarrollo regional ser n las palancas para romper de una vez por todas el ciclo de la pobreza que es inequidad, injusticia, discriminaci¢n y exclusi¢n.
Con las comunidades ind¡genas tenemos una deuda que habremos de saldar. Los pueblos originarios de estas tierras siguen sufriendo una intolerable situaci¢n de injusticia, marginaci¢n y desigualdad.

Desde mi campa_a lo ofrec¡ y hoy lo refrendo como Presidente Constitucional de la Repoblica: he estado, estoy y estar’ comprometido con una nueva relaci¢n entre los pueblos ind¡genas y el Estado mexicano. Trabajar’ sin descanso hasta lograrlo.
Aplicar’ programas dirigidos al mejoramiento de sus comunidades, que ellas mismas habr n de administrar.
Reitero clara e inequ¡vocamente que esta tarea es y ser , desde este momento, responsabilidad directa del Presidente de la Repoblica; que en el cumplimiento de este compromiso voy por delante.
Sin embargo, todo esfuerzo ser  insuficiente sin la participaci¢n plena, constante de los propios pueblos indios y sus representantes en las deliberaciones, en las propuestas y en las decisiones nacionales.
Hermanos de las comunidades y los pueblos ind¡genas, perm¡tanme dirigirme a ustedes de manera especial: Como Presidente de M’xico asumo responsablemente el compromiso de crear condiciones que hagan posible la participaci¢n permanente de todos y cada uno de ustedes, de sus comunidades y pueblos, en la construcci¢n de los marcos legales que garanticen, dentro del Estado nacional, el ejercicio pleno de su autonom¡a y su libre determinaci¢n en la unidad nacional.
¥Nunca m s un M’xico sin ustedes! En M’xico y en Chiapas hay un nuevo amanecer. En Chiapas, ser n las acciones -no las palabras huecas- el eje vertebral de una nueva pol¡tica federal y presidencial que conduzca a la paz.
Fue mi palabra empe_ada enviar al Congreso de la Uni¢n, como iniciativa de ley, el documento elaborado por la Cocopa que sintetiza el esp¡ritu de los acuerdos de San Andr’s. Y ‘ste ser  el primer acto de mi gobierno en referencia al Congreso.
Convoco a los legisladores, a las fuerzas y partidos pol¡ticos, para que deliberen con plena responsabilidad el tema capital que aquel documento entra_a: el del Estado, la sociedad y los pueblos indios de M’xico.

En el  mbito rural, buscaremos que los campesinos puedan progresar con los recursos fruto de su trabajo y no con los que pueda darles el gobierno. Vamos a pasar de los subsidios ineficientes, a los apoyos productivos que generen riqueza.

La educaci¢n ser  la columna vertebral del desarrollo.
Ratifico mi palabra de buscar todos los medios a fin de elevar el presupuesto en educaci¢n, porque es aqu¡ donde invertimos para el futuro; es aqu¡, en nuestra calidad educativa, donde radican las posibilidades de que ni_os y j¢venes se constituyan en fuerza para la naci¢n.
La universidad poblica mantendr  el lugar privilegiado que actualmente ocupa en la formaci¢n de profesionales. No est  en el orden del d¡a su privatizaci¢n. Lo que somos hoy en el terreno de las profesiones, las empresas y el conocimiento cient¡fico y cultural, es en gran parte fruto de su obra.
S¢lo a las respectivas comunidades universitarias corresponde determinar las reformas para preservar sus nocleos de excelencia y adecuarse a los requerimientos impuestos por los avances cient¡ficos y tecnol¢gicos, as¡ como por la aparici¢n de perfiles profesionales superiores derivados de los nuevos conocimientos.
Refrendo la laicidad, el car cter poblico y la gratuidad que establecen nuestras leyes en la educaci¢n que imparte el Estado. No habr  en mi gobierno ninguna medida que las afecte.
Sobre estas bases extenderemos la educaci¢n a todos los mexicanos, promoveremos su equidad y nos empe_aremos en la formaci¢n de valores, en el desarrollo humano de los alumnos y en la capacitaci¢n eficiente para la vida y para el trabajo.
La riqueza cultural de M’xico est  en su pluralidad.
Octavio Paz nos mostr¢ al mexicano encerrado en su laberinto, escondido detr s de su m scara, lastimado por heridas ancestrales que provocaron sometimiento y frustraci¢n.
Debemos avanzar y salir al mundo con orgullo y autoestima, convencidos de que lo que nos distingue del resto del mundo es tambi’n lo que nos da identidad.

Los chiquillos ser n nuestra prioridad, la justificaci¢n de todos nuestros empe_os.
Hoy por la ma_ana desayun’ con ni_os de la calle. Percib¡ en sus rostros el abandono y la injusticia. Cuando asumo ante el pueblo de M’xico cada uno de los compromisos que hago de cara a la naci¢n, est  en mi mente el recuerdo de esos ni_os a los que ofrec¡ no fallarles. Hoy les digo a todos las chiquillas y los chiquillos mexicanos que no les fallar’.

El futuro de M’xico no puede construirse al margen de m s de la mitad de su poblaci¢n. Las mujeres, empe_adas en su mayor¡a en dos jornadas cotidianas de trabajo -la laboral y la derivada de su atenci¢n a los asuntos el hogar y la familia-, demandan espacios y oportunidades a la altura de su entrega. Es mi convicci¢n atender ese reclamo.
Mi gobierno se conducir  con perspectiva de g’nero. Impulsar  una transformaci¢n cultural que reconozca los valores y que promueva las medidas para facilitar la plena integraci¢n de la mujer en todos los  mbitos del quehacer nacional.
En este compromiso empe_ar’ toda la fuerza de la Presidencia que ahora asumo.

El programa econ¢mico de mi gobierno contempla un compromiso aut’ntico con la estabilidad y el crecimiento econ¢mico: con las variables macroecon¢micas no vamos a jugar.
No queremos victorias p¡rricas en el combate a la pobreza.
Las medidas de bienestar artificial terminan por confiscar el fruto del trabajo de todos y por aplazar el bienestar que anhelamos.
Mantendremos la estabilidad macroecon¢mica porque representa ese orden sin el cual lo ganado se pierde, pero trabajaremos para convertirla en beneficios tangibles y concretos en el bolsillo de cada mexicana y mexicano.
El programa econ¢mico que proponemos contempla una participaci¢n eficaz y ponderada del gobierno para promover la equidad entre las regiones, las empresas y los hogares; una pol¡tica de desarrollo empresarial para la peque_a y mediana empresa y una pol¡tica de econom¡a con sentido social para la microempresa y para los trabajadores por su cuenta.
Vamos a emancipar a las mexicanas y mexicanos de menores ingresos de un sistema legal e institucional de cr’dito que los discrimina.

Comparto la aspiraci¢n de construir una relaci¢n de respeto, di logo y objetivos comunes con los obreros y sus sindicatos.
Muchas son las metas que habremos de alcanzar, comenzando por la elevaci¢n gradual pero sostenida del nivel de vida de los trabajadores. Pero no hay soluciones m gicas. Requerimos aumentar la productividad; crear riqueza y distribuirla al mismo tiempo.
Mi gobierno quiere apoyar este esfuerzo mediante la actualizaci¢n de la legislaci¢n laboral para consolidar derechos, promover el empleo, fomentar la capacitaci¢n, la productividad y la competitividad, y dar nuevos cauces a la vida sindical.
La reforma fiscal no es la salida f cil para resolver los problemas de ingreso del gobierno; es la salida correcta.
El M’xico que queremos edificar tendr  una piedra angular en la reforma fiscal integral como v¡a para estimular el ahorro, las inversiones y transformar la recaudaci¢n en motor del desarrollo.
Sus criterios ser n de equidad en las cargas, simplificaci¢n del pago y eficacia en la administraci¢n. Su objetivo ser  disponer de mayores recursos para beneficiar a los m s pobres; para incluir a los excluidos.
Pero sobre todo, los recursos fiscales de la naci¢n ser n invertidos en salud, seguridad y educaci¢n para la siguiente generaci¢n, no para comprar votos para la siguiente elecci¢n.
Como Presidente de la Repoblica, pondr’ en ese objetivo sustancial la fuerza jur¡dica de mis facultades constitucionales, la legitimidad que me otorg¢ el voto y toda mi voluntad pol¡tica.

En materia de recursos energ’ticos seremos fieles a nuestra historia y atenderemos las previsiones estrat’gicas frente al porvenir.
En este proceso, no se privatizar  la Comisi¢n Federal de Electricidad ni se vender n ninguno de sus activos. Promoveremos ante este Honorable Congreso la apertura a la inversi¢n a fin de salvaguardar los recursos fiscales para invertirlos en hospitales, escuelas, desarrollo de comunidades ind¡genas y combate a la pobreza.
En el marco constitucional vigente, Pemex continuar  como propiedad exclusiva de la naci¢n. Debe reconocerse, sin embargo, que enfrenta una fuerte rigidez administrativa, presupuestal y normativa que le impiden desarrollarse como empresa eficiente y competitiva.
Hoy ratifico que Pemex ser  transformada en una empresa manejada con criterios de eficiencia y sujeta a criterios de vanguardia a nivel mundial. Ser  tambi’n una empresa con sensibilidad para las regiones, los estados y los municipios en los que opera.

La globalizaci¢n es el signo de nuestro tiempo, pero debemos conciliarla con los intereses de M’xico.
En materia de pol¡tica exterior, rechazamos todo intento de injerencia en nuestros asuntos internos; condenamos cualquier intenci¢n de hacer valer un criterio extraterritorial en la aplicaci¢n de leyes de terceros; nos oponemos a las visiones unilaterales y a cualquier trato que infrinja la regla m xima del derecho internacional: igualdad soberana entre las naciones.
Mi gobierno no dejar  solos a nuestros migrantes ni a nuestras empresas frente a abusos de la aut

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  • JAE
    Jose Escribano

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