El grotesco autosecuestro de los 7 parlamentarios y la entrevista del señor ministro de La Calle con las bandas genocidas paramilitares, es la fase final de una conspiración contra la Mesa de Diálogo y el proceso de paz.
La manifiesta debilidad del gobierno del presidente Pastrana demostrada en las urnas el pasado 29 de Octubre, en unas elecciones saturadas de trampas, violencia y abstención que evidencian una vez más la ilegitimidad del Régimen, fue el llamado a la acción de los conspiradores a órdenes del Pentágono norteamericano.
Ante el evidente debilitamiento de los partidos políticos tradicionales, liberal y conservador, se han fijado el objetivo de construir una alternativa política terrorista, neoliberal y proyanki que llene el vacío y unifique los esfuerzos de los gremios, la jerarquía Católica, los latifundistas, El Parlamento, las Altas Cortes, el gavirismo, la Fiscalía, la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo, los grandes medios de comunicación y la Fuerza Poblica. Es decir, el aparato del Estado.
La farsa en esta fase empieza por la autorizaci¢n desde la jefatura de los dos grandes grupos econ¢micos del pa¡s, de una promoci¢n publicitaria concertada, que soslaya y minimiza el car cter criminal de la pol¡tica paramilitar, mientras acrecienta la ofensiva calumniosa y degradante contra la zona del despeje y contra las FARC, a partir del cruel asesinato de la se_ora Elvia Cort’s con un collar bomba.
La conspiraci¢n tiene como eje central la aplicaci¢n del Plan Colombia o sea la participaci¢n militar abierta de los Estados Unidos de Norteam’rica en nuestro territorio, para posicionarse estrat’gicamente y sin mayores obst culos en Am’rica del Sur y garantizar, a trav’s del Fondo Monetario Internacional, la imposici¢n de su plan neoliberal para plagar de m s miseria y desesperanzas a nuestros pueblos.
En el entretanto, se fortalece sin l¡mites el aparato militar estatal, el oficial y el paraoficial, se le entregan dineros del presupuesto nacional en una proporci¢n sin antecedentes, se reciben fondos condicionados del imperio y sus transnacionales, se les facilita su papel como intermediarios de la entrega de narcotraficantes a la justicia gringa para que perciban jugosas comisiones, se les facilita el tr fico de droga para complementar sus fondos mientras c¡nicamente publicitan las banderas de la defensa de las Instituciones y los Derechos Humanos.
El cinismo oficial se ha generalizado: el Procurador General de la Naci¢n y el Defensor del Pueblo, ya no salen de las oficinas del paramilitarismo. El Fiscal General opone su poder e investidura a todas las iniciativas por la paz concertada. Varios de los Altos Prelados Cat¢licos convocan a la guerra contra la insurgencia y contra el movimiento popular. Los gremios econ¢micos peroran contra la zona de Despeje y azuzan la confrontaci¢n b’lica. Miembros de la Corte Suprema de Justicia imparten su «sabidur¡a» en contra del proceso de Paz. Los latifundistas aumentan su violencia mientras ampl¡an sus propiedades a costa de los 2 millones de campesinos desplazados. El gavirismo irradia su veneno reaccionario en Washington y en Bogot propiciando la invasi¢n, el neoliberalismo y la violencia terrorista del Estado.
Eso s¡, todos ellos guardan un reverencial silencio frente a las monstruosas matanzas cotidianas del ej’rcito oficial y paraoficial, como ha sido evidente en estos d¡as anteriores en Granada y El Guarne, Antioquia, en Barranca, en el Caquet y el Putumayo.
La conspiraci¢n llega a su cl¡max con la vergonzosa actitud del Congreso Nacional. Con maleta de viaje, incluidos los vestidos de ba_o y el whisky, 7 parlamentarios se autosecuestran, mientras sus c¢mplices en El Capitolio encabezados por el Presidente del Senado, se rasgan las vestiduras para que haya reconocimiento pol¡tico a su nuevo partido fascista. Ni una sola palabra de los 411 soldados y polic¡as prisioneros de guerra en manos de la insurgencia. Ni una sola alusi¢n a la descarada inmovilidad de los militares frente al autosecuestro.
Y mientras el gavirista ministro del Interior le confiere a nombre del Gobierno, interlocuci¢n pol¡tica a unos narcotraficantes confesos como son los paramilitares, el General Canal de la Tercera Brigada renuncia porque el presidente no lo dej¢ ejecutar otro holocausto, a nombre de las instituciones.
Es necesario que desde el poder Ejecutivo haya definiciones. Un proceso que lucha por construir los caminos de la Reconciliaci¢n, no puede mantenerse sobre estrategias ambivalentes o esperando equivocaciones de la insurgencia, lo que presupuest¢ el Ministro Ram¡rez Ocampo en el reciente encuentro de Costa Rica, donde manipul¢ con la buena fe de muchos de los participantes, buscando liquidar de un tajo la zona del Despeje para apropiarse de la administraci¢n de los ingentes recursos destinados por la comunidad internacional, para la paz de Colombia.
Ni puede permanecer impasible frente a la criminal actitud de las fuerzas armadas oficiales en el Putumayo, en donde como inicio del Plan Colombia, las tropas asesinan y siembran el terror a nombre del paramilitarismo.
Ni puede mantener esa estrategia ambigua de afirmar taxativamente, como lo hizo el se_or presidente Pastrana aqu¡ en el Cagu n en sus conversaciones con el Comandante Manuel Marulanda V’lez, la obligatoriedad del Estado de combatir al paramilitarismo, mientras por otro lado le otorga el estatus de interlocuci¢n pol¡tica. El gobierno debe clarificar con hechos su compromiso con la paz, al igual que los dirigentes de los partidos tradicionales firmantes de los acuerdos de Caquetania y Los Pozos, donde rubricaron sendos acuerdos de lucha contra la barbarie paramilitar.
Al reiterar nuestra decisi¢n y compromiso con este proceso que nos lleve a la reconciliaci¢n y a la reconstrucci¢n del pa¡s, consideramos que hasta tanto el se_or Presidente y su Gobierno no le aclaren al pa¡s y al mundo, su posici¢n oficial frente al terrorismo paramilitar y desarrollen pol¡ticas para liquidarlo, los actuales di logos deben ser congelados.
Convocamos a todos los Colombianos y a la Comunidad Internacional a la acci¢n permanente contra la imposici¢n del Plan Colombia y los oprobiosos condicionamientos del Fondo Monetario Internacional y por impedir que los militaristas le nieguen al pa¡s en esta oportunidad, su encuentro con la paz concertada y el fin de la confrontaci¢n fratricida.
Monta_as de Colombia
Estado Mayor Central de las FARC – Ej’rcito del Pueblo