El Tte Cnel Guillermo Lora pronunció un discurso ante los altos mandos del Ejército en pleno, con ocasión del juramento de bandera de los cadetes de las Escuelas Militares. En el momento en que estaba diciendo: «la corrupción de los dirigentes», el canal estatal Señal Colombia, que estaba transmitiendo el acto, lo cortó y comenzó a transmitir propaganda del Ejército hasta que Lora terminó su intervención. Esto ocurrió el pasado 28 de octubre y hemos considerado oportuno difundir el discurso completo de este insólito hecho.
Nizcor
JURAR BANDERA ES JURAR LEALTAD AL PUEBLO
por el Teniente Coronel Guillermo Lora
Cuando en el día de hoy, vosotros alumnos de los Colegios Militares, habéis jurado bandera, teneís la opción de trascender los límites de una ceremonia formal para convertir este acto en una convocatoria histórica que reúna – como vanguardia y sin exclusiones – a los jóvenes de Colombia, hombro a hombro con los mayores que, aquí presentes o en cualquier rinc¢n de la Patria, quieran acompa_aros para encaminarnos hacia la redenci¢n de nuestra Patria por v¡as que nuestros dirigentes tradicionales no han sabido o, mejor, no han querido trazarnos.
Esta propuesta implica una revisi¢n de nuestra historia, para colocar en primera fila de nuestra admiraci¢n y nuestro afecto, a quienes lucharon por la redenci¢n de los oprimidos y marginados de todos los tiempos: los humildes, los explotados, los sin tierra, los sin poder, los sin voz, los sin futuro, cuya condici¢n, en lugar de mejorar ha empeorado, llegando hoy nuestra patria a los extremos de la mas lacerante y cr¡tica situaci¢n.
La falta de credibilidad de los colombianos en todas las instituciones del estado, la injusticia social, la desigualdad de oportunidades, la corrupci¢n de los dirigentes, el desempleo, la crisis econ¢mica, la inseguridad, la percepci¢n de que nadie tiene idea para donde va el pa¡s y una guerra que parece no tener fin, son males que desde hace mucho tiempo atr s vienen socavando nuestro sistema de vida y el Estado de Derecho de que hace gala nuestra Constituci¢n.
En secuencia diab¢lica que ha venido taladrando nuestro esp¡ritu y horadando nuestras esperanzas, d¡a a d¡a nos vemos bombardeados por noticias que nos agreden y nos conmueven a todos por igual, El pueblo colombiano necesita un cambio radical en todos los campos y es a la juventud, en primer lugar, a la que le corresponde impulsar esta tarea de renovaci¢n.
Hay que darle al pueblo algo mas que pronunciamientos condenatorios, mas que palabras de aliento, algo mas que palabras como libertad y democracia en t’rminos abstractos. Es obligaci¢n de todos construir una existencia decorosa para cada colombiano.
El pueblo todo, nosotros todos, debemos comprometernos. El pueblo colombiano debe asumir su propio liderazgo, porque solo el pueblo tiene en sus manos los medios adecuados para buscar sus derechos y hacerlos respetar. El pueblo tiene derecho a su leg¡tima defensa. Nadie est autorizado para tomarse su nombre y a nombre de ‘l traer muerte y destrucci¢n.
El pa¡s no puede seguir de rodillas implorando milagros y esperando un Mes¡as que lo redima. No podemos permanecer inm¢viles aguardando que otros hagan lo que nos corresponde enfrentar a nosotros mismos. Los problemas de nuestra patria solo tienen soluci¢n si nos decidimos, nosotros mismos, a luchar por ella. Esta es tarea que no solo le compete a los civiles sino tambi’n, tomando como ejemplo al General Bol¡var, a quienes, como militares, debemos asumir una posici¢n decidida ante el destino de nuestra patria. Nuestro deber y nuestra responsabilidad es comprometernos en la liberaci¢n de Colombia llevando en mente el juramento de Bol¡var cuando exclam¢: «No dar’ reposo a mi brazo, ni paz al esp¡ritu hasta que haya libertado de las cadenas de la esclavitud a los pueblos oprimidos de Am’rica».
Esa Colombia liberada por Bol¡var ha visto frustrado su destino hist¢rico por la corrupci¢n, la injusticia y la ceguera de nuestros dirigentes, cuyo pensamiento ha volado siempre a ras de tierra. Es por eso que debemos tomar decisiones dr sticas.
Como colombiano, como militar, como nacionalista, os invito a todos, militares y civiles, a conformar una sola fuerza, un equipo dispuesto a realizar lo que sea necesario para sacar adelante nuestro pa¡s. Estamos en la obligaci¢n patri¢tica de constituirnos en fuerza capaz de conmover, inspirar y movilizar a las masas populares, para actuar conjuntamente en la bosqueda de un solo objetivo: construir nuestra propia patria.
Esta propuesta de asumir directamente nuestro propio destino en el camino de la liberaci¢n, significa bajar de su pedestal a aquellos ¡dolos de barro convertidos, por obra y gracia de los linotipos al servicio de la clase dominante, en pr¢ceres y padres de la Patria, cuando en realidad de verdad est n al origen de esta sociedad clasista y excluyente, como lo es hoy Colombia, en la que se benefician unos pocos en detrimento de la gran mayor¡a.
Esta propuesta, que est al alcance de vosotros, j¢venes cadetes, implica no solo reestudiar el papel de nuestros h’roes nacionales sino, adem s y con igual empe_o, revisar el sentido y proyecci¢n de nuestros s¡mbolos patrios. Tenemos una bandera que nos legaron las luchas liberadoras de nuestros antepasados ante la cual hoy jur is lealtad y consagraci¢n a los ideales de la Patria. Pero este juramento debe contener un aliento de renovaci¢n y de restauraci¢n de los valores libertarios que nos leg¢ Bol¡var.
No podemos olvidar que el Libertador Sim¢n Bol¡var, en el a_o de 1813, en nota al general Arismendi, gobernador de la isla Margarita, escrita un 28 de octubre, como hoy, anot¢: «El pabell¢n que la victoria ha enarbolado y que debe adoptar toda la naci¢n es el mismo que se usaba en la primera ‘poca, esto es el de los tres colores: azul, amarillo y encarnado!». Y es que los colores son longitudes de onda que impactan nuestro organismo, lo exaltan o lo aquietan, segon los micrones que conforman lo que identificamos como colores. Estos pueden ser de sincron¡a r¡tmica, cuando siguen la distribuci¢n armoniosa del arco iris o, cuando rompen esta gradaci¢n, pueden convertirse en fuente de sutil pero no menos contundente perturbaci¢n. Es lo que sucede con nuestra bandera tricolor.
La sucesi¢n de colores que va del amarillo, pasando por el azul para llegar al rojo, forma un espectro alterado que rompe la armon¡a.. Por esta raz¢n es que os propongo, en esta tarea de encontrar un camino de armon¡a para Colombia, que nos propongamos buscar la recuperaci¢n del orden que ten¡an los colores de la bandera que se iz¢ durante la heroica resistencia en Cartagena en 1815: azul, amarillo y rojo, secuencia que armoniza con la vibraci¢n natural de los colores del arco iris primario y que hizo exclamar a nuestro Libertador el 13 de octubre de 1822: «Yo ven¡a cobijado por el manto de iris».
Esta recuperaci¢n de un pasado, que no solo se refiere a las acciones de los hombres sino a la simbolog¡a patria, la hemos encontrado en ese maravilloso medio de comunicaci¢n que es Internet, medio que servir a la globalizaci¢n de la solidaridad humana y a proyectar, como nunca antes, el sue_o de unidad latinoamericana de Bol¡var.
Pero algo mas vais a encontrar en esta secuencia arm¢nica de los colores patrios. Cuando el amarillo, que simboliza nuestras riquezas, o mejor, las de ellos, las de quienes las han acaparado y monopolizado, est’ en el medio de nuestra bandera, ya no lo ver’is predominando por encima del rojo y el azul que, adem s de representar la sangre derramada por nuestros h’roes, los cielos que nos cubren y los mares que nos rodean, nos recuerda tambi’n la identificaci¢n de los partidos en los cuales se ha pretendido dividir secularmente al pueblo para enfrentarlo entre s¡, debilit ndolo y manipul ndolo.
Pero el amarillo no solo est representando nuestras riquezas sino que, de acuerdo a la definici¢n de nuestro poeta William Ospina, es la «franja amarilla» que simboliza a quienes, sobre todo en las nuevas generaciones, no han tomado partido por ninguno de los dos grupos en que tradicional y mayoritariamente ven¡an dividi’ndose nuestros compatriotas.
Podr¡amos decir que all¡, en la «franja amarilla», se nos puede situar a la oficialidad que no comulga ni quiere estar al servicio de un sistema inequitativo orientado por quienes, al amparo de apegos at vicos, utilizan la pol¡tica para beneficio personal y ego¡sta.
No es que la oficialidad joven a la que me refiero, a la que he querido colocar en la franja amarilla de nuestra simbolog¡a nacional, sea indiferente a la pol¡tica. ¥No! Bien sabemos que la guerra – al decir de Carlos von Clausewitz – es la pol¡tica por otros medios y que hoy Colombia est en guerra. Por ello somos conscientes de que, quienes batallamos aqu¡ y ahora, estamos haciendo pol¡tica. Pero tambi’n sabemos que la guerra se gana en dos frentes, en el pol¡tico y en el militar.
La victoria que buscamos, que es la victoria que os propongo que busqu’is, j¢venes alumnos, en este proyecto de aliento nacional, no pone todo su ‘nfasis en el triunfo militar – del cual estamos convencidos de ser los vencedores – pero donde a la postre todos perderemos. Porque, aon con nuestra victoria, lo que lograremos ser a costa de las vidas de muchos compatriotas.
Es por eso que el triunfo que buscamos lo queremos lograr fundamentalmente en el campo de lo pol¡tico, entendiendo este logro como un proyecto de unidad nacional en la bosqueda de una Colombia con justicia social, equidad econ¢mica, democracia real – que sustituya la democracia formal -, respeto a los derechos humanos, defensa del ecosistema y solidaridad con los pueblos del mundo que se han propuesto luchar, como nosotros, por eliminar de la faz de la tierra el predominio de quienes promueven el desarrollo econ¢mico a costa del hambre, la muerte y la desolaci¢n para los mas.
Nuestra tarea no se puede delegar ni postergar sin condenar a Colombia al caos y al abismo. Cualquier pueblo del mundo est obligado a luchar por su supervivencia, incluso si el precio, a veces, es demasiado alto. Esta realidad no es grata, pero es inevitable. Por todo lo que Colombia ha vivido, la tarea que debemos iniciar es ardua, tanto como lo requiere uno de los momentos mas cruciales de la historia.
Combatiremos decididamente a quienes han llevado a nuestro pueblo a la ruina y al desamparo. No lo haremos con odio ni rencor, pero si en forma resuelta por los actos que cometen y que nuestro ideal no considera ben’ficos para el pa¡s. ¥Compatriotas!, ¥j¢venes!, con este juramento y emulando a Bol¡var, os invito a no dar descanso a vuestro esp¡ritu hasta que liberemos a Colombia del yugo de la desigualdad y la violencia. Os invito a que tomemos conciencia, conciencia pol¡tica.
De la conciencia pol¡tica de hombres como ustedes depende que se mitigue y termine esta violencia, esta guerra. El futuro de nuestra sufrida Colombia est en nuestras manos. Prepar’monos y actuemos.
Que la fortaleza, el tes¢n y la inteligencia que se anidan con reciedumbre en nuestro esp¡ritu sea la salida que alimente la esperanza de la paz y del progreso para nuestros compatriotas.
Recibid estas palabras, j¢venes que hoy jur is bandera, como un pacto con ustedes de quienes, desde las filas del Ej’rcito, estamos comprometidos con Colombia y con su pueblo – que es el verdadero soberano a quien debemos lealtad – para ganar la batalla contra el hambre, contra la muerte, contra la explotaci¢n y la desigualdad, onica guerra que queremos ganar.
Nizcor