Elias Letelier-Ruz. Historia de la Noche: Poema LXXVI. Ed. l’Hexagone. Montreal 1999.
LXXVI
Soy un navío en el horizonte,
que se ahoga en la ambición del viaje;
la melancólica formación de la azurita,
que guardó en la itoclasa de su granulometría
la memoria profunda del cielo celeste;
el vértigo escalonado del conocimiento,
que permaneció, por un instante,
en un estado de contemplación,
sin musculatura.
Muy próximo
a la estoica benevolencia del acero
que poda la espesura del hombre,
en la hoguera del cráneo silvestre
resido con el elogio de mis sentidos,
muy sincrónico a cuanto emerge
a la vida y a los raudos causes,
que en otros tiempos me ocultaron.
íSoy!
Y aunque caiga derrotado sobre mi sombra,
empujado por el hambre del metal
o el cansancio de la célula,
volveré a despertar
en el canto de otras multitudes
y danzaré, como un desafío,
sobre el pecho de una nueva patria.
No podr n tocar lo que soy.
La memoria vertical de la lluvia
se despe_a de su b¢veda nupcial
y borra el dolor de los hambrientos litorales,
y ce_ida a la nomenclatura del espacio insonoro,
recorre los pelda_os profundos de la geograf¡a
y germina, todo cuanto hay
en la zanja de la desolaci¢n.
Soy un monopolio fractal.
Enfermo de tanto ser y no ser,
sin horma ni lenguaje,
persisto en retomar la primac¡a del tomo,
y en esta majestuosa oquedad,
porfiar con el claro dictamen de mi esencia.
Cuando de pronto el desamparo
asciende a los sentidos,
sin opci¢n, deposito mis sedimentos
en los estatutos b sicos del caos
y las mareas et¡licas
de coordenadas fluviales.
Me pierdo
en los estantes quebrados de la geometr¡a
y resuelvo ser aquello que la tempestad dej¢:
el retrato de una fr gil sinagoga,
que en el coraz¢n de las oxidadas cenizas
recupero los continentes de la memoria,
y levant¢ entre las escorias
el apogeo de sus torres,
para seguir insistiendo en vivir.
Elias Letelier
elias@letelier.com