Ayer jueves 23, la columna mercurial marcaba a las 8 y 30, hora local, más de 25 grados. En tres horas y media comenzaría la huelga general nacional de 36 horas convocada por la CGT disidente de Hugo Moyano, la Central de Trabajadores Argentinos conducida por Víctor De Gennaro y la Corriente Clasista y Combativa que acaudilla Carlos ôEl Perroö Santillán, en repudio al rumbo económico del Gobierno presidido por Fernando de la Rúa. Y la temperatura política también era de alto voltaje.
El funcionario nacional que contribuyó a atizar el fuego era el vocero presidencial Ricardo Ostuni. Ante la pregunta de uno de los colegas si el Gobierno preveía incidentes durante el transcurso del paro, no tuvo mejor idea que responder con una amenaza a los gremialistas: ôEsperamos que no nos obliguen a tomar la medida extrema de declarar la ilegalidad del paroö.
Advirtió, asimismo el ôdaño que le van a hacer al paísö con el paro estimando que las pérdidas orillarían ô800 millones de pesosö.
Ostuni debi¢ haber evitado lanzar un monto sin conocimiento, puesto que la cifra aproximada se acerca m s a los 1200 millones de pesos o d¢lares el monto que el pa¡s dejar de producir cuando la medida de protesta finalice hoy a las 0 hora local.
Al tiempo, cuestion¢ al Secretario General de la CGT oficialista, Rodolfo Daer, diferenci ndolo de Moyano y de De Gennaro.
«Es ins¢lito que gente que apa_¢ la desnacionalizaci¢n de la industria del pa¡s, que cobij¢ con su silencio la pol¡tica que llev¢ a esta desocupaci¢n, hoy se agravie de esta situaci¢n para hacer un paro», puntualiz¢ el vocero. Sin nombrarlo, se refiri¢ a la administraci¢n de Carlos Menem que finaliz¢ el pasado 10 de diciembre.
Por su parte, a_adi¢ que rescataba al titular de la CGT disidente y al Jefe de la CTA por la coherencia que hab¡an adoptado durante la d’cada menemista, aunque les recrimin¢ la falta de «comprensi¢n» por la situaci¢n que atraviesa Argentina hoy d¡a.
Mientras tanto, los colectivos (¢mnibus) que circulaban por la capital argentina lo hac¡an con pocos pasajeros. Las escuelas primarias y secundarias del distrito porte_o ten¡an sus puertas cerradas.
Se acercaba el mediod¡a, hora de inicio de la medida de protesta. Y otro funcionario de Gobierno, siempre presto a las declaraciones sigui¢ caldeando los nimos.
Fiel a su estilo autoritario, Enrique Mathov, Secretario de Seguridad Interior asever¢ que los cortes de calles y rutas a lo largo de toda la Argentina se asemejaba a una medida de fuerza «m s hecha a un gobierno dictatorial que a un sistema constitucional.
«Esto es muy preocupante porque someter a toda la poblaci¢n a una movilizaci¢n, a un impedimento de la circulaci¢n y otros hechos que pueden crear un marco donde se va a provocar sin duda alguna violencia es realmente un disparate en un Estado constitucional», sostuvo. Y a_adi¢ «que un movimiento de esta naturaleza se justifica en situaciones donde el pa¡s vive una dictadura, donde la civilidad no tiene modos ni medios».
Mathov, ante la sorpresa de los periodistas lanz¢ una comparaci¢n harto peligrosa :»Hay una movilizaci¢n que pareciera m s hecha a un gobierno dictatorial que a un sistema constitucional y en la Argentina hace 20 a_os atr s algunos hicieron creer a varios que utilizando la violencia se pod¡an resolver los problemas de la Argentina y pas¢ todo lo contrario».
Ya la Ciudad de Buenos Aires se iba preparando para el comienzo de la huelga general. Eran las 12 hora local. Lentamente los trabajadores del Estado iban organiz ndose en grupos en distintas esquinas de la capital argentina. Los empleados de los hospitales municipales en la zona sur. Trabajadores del Ministerio del Interior lo hac¡an a pocos pasos de la Plaza de Mayo. En la avenida Paseo Col¢n, muy cerca de la Aduana, se congregaban los trabajadores de la seguridad social. Frente al Parlamento Nacional, en la avenida Rivadavia y su intersecci¢n con la de Callao, lo hac¡an los empleados del Congreso, los choferes de camiones, los trabajadores de la justicia, militantes de izquierda y un nutrido grupo de jubilados y pensionistas. Las bombas de estruendo, el incesante sonar de los bombos y las miles de octavillas lanzadas al vuelo, fueron el ropaje que caracterizaron los cortes de las calles en m s de 20 concentraciones en la capital del pa¡s.
El firmamento de un sol radiante mut¢ a un plomizo que presagiaba lluvia.
En el pa¡s profundo, en la patag¢nica Neuqu’n, en la mediterr nea C¢rdoba, en la provincia de Buenos Aires -Florencio Varela, Beraz tegui, Mar del Plata- en la norte_a provincia de Jujuy, en fin una extensa lista de ciudades donde el pueblo gan¢ las calles y las cort¢ manifestando su rechazo a las pol¡ticas econ¢micas que el Gobierno de la Alianza viene implementando desde que asumi¢ hace once meses. La demanda de los manifestantes no es otra que conseguir un puesto de trabajo, o un m¡sero plan Trabajar de 160 pesos mensuales.
En la concentraci¢n ante el Congreso de la Naci¢n se aprestaba a hablar, ante unos 1500 manifestantes, Hugo Moyano. Comenzaba a llover.
El l¡der de la CGT disidente, le reclam¢ a la administraci¢n radical frepasista que se «haga responsable del hambre y la miseria» del pueblo y se lament¢ de que Argentina no tenga «perspectivas de mejorar».
Seguidamente cuestion¢ a Patricia Bullrich, Ministra de Trabajo, quien en la ma_ana de ayer hizo responsables sobre eventuales incidentes durante la huelga a Daer, De Gennaro y al propio Moyano.
«Vamos a ser responsables de todo lo que ocurra con los trabajadores del pa¡s, pero tambi’n ellos (el Gobierno) se tienen que hacer responsables de los permanentes despidos, de la baja de salarios y del hambre y la miseria», replic¢ el gremialista.
Al tiempo, dijo que los trabajadores no entrar¡an en el juego de las provocaciones que deslizaba la coalici¢n gubernamental.
D¡as atr s, De la Roa hab¡a precisado que no entend¡a las razones de la medida de fuerza.
En tal sentido, Moyano afirm¢ : «Nos sorprende cuando el Presidente dice `no s’ por qu’ paran`. ¨D¢nde vive ese se_or? +En qu’ pa¡s vive? +No ve televisi¢n, no escucha la radio? ¨Qu» es lo que pasa con este se_or?», se pregunt¢ finalmente.
Luego explic¢ las motivaciones de la huelga.
«Paramos porque en nuestro pa¡s hay cada vez m s hambre y lo m s lamentable es que no hay perspectivas de mejorar sino todo lo contrario: en nuestro pa¡s va a haber m s hambre y miseria. Y si hay m s hambre y m s miseria tambi’n va a haber m s lucha».
Cerrando su alocuci¢n, el l¡der de la CGT disidente replic¢ que «violencia no es cortar las rutas, ni la calles: violencia no es reclamar, violencia es dejar a hombres y mujeres sin trabajo», reiterando que era «el modelo econ¢mico el que hambrea a nuestra gente».
Cuando hab¡an pasado 5 horas de comenzada la huelga, en la Casa de Gobierno, el Jefe de Gabinete de Ministros, Chrystian Colombo, realiz¢ la evaluaci¢n del paro nacional.
Afirm¢ que «por suerte» la medida de fuerza se desarrollaba «en un clima de absoluta tranquilidad» e indic¢ que «m s que un costo pol¡tico» la protesta ten¡a «un gran costo econ¢mico».
Por otra parte, evit¢ pronosticar que acatamiento tendr¡a la huelga nacional que finaliza hoy cuando se sume a la medida la CGT oficialista que dirige Rodolfo Daer.
Al tiempo, Colombo reflexion¢ que la mayor preocupaci¢n de la poblaci¢n era que perd¡an ingresos «el presentismo, la posibilidad de trabajar y el ingreso porque no pueden circular taxis y colectivos».
Adem s tuvo tiempo de recordar que la grave crisis que atraviesa el pa¡s era por «la herencia» recibida por la administraci¢n aliancista de «un pa¡s con un d’ficit social que, quiz s, era m s importante que el d’ficit econ¢mico que hab¡a tanto en el sector privado como en el sector poblico».
Por oltimo, el funcionario destac¢ que la cr¡tica del Gobierno no era por los reclamos de las centrales gremiales sino por la «metodolog¡a» de la medida.
Alberto Bastia
Jefe Corresponsal¡as Informativos.Net en Am’rica Latina