-ridos, ambiciosos y casi espectaculares, en «Ezarian» ser solapan sintonías que apelan al silencio («Eraikitzen») con formas tensas y fibrosas que aprietan el sonido hasta estrujarlo («Hemen naiz ez galditzeko baina»), hasta someterlo al vacío. Es casi lo mismo, el silencio y el vacío, y en ambas situaciones LISABÍ defienden sus teorías y atacan con sus instrumentos, se mueven con desparpajo matemático y aprietan las tuercas de un sonido que nunca tiene grietas, ni huecos, ni estrías. Casi expresándose de una manera trágica, casi rogando a gritos, «Ezarian» es un conjunto hermético y funciona como un todo, más allá de la potencialidad de cada uno de sus temas; pero vivido en conjunto, en un sólo tramo, se presenta como un disco exhaustivo y agotador, once porciones sonoras que te aguantan la respiración y te aprietan el pulso, te colapsan. De nuevo con un diseño cuidado, con un sonido explosivo, con unas formas inverosímiles, con una tenacidad encomiable, con unas letras sinceras (traducidas al castellano en el libreto), con algunas ayudas bienvenidas (violoncelo, Jabier Muguruza), el primer largo de LISABT es la fuerza vital plasmada m s all del hardcore. Enhorabuena. Por Jesos Castillo
LISABÍ
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