Porque el capitalismo no puede sostener ya los valores con los que trató de vez en cuando de adecentarse, sobre todo cuando su violencia, sumisión y explotación se hacían insostenibles.
Porque lo siniestro se universaliza, la impiedad se hace cotidiana, la tristeza y la muerte arrasan con gran parte de la población mundial y de la naturaleza.
Porque no podemos cargar con todo eso, pero debemos poder por responsabilidad hacia ese estado de cosas.
Porque si nos sacamos la parte de la religión, la vida expresará los gestos que serán multitudes.
Porque en nuestras frecuentes y tranquilizadoras compañías hemos estado solos y hemos dejado sola a la justicia, a la generosidad, a la gratuidad, a nuestra gente.
Porque no hay más tiempo para la impotencia, y rechazamos las compañías del poder.
Porque creemos que nuestros tiempos y nuestros pueblos ni siquiera nos exigen, pero miran atentamente nuestra ética y esperan que detrás de nuestras bellas intenciones no haya conformismo sino responsabilidad. Toda la responsabilidad.
Es por eso, que elegimos como s¡mbolo de la reparaci¢n, de un nuevo pueblo, del amor como creaci¢n de la vida, de la potencia respecto de la cual el poder no cesa de fracasar en su miserabilizaci¢n, a un fil¢sofo de nuestro tiempo, a alguien cuya ternura intelectual nos interpela porque sufre por lo que ni siquiera intuimos y goza con lo que hemos olvidado.
Ya corri¢ mucha cicuta entre los cuerpos y almas de aquellos que por se_alar el mejor devenir de pueblos y tiempos, pagaron con su vida semejante afrenta a la tristeza. Toni Negri est en una celda de la prisi¢n de alta seguridad de Rebibbia, en las afueras de Roma, para resolver la libertad de ciento ochenta compa_eros presos y otros ciento cincuenta exilados. Sabr la eternidad lo que recorre su esp¡ritu, porque nunca nos lo dir , porque no hace falta que lo diga.
Porque no quiere ser encerrado entre las categor¡as de culpable o inocente, eso ser¡a hacerle el juego al sistema judicial, pol¡tico y carcelario al que su actitud sopapea diariamente. La historia lo puso en un lugar del que no reniega. Como dijera a Paolo Virno la v¡spera de su ida de Francia, pa¡s donde s¢lo cultiv¢ amigos de la vida, «ya que necesariamente soy parte del problema, tratar’ de ser parte de su soluci¢n». Tierna manera de decirnos que nos asumamos como problema y devengamos soluciones.
No quiso testimoniar, quiso aliviar el dolor de quienes padecen como chivos expiatorios de una Italia que no se empata con su historia, de un sistema judicial que no admite su error porque se sabe culpable. Pero ya basta de cristos y chivos expiatorios.
Negri ya estaba solo e impotente antes de la celda. Nosotros lo y nos dejamos solos y nos rencoreamos de impotencia. Porque la soledad, como se_ala Negri, es ser pol¡ticamente impotentes. Negri no quer¡a tristeza, soledad y resignaci¢n. Su manera de escaparle a ello, m s all de la actitud para resolver el drama de tantos, fue bofetear al poder, que es una forma de regar la libertad.
Necesitamos a Negri por ah¡, libre, jocoso, provocador. Porque nuestros tiempos precisan filosof¡a pol¡tica para encarar un devenir que escape al horror del capitalismo. Sus carceleros siempre supieron lo que hicieron. Hoy en d¡a el capitalismo sabe lo que no tolera de Negri: que sea libre, amante, alegre en el lugar dise_ado para padecer.
Que la clase pol¡tica italiana tenga un espasmo de raz¢n, y libere a Negri y a los prisioneros de un tiempo que, bajo otras formas, vuelve volviendo, porque de todas formas sabe que, en las afueras del rea de Haendel, Toni Negri dice al poder: «deja que r¡a, y que respire la libertad».
Toni Negri, entre otros y aliado con la vida, nos est uniendo. Nos est acompa_ando en el reencuentro. Con el silencio del fil¢sofo, con la iron¡a sana del c¢mico. Hay sin duda, un Negri m s all de Negri, debemos ya sospecharlo, intuirlo. Decirle que estamos rompiendo las soledades, desandando los exilios. Negri sabe que la multitud germina en la gente simple, pero lo ten¡amos preocupado.
Ya est . Ya entendimos. Salgamos todos a romper el significante del ‘xodo, porque nos conjuramos por una vida nueva. Y que los carceleros y sus mandatarios, se banquen la rosa que esta vez no vamos a manosear.
Correpi