No es posible maquillar la tristeza ni el dolor instalado en algún rincón del alma sin aviso previo. Tampoco es posible disimular el amor entre las gentes. A veces, basta una mirada y zas! el amor queda denunciado, desnudo ante todos y ante todo. La tristeza y el amor, son incontenibles fuerzas que buscan la luz y el aire libre.
El miedo tampoco resiste maquillaje alguno. Los seres invadidos por el miedo tienen un rostro inconfundible. Aunque nada digan, de su silencio brota un aura inevitable, ineludible como el color de la tristeza humana que es la que conozco. La otra, la tristeza de los animales no me ha sido dada aunque creo que existe. Muchas personas no lo creen. El amor, la tristeza y el miedo existen y no es posible maquillarles.
No es posible maquillar el miedo y se le percibe en la embajada de los Estados Unidos en Quito. Se siente, entre quienes viven allí, que el miedo crece sin pausa.
El miedo desfila por las blancas rejas de la manzana que ocupa esta sede. La antena parab¢lica de la terraza de la embajada es como un ojo hueco que busca razones del p nico. No se sabe si el temor entra o sale de la embajada, aunque -rompiendo el protocolo-, pretenden impedir su entrada con 487 columnas de hierro y capiteles dorados instaladas en las veredas aleda_as. La seguridad y la comodidad de los peatones criollos no importa. Son obras levantadas sin permiso del Municipio Metropolitano de Quito.
El miedo no se maquilla y es m s grande, m s ancho y m s fuerte que los muros con los que han cerrado las calles por los cuatro costados. Los taxistas y los dem s ciudadanos no importa. son tercermundistas que pueden rodear. Entre nos, seguro, que los de la embajada esperan que nunca puedan dar la vuelta.
Dicen que en la embajada estadounidense de Quito, con solo aplastar un bot¢n, unos potentes sistemas hidr ulicos sellan los accesos principales con planchas de acero como muros. Tal como era en los castillos de la edad media que izaban puentes para que los enemigos no puedan pasar. No pueden disimular el miedo.
El miedo destila desde adentro de la sede. Se convierte en gruesas columnas de concreto, construidas con varillas de hierro corrugado de una pulgada y con cemento tra¡do en valija diplom tica. Son columnas de m s de un metro de di metro que, apenas acabadas las fiestas de Quito, la embajada comenz¢ a levantar en media calle. ¥Columnas de concreto en medio de la avenida doce de octubre, carril del lado derecho, yendo de sur a norte, frente a la Universidad Cat¢lica.!
Se pretende esconder el miedo entre muros, pilares verde-dorados, sistemas hidr ulicos y columnas de concreto. Tambi’n pretenden maquillar el miedo con escuadrones de guardias que cuidan la embajada. A pocas cuadras, en El Ejido y El Dorado, no hay quien espante a los malandros ni organice el tr nsito ni coquetee a las vendedoras ambulantes.
Los seres que son presas del p nico desarrollan un instinto de seguridad que es como una guarida donde amontonan el sentido de culpa y el remordimiento que les carcome. ¨Cu l es el miedo de la sede diplom tica de Estados Unidos en Quito? ¨Qu’ p nico les sacude hasta el irrespeto a una ciudad que les acoge con nobleza, con sus enormes iniquidades y su rec¢ndita pobreza?.
¨Ser que el PLAN COLOMBIA y la BASE DE MANTA les anuncia graves desastres y problemas? ¨Ser que su perenne manipulaci¢n de la econom¡a de nuestros pa¡ses les atemoriza porque millones y millones de pobres piden pan y pueden entrar a la despensa de su casa, como preludia la canci¢n de Juan Manuel Serrat? +Estar n d ndose cuenta que su modelo neoliberal globalizante es padre del desempleo y la indigencia? ¨Ser que temen caer en el abismo de su mentira cuando hablan de democracia y derechos humanos, mientras su sistema electoral provoca pena y risa?
El miedo de la embajada gringa en Quito est creciendo y no lo disimulan ni pueden maquillarlo.
La tristeza, el amor y el miedo son libres y no es posible maquillarles. Buscan flotar libres en el aire.
Por suerte, al otro lado del plan Colombia, los sue_os son libres y la esperanza, tambi’n, es libre. (Ec/YZ/Au-Pno/Vi-Dh/mc)
Carlos Ter n Puente