Na´ve – Auvidis
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tYa han pasado varios meses desde el regreso de PERRY BLAKE pero, aún así, «Still Life» merece una oportuna revisión. El irlandés que sorprendió al mundo con su perfecto debut homónimo vuelve girando sin cesar sobre la melancolía agria que se supone el eje de su particular visión del mundo, pero si en «Perry Blake» el vestido electrónico dotaba de brillos contemporáneos que amortiguaban el golpe, aquí, con los arreglos de cuerda más orgánicos y acuciantes, el dolor se acentúa. Puede decirse de otra forma: la labor en la programación de Graham Murphy ha perdido terreno respecto al trabajo arreglista de Glenn Garret, colaborador de Brendan Perry, con lo que todo queda dicho: el dramatismo gana terreno, da dentelladas a las escasas esquirlas de luz. «Still Life», el t¡tulo amenaza, sitoa a PERRY BLAKE en su particular pedestal de crooner sombr¡o, de sufridor perpetuo sin otro sino que su propio dolor. Amargo, triste, pero iluminado en el proceso creativo, logrando aciertos perennes («Still lives», «Sandriam», «Bury me with her (Julia)») y desafiando la presencia de cualquier leyenda (la aparici¢n de Franzoise Hardy en «War in France» es pura an’cdota). El esp¡ritu de Scott Walker, el dogma de Nick Drake, envueltos en celof n de crisantemo, en una obra triste y desolada desde su misma presentaci¢n. El escalofr¡o europeo de un neocl sico.