Desde que hace casi 30 años recorrió Chile durante un mes, el presidente cubano Fidel Castro no efectuaba en América Latina una visita de la duración, intensidad, y hermandad con el anfitrión, como la que acaba de cumplir en Venezuela, donde residen unos 25.000 cubanos, la mayoría de ellos anticastristas.
En Venezuela hubo de todo: un trato muy deferente de su anfitrión Hugo Chávez, quien le mostró como a un maestro y aliado de excepción; un acuerdo petrolero sin parangón en las relaciones internacionales; la oportunidad de comprobar que Cuba puede hacer aportes a otros países del Sur; una internación suya en temas de Venezuela; un juego de béisbol con Fidel al bate; un inédito programa de radio, una videoconferencia, un público entusiasta deseoso de verlo, aplaudirlo, tanto en Caracas como en el interior del país.
Sin embargo, esta visita, desplegada en la prensa, radio y televisión venezolanas, tuvo poco impacto y escasa figuración en los medios de comunicación del exterior. Fue notorio en pa¡ses y comunidades que pueden afectarse por lo que ocurr¡a en Caracas: el exilio cubano en Florida, Estados Unidos, los vecinos de Venezuela y el resto de Am’rica Latina y el Caribe. Cuando el presidente Bill Clinton apenas roz¢ Cartagena en el lanzamiento de su Plan Colombia, todo el mundo en la regi¢n vio su oportunidad de expresarse. Esta vez, todos prefirieron hacer mutis por el foro.
Este hemisf’rico encogimiento de hombros -como lo llam¢ el matutino El Nacional-, ante la sin duda triunfal visita de Castro al mayor productor de petr¢leo del hemisferio occidental y reservorio de hidrocarburos de Estados Unidos, puede leerse como una se_al de los tiempos que corren. Cuba es un pa¡s peque_o con una econom¡a modesta, en una regi¢n donde emergen nuevos movimientos, como los que simpatizan con el bolivarianismo de Ch vez o con los campesinos sin tierra de Brasil.
Algunos interpretaron la visita como un relevo de guardia generacional en la lucha integracionista latinoamericana y antiimperialista. Castro dej¢ en claro que «la comunidad de prop¢sitos se expresa de manera elocuente en el rechazo a las pol¡ticas neoliberales y en la posici¢n de luchar por el desarrollo econ¢mico y la justicia social».
Y al entregar simb¢licamente el testigo, dijo de Ch vez: «admiro su valent¡a, su honestidad y su visi¢n clara de los problemas del mundo actual, y el papel extraordinario que Venezuela est llamada a desempe_ar en la unidad latinoamericana y en la lucha de los pa¡ses del Tercer Mundo».
Castro sostuvo que Venezuela tambi’n maneja su propio modelo de democracia y se_al¢ que «a los imperialistas y a su sistema de imponer la seudo democracia este tipo democracia (la venezolana) que se acerca m s a lo que es democracia para Am’rica Latina, constituye una fuerza demoledora a favor de cambios justos».
Cuando se le pidi¢ establecer semejanzas entre el proceso que emprendi¢ Salvador Allende en Chile y el de Ch vez, Castro asegur¢ que no existen modelos de gobiernos iguales en el mundo y destac¢ que «Allende naci¢ de las filas izquierdistas y que Ch vez es militar».
Dijo que se trata de «dos mundos diferentes» porque Allende era un «gran y honesto» dirigente pol¡tico y un hombre de izquierda de verdad en la teor¡a y en la pr ctica, y en cambio Ch vez, es un militar y «no naci¢ de la izquierda como Allende». Record¢, asimismo, que el contexto al que se enfrent¢ Allende estaba caracterizado por el apoyo del pueblo, pero ten¡a en su contra a Estados Unidos .
Revival.- Quiz muchos se quedaron en los sesenta o se engolosinaron en las vestimentas verde-olivo y las evocaciones a los h’roes Sim¢n Bol¡var y Jos’ Mart¡, y se ahogaron en la superficie, sin tomar en cuenta que lo que est en marcha es una nueva correlaci¢n de fuerzas en la regi¢n, donde aparecen ya claramente identificados Estados Unidos y Brasil como sus polos, y Venezuela -sumado ahora a Cuba- como pieza del bloque sudamericano.
Las preocupaciones de la oposici¢n son «las grandilocuentes virtudes que Ch vez le atribuye a la revoluci¢n cubana y la orientaci¢n que ha venido otorg ndole a la pol¡tica exterior, en especial las relaciones con Ir n, Libia, Irak, el voto en la ONU contra Israel», como se_al¢ la analista Argelia R¡os. Para la oposici¢n, se trata de todo un conjunto de episodios aparentemente aislados ante los cuales Estados Unidos guarda un silencio sospechoso, que en modo alguno puede calificarse de indiferencia. En estas circunstancias no hay hechos casuales, sostienen: en una semana dos buques estadounidenses han penetrado aguas venezolanas.
Para el polit¢logo e internacionalista Am¡lcar Romero, la idea de crear un «polo de poder» latinoamericano si bien suena atractiva, carece de sentido pr ctico. Se trata, dice, de «un nuevo delirio geopol¡tico que invade hoy a quien nos gobierna», que no brinda a Venezuela ningon beneficio en lo econ¢mico, militar ni ‘tico y suma miedo de inversionistas, mala voluntad de Estados Unidos, temor y perplejidad de los europeos y vecinos por la subordinaci¢n sicol¢gica de Ch vez «a la ya raqu¡tica imagen rom ntica del barbudo ex guerrillero».
Romero dijo que Castro est de salida, y su verdadero interlocutor es Washington, para quien su objetivo es Miami: asegurar que el exilio cubano no obtenga una victoria total luego de su muerte, para lo que requiere la ayuda de Washington.
En su visita a Caracas, Castro ha sido moderado: ha dado el visto bueno a la econom¡a de mercado. «No vengo a buscar combustible, aunque Venezuela tiene bastante, vengo a buscar cooperaci¢n, vengo a buscar hermandad entre nuestros dos pueblos, vengo a enriquecer la experiencia de vida. Ambos nos necesitamos en la lucha comon por cumplir nuestros sue_os de unidad», puntualiz¢ Castro cada d¡a de su visita.
Y frente a la interrogante de si las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos – principal comprador de crudo del pa¡s- se ver n afectadas por los acuerdos con Cuba, Hugo Ch vez insisit¢ en que ningon pa¡s soberano e independiente deber¡a molestarse porque otro Estado ejerza su independencia.
Tras la visita a Chile en 1971, Castro reci’n regres¢ a Latinoam’rica en 1988 para asistir a las investiduras de los presidentes Rodrigo Borja (Ecuador, agosto 10) y Carlos Salinas de Gortari (M’xico, diciembre 1), lo que facilit¢ la inclusi¢n de Cuba en foros como las cumbres iberoamericanas. Luego, Castro acudi¢ a las tomas de posesi¢n de Carlos Andr’s P’rez (Venezuela, 1989) y Fernando Collor (Brasil, 1990), convirti’ndose as¡ en una presencia m s bien cotidiana en Am’rica Latina.
Algo m s que empat¡a.– Sin duda, Castro y Ch vez son dos gobernantes at¡picos en el escenario latinoamericano que protagonizaron una convivencia con un muy variado programa que culmin¢ en la firma de acuerdos, tras pasar por recorridos por la zona de desastre de Vargas, el centro hist¢rico de Caracas, Sabaneta de Barinas (un pueblo llanero donde naci¢ Ch vez), bailes, juegos de b’isbol, conferencias universitarias, videoconferencia de prensa, programas de radio y, sobre todo, contacto permanente del l¡der cubano con campesinos, empresarios, estudiantes, ni_os, despose¡dos, y marginamiento de cualquier contacto con la prensa internacional acreditada en Caracas.
Sin duda, una agenda de lujo para unas relaciones impulsadas a punta de la empat¡a de ambos, porque m s all del llamado «factor caribe» -y sus expresiones como la salsa, el b’isbol y el gusto por la irreverencia- poco en comon tienen ambas sociedades.
Ni siquiera existe hoy la identificaci¢n ideol¢gica que en los 60 uni¢ a un sector de la izquierda venezolana con la Revoluci¢n Cubana, y hay que recordar que Castro nunca aval¢ el intento de golpe de Ch vez contra Carlos Andr’s P’rez, en febrero de 1992.
Como buen maestro ante su disc¡pulo, Fidel alert¢ poblicamente a Ch vez acerca de las dos principales carencias que confronta la «revoluci¢n pac¡fica» a la venezolana: se necesita propiciar todav¡a una verdadera organizaci¢n popular y la formaci¢n adecuada de cuadros administrativos capaces de sustituir a Ch vez cuando llegue el momento.
«Tienes un problema, y es que no tienes sustituto», dijo Castro, tras se_alar en plena Asamblea Nacional (vestido de civil), que no le preocupan los atentados contra su persona, sino los que seguramente ahora intentar n contra el presidente venezolano. En tono paternal, castro le pidi¢ una vez m s que cuide mejor su seguridad personal, y le dijo que si bien en Venezuela existe materia prima abundante para construir la «revoluci¢n democr tica», tambi’n «todo est por organizar».
Durante su presentaci¢n ante la Asamblea Nacional Castro ofreci¢ un mensaje en el que record¢ los 40 a_os de copulas podridas que sirvieron para agudizar la pobreza extrema en Venezuela, la corrupci¢n y el abandono de la educaci¢n y salud de los venezolanos.
«Las decenas de miles de millones de d¢lares malversados por pol¡ticos corruptos constituyen un genocidio, porque los fondos que roban al Estado matan a un incalculable nomero de ni_os, adolescentes y adultos, que mueren por enfermedades prevenibles y curables. (…) La fuga de capitales es tambi’n genocidio. (…) Siempre he cre¡do que con una administraci¢n eficiente y honesta, Venezuela habr¡a alcanzado en los oltimos 40 a_os un desarrollo econ¢mico similar al de Suecia», dijo.
En realidad la empat¡a entre ambos presidentes naci¢ en1994, cuando Castro, enojado por el recibimiento que el anciano presidente Rafael Caldera diera en el palacio de Miraflores al extremista l¡der del exilio cubano en Miami, Jorge Mas Canosa, invita a Ch vez a una conferencia sobre Sim¢n Bol¡var en la Universidad de La Habana.
Mucho agua ha pasado bajo el puente, y hoy los nexos se han estrechado y solamente en lo que va de a_o, Venezuela pag¢ 2 millones de d¢lares por 24 equipos de detecci¢n de virus y 900.000 kits de reactivos; 3 millones en vacunas contra la hepatitis B y 6 millones de d¢lares para un programa de vacunaci¢n masiva. En total, se compran 12 millones de d¢lares anuales en productos m’dicos cubanos, revel¢ el embajador venezolano en Cuba, Julio Montes.
El combate a la globalizaci¢n y el neoliberalismo han sido los puntos de encuentro entre ambos jefes de Estado, y castro no pierde oportunidad para lanzar a Ch vez por el callej¢n del medio, garantizando a todos el mundo que su hom¢logo «no es comunista, socialista ni marxista».
Poco antes de la reelecci¢n del mandatario venezolano, Castro dijo en la Habana a periodistas venezolanos que «Ch vez no es un hombre de violencia, es un hombre revolucionario como Bol¡var, Mart¡, Washington y Miranda; no es un revolucionario marxista, nunca le escuch’ una palabra de instaurar el socialismo en Venezuela (…) Ch vez es un apasionado y yo tambi’n lo soy; es combativo, es luchador, no es un hombre que se rinde, no es un hombre sanguinario ni represivo, es de gran nobleza».
Econom¡a de mercado.- Castro sorprendi¢ a muchos al se_alar, ante la Asamblea Nacional que «una distribuci¢n racional de las riquezas mediante sistemas fiscales adecuados es posible dentro de una econom¡a de mercado», aon cuando resalt¢ que este modelo «engendra desigualdad, ego¡smo, consumismo, despilfarro y caos». Y a_adi¢ que a su juicio, «en lo inmediato, Venezuela no tendr¡a otras alternativas», tras recordar que no menos del 70% de sus riquezas fundamentales es propiedad de la naci¢n: «no hubo tiempo suficiente para que el neoliberalismo las entregara todas al capital extranjero».
Y complet¢ con una frase que resumi¢ la realidad: «Ello significa que estar¡a al alcance de ese gobierno erradicar totalmente el analfabetismo en pocos a_os, lograr una ense_anza de alta calidad para todos los ni_os, adolescentes y j¢venes, una cultura general elevada para la mayor¡a de la poblaci¢n; garantizar asistencia m’dica ¢ptima a todos los ciudadanos, facilitar empleo a todos los j¢venes, eliminar la malversaci¢n, reducir al m¡nimo el delito y proporcionar viviendas decorosas a todos los venezolanos.
Los dos caballeritos.- El presidente de Cuba, Fidel Castro, dijo este lunes que no le preocupa lo que puedan hacer con su pa¡s «esos dos caballeritos» que se presentan a la presidencia de Estados Unidos, al referirse al republicano George Bush y al dem¢crata Al Gore.
«No espero nada de ellos (los dos candidatos), no simpatizo con ninguno de ellos, por lo tanto no me interesa lo que hagan esos dos caballeritos que aspiran a la presidencia, cuya inexperiencia pol¡tica es evidente y que han dicho que van a arreciar el bloqueo contra Cuba», afirm¢ Castro.
Preguntado si mejorar¡an o empeorar¡an las relaciones entre EEUU y Cuba, Castro afirm¢ que no cree ni una cosa ni otra, porque «cuando dicen que se va a suavizar el bloqueo se endurece aon m s», como ha hecho hace pocos d¡as el Congreso, y se_al¢ que de todos los presidentes de EEUU que ha visto desde que el alcanz¢ el poder, en 1959, «ya no me acuerdo del nombre de muchos de ellos». «El onico decente y caballeroso se llama (Jimmy) Carter, ha habido alguno inteligente y culto, pero con muy poca experiencia en pol¡tica internacional, del resto ni me acuerdo», afirm¢.
«Cuando se dice que se va a suavizar el bloqueo, lo endurecen aon m s», dijo Fidel, quien llam¢ «estupidez» a esa medida para aislar a Cuba, y calific¢ de «genocida» la prohibici¢n norteamericana para que la isla pueda recibir medicinas y alimentos, porque vulnera la Convenci¢n de Ginebra de 1948.
Castro asegur¢ que el embargo «no lo desea» el pueblo de Estados Unidos, ni muchos legisladores del Congreso, ni la gran mayor¡a de los pueblos del mundo.
Afirm¢ que el Gobierno de Washington «no ha hecho ningon caso a la opini¢n mundial, y ha entrado (por ello) en conflicto con muchos de sus propios aliados por el bloqueo».
Advirti¢ de que «la Cuba de 1959 no es la del a_o 2000, porque ahora hay un pueblo culto y preparado, que ha aprendido a resistir», aludiendo al embargo comercial estadounidense que afecta a la isla desde 1962, e indic¢ que Bill Clinton «no dudo que tuviera buenos deseos» respecto a su pa¡s, pero «con ellos no ha llegado a ninguna parte».
Por su parte, Ch vez afirm¢ que «Estados Unidos no debe inquietarse» ante esta nueva realidad, entre otras cosas porque «no estamos en tiempos de imperio», y habl¢ sobre la molestia de Washington por su visita a Irak para entrevistarse con Saddam Hussein, en agosto pasado. Un funcionario lleg¢ a pedir que cancelara el viaje, relat¢. «Imag¡nate to, qu’ falta de respeto tan grande», record¢. Por eso, abog¢ por un env¡o de «cremita para la irritaci¢n». En su opini¢n, la pomada surti¢ efecto, pues «Estados Unidos cambi¢ sus t’rminos hacia Venezuela entendiendo que la visita formaba parte del liderazgo venezolano en materia petrolera. Adem s, ahora nos respetan m s en Estados Unidos», garantiz¢.
El gobernante aprovech¢ su referencia a las relaciones con la Casa Blanca para volver a pedir el fin del bloqueo econ¢mico norteamericano contra Cuba, al tiempo que abog¢ por pasar la p gina de los esquemas bipolares, hegem¢nicos e imperialistas que marcaron las relaciones internacionales del siglo pasado.
Sin conexi¢n con Pero.- Ch vez neg¢ que la experiencia venezolana haya sido inspiraci¢n para movimientos similares en Am’rica Latina como los adelantados en Ecuador y Pero por Lucio Rodr¡guez y Ollanta Humala Tasso, respectivamente.
«Yo no voy a pronunciarme al respecto, por respeto y por desconocimiento. No creo que eso sea un impacto directo del proceso venezolano (…) el proceso venezolano en su fase militar sucedi¢ hace casi nueve a_os, y cada proceso tiene su propia din mica. Esto no es exportable para otro pa¡s», indic¢ Ch vez.
Colombia.- El 16 de enero de 1999, apenas un mes despu’s de haber sido electo como presidente, Ch vez viaj¢ a La Habana para participar en un encuentro tripartito sobre las posibles salidas para el conflicto colombiano. Ch vez, Castro y el presidente colombiano Andr’s Pastrana protagonizaron un «encuentro m gico que hoy ser¡a dif¡cil repetir», al decir de un alto funcionario venezolano.
Si bien el tema colombiano ha estado gravitando desde entonces entre los tres pa¡ses, del clima de comienzos de 1999 es poco lo que queda, despu’s que Pastrana prefiriera la soluci¢n a la norteamericana, a trav’s del Plan Colombia. Durante su visita a Caracas, Castro se declar¢ opuesto al uso de la fuerza para alcanzar la paz en Colombia, y enfatiz¢ que «con m’todos militares no se alcanzar jam s» el fin del conflicto armado que padece esa naci¢n, «Debemos combatir todos por la desaparici¢n de las drogas», enfatiz¢.
Al referirse a las conversaciones que el gobierno colombiano ha iniciado con los movimientos rebeldes, Castro afirm¢ que ‘nunca’ ser¡a partidario de un plazo en la bosqueda de la reconciliaci¢n. «Despu’s de la paz viene la guerra», subray¢, tras admitir que la «gente est desesperada», pues la violencia en Colombia casi completa 50 a_os.
Sin embargo dijo que los obst culos «no deben ser motivo para desalentarse, ni ser pesimista o abandonar los esfuerzos por la pacificaci¢n. Hemos trabajado por la paz tanto Hugo Ch vez como yo y lo continuaremos haciendo, pese a las dificultades’, subray¢.
Por su parte, Ch vez reiter¢ su propuesta porque se busque una alternativa similar a la de Contadora para pacificar a Colombia, y dijo que el cese de la violencia en ese pa¡s es imprescindible para cohesionar un ‘bloque’ de naciones en esta regi¢n. «Todos no sentimos afectados y dispuestos a hacer todo lo que podamos’, a_adi¢.
Los convenios econ¢micos
El presidente Hugo Ch vez por fin vio cumplido su sue_o: firmar con el mandatario Fidel Castro un acuerdo de cooperaci¢n, en el que la parte m s favorecida pareciera ser Cuba. Para muchos analistas, con la firma del convenio Ch vez est cometiendo una locura: regalar el petr¢leo y sus derivados a un pa¡s que no tiene como responder a la deuda, incluso a precios preferenciales.
Para otros, es un acto de solidaridad con un pueblo hermano y, a la vez, la demostraci¢n de que Cuba puede hacer aportes significativos a los pa¡ses del Sur, a trav’s de su larga experiencia. Lo cierto es que el convenio, que en un principio era s¢lo energ’tico, se sell¢ por fin durante el oltimo d¡a de la visita de Fidel a Venezuela y de petrolero, pas¢ a ser integral.
Venezuela le vender a Cuba hasta 53.000 barriles diarios de crudo y derivados, cantidad que, de acuerdo con el presidente de la estatal Petr¢leos de Venezuela, Guaicaipuro Lameda, no representa un monto adicional al total suministrado por el pa¡s a la isla caribe_a.
La cifra se_alada forma parte de los, aproximadamente, 100.000 barriles por d¡a de petr¢leo que adquiere la isla caribe_a procedentes del pa¡s. La diferencia fundamental en este caso tiene que ver con el hecho de que los 53.000 barriles ser n entregados directamente por Pdvsa y no por los intermediarios que, hasta la fecha, se han encargado de realizar este negocio.
El tratado suscrito con Cuba se inserta en el marco del Acuerdo Energ’tico de Caracas, que complementa al Pacto de San Jos’, y en el que participan todas las naciones de Am’rica Central y algunas del Caribe, como Jamaica y Hait¡. En ‘ste se establecen condiciones financieras tales como 15 a_os de plazo, una tasa de inter’s de 2% y la posibilidad de pagar a largo plazo y a trav’s de bienes y servicios, entre 5% y 25% de la factura petrolera, segon un esquema en el que se fija un margen para el precio del barril de petr¢leo, que va desde un m¡nimo de 15 d¢lares y un m ximo de 30 d¢lares.
Sin embargo, este convenio tambi’n presenta algunas diferencias. Mientras que en los tratados suscritos con las naciones centroamericanas y caribe_as se estableci¢ un a_o de vigencia, para la isla caribe_a se contempla mantener las condiciones por cinco a_os, con la posibilidad de renovarlas por otros cinco. Asimismo, a los otros Estados se les otorg¢ un a_o de gracia y a Cuba se le concedieron dos.
Lameda, nuevo titular de Pdvsa, expres¢ que la firma de este convenio «tiene una importancia estrat’gica dentro de la pol¡tica internacional del gobierno de Ch vez», a lo que agreg¢ que Cuba es un mercado -con un consumo de 180.000 barriles diarios- en el que no se deben descartar las oportunidades de negocio.
En el Convenio Integral de Cooperaci¢n se contemplan otras reas, tales como agricultura, turismo, salud y deportes, y es bien visto por el sector empresarial que hace negocios en el sector de los hidrocarburos. El hecho de vincular a los desarrollos petroleros de Cuba con la participaci¢n del sector privado genera oportunidad en los sectores de perforaci¢n, ingenier¡a, venta de bienes de capital para desarrollo de infraestructura, admiti¢ el presidente de la C mara Petrolera de Venezuela, Hugo Hern ndez Raffalli.
Oferta caribe_a.- El Convenio de Cooperaci¢n firmado indica que Cuba «prestar los servicios y suministrar las tecnolog¡as y productos que est’n a su alcance para apoyar el amplio programa de desarrollo econ¢mico y social de Venezuela, de los cuales ‘sta no disponga y previa solicitud.
Entre los puntos acordados est n: Proyectos de asistencia t’cnica en la producci¢n de cultivos varios para la alimentaci¢n humana, incluyendo vegetales y hortalizas mediante sistemas de organop¢nicos; asistencia t’cnica para el fomento de plantas medicinales; cursos de postgrado en Cuba, en sus institutos de investigaciones, en especialidades forestales, agr¡colas y porcinas, entre otras.
Tambi’n contempla cursos de postgrado y asistencia t’cnica realizados en el Instituto de Alimentaci¢n de Cuba, venta de medicamentos gen’ricos de una lista de m s de 120 productos, vacunas recombinantes contra la Hepatitis B infantil y de adultos; antimeningococcica tipo B y medicamentos para la terapia retroviral para el SIDA, venta de equipos m’dicos, estudios de postgrado en medicina general y epidemiolog¡a, formaci¢n de personal de enfermer¡a y t’cnicos de la salud, tratamiento para adicciones (drogas, alcohol, f rmacos), adem s de raticida biol¢gico y ecol¢gico (usado en el estado Vargas durante el desastre) y asistencia t’cnica para implementar un programa de desratizaci¢n de los cerros y barrios de Caracas y otras ciudades.
Cuba ofrece, asimismo, asesores en la cantidad y especialidades que Venezuela solicite para contribuir al perfeccionamiento en la formaci¢n y capacitaci¢n de docentes en las etapas de educaci¢n preescolar, especial, primaria, media y t’cnico- profesional, as¡ como tambi’n para el perfeccionamiento de estos sistemas de ense_anza; asesor¡a en t’cnicas y metodolog¡a de alfabetizaci¢n individual, grupal y a trav’s de medios de comunicaci¢n masivos, y el env¡o de hasta 3.000 entrenadores y otros profesionales y t’cnicos en diversas especialidades deportivas y educaci¢n f¡sica, adem s de la formaci¢n en Cuba de entrenadores, profesores de educaci¢n f¡sica y otros t’cnicos especialistas del deporte.
¥Azuquita!: El acuerdo suscrito entre los gobiernos de Venezuela y Cuba establece el aporte y la cooperaci¢n en materia agr¡cola, tur¡stica y asistencia alimentaria. Cuba transferir a Venezuela los conocimientos y las t’cnicas utilizadas en la actividad agropecuaria y ante ello se espera que la ministra de la Producci¢n y el Comercio, Luisa Romero, viaje a la Habana para concretar el intercambio, sobre todo en el rea de tecnolog¡a para el desarrollo del sector azucarero.
En tal sentido, se facilitar la asistencia para la operaci¢n de una superintendencia de f bricas; tambi’n se prev’ la dotaci¢n de maquinaria, instalaci¢n de laboratorios y asistencia t’cnica para la recuperaci¢n de la agricultura ca_era. El Gobierno cubano ofrece asistencia para la inversi¢n industrial y la creaci¢n de un centro t’cnico de investigaci¢n sobre el azocar. El acuerdo establece la asesor¡a para el desarrollo de fertilizantes org nicos. Asimismo, se crear n 3 centrales azucareros. El documento se_ala que los centrales estar n ubicados en Barinas, Gu rico y Apure, y tendr n una producci¢n total de 10.700 toneladas de azocar. El de mayor crecimiento ser el de Barinas, con el que se aspira a generar 7.000 toneladas de azocar, seguido de la refiner¡a de Gu rico, con 2.500 toneladas, y Apure con 1.200 toneladas del rubro.
Fidel Castro coment¢ en Barinas que el objetivo principal es que Venezuela fortalezca su producci¢n interna y no importe azocar para cubrir el d’ficit.
Aram Ruben Aharonian
Corresponsal Informativos.Net en Caracas