Excelentísimo señor George W. Bush, Presidente de los Estados Unidos de América;
Muy distinguido Señor Joschka Fischer, Ministro de Relaciones Exteriores de la República Federal de Alemania;
Muy distinguidos señor Shimon Peres, Primer Vicepremier y Ministro de Relaciones Exteriores de Israel;
Muy distinguido Señor Bruce M. Ramer, Presidente del Comité Judío Americano;
Señoras y señores, amigos:
El famoso escritor judío una vez dijo que todos sabemos más yiddish del que pensamos, yo no hablo yiddish ni hebreo, pero si conozco la manera tradicional judía de saludar; dos palabras sencillas que los dicen todo: Shalóm Javerín.
Es un honor estar esta noche con un grupo tan numeroso e importante de miembros y patrocinadores del Comité Judío Americano. Esta institución, pionera en la defensa de los derechos humanos, se ha distinguido por su intenso trabajo en favor de la libertad, la justicia y el entendimiento entre grupos étnicos de raza y religiosos, no sólo en Estados Unidos, sino también en el resto del mundo. Quiero expresarles mi m s profundo reconocimiento por su labor.
Los principales asuntos de la vida poblica que ocupan a esta prestigiada instituci¢n, como la lucha contra el racismo, la defensa de la libertad religiosa y el respeto por los derechos civiles, se desprenden naturalmente de la rica y compleja experiencia del pueblo jud¡o. Los principios que inspiran al Comit’ Jud¡o Americano en esos temas reflejan un profundo humanismo, fruto del legado religioso y cultural, as¡ como de su larga y extraordinaria historia.
A trav’s de la historia una experiencia sobresale como un factor determinante en la formaci¢n del car cter del pueblo jud¡o: La migraci¢n una y otra vez, las comunidades jud¡as tuvieron que viajar a tierras remotas en busca de una vida mejor.
Desde los tiempos del ‘xodo o de la di spora, hasta los momentos m s dolorosos del siglo XX, el pueblo de Israel ha dado testimonio de la fortaleza y la solidaridad extraordinaria de sus comunidades. A pesar de las incontables adversidades que ha enfrentado, las comunidades jud¡as han podido preservar, como pocas, una identidad fuerte poniendo sus valores en su fe, sus tradiciones y sus ideales.
Muchas naciones reciben el beneficio del valioso aporte de las comunidades jud¡as que se han asentado en sus tierras. M s aon, hoy el pueblo jud¡o tiene un Estado propio y tiene su propia tierra.
Y aon cuando, como es el caso de muchos jud¡o americanos, mi pa¡s siempre defender firmemente el derecho de Israel a vivir en paz, prosperidad y dentro de fronteras seguras y estables.
As¡, desde la creaci¢n de las Naciones Unidas, M’xico ha desempe_ado un rol central en el establecimiento del Estado de Israel en 1947.
M’xico, como amigo y socio de Israel, continuar apoyando un proceso de paz integral en la regi¢n y en este proceso el secretario de Relaciones Exteriores y ganador del Premio Nobel de la Paz, Shimon Peres, he hecho una contribuci¢n extraordinaria.
M s all de sus fronteras el pueblo jud¡o siempre ha podido lograr un lugar preponderante en las naciones que han escogido para hacerla propia. Gracias a su talento, creatividad y arduo trabajo, M’xico es una de esas naciones.
Aon cuando no ha sido el destino de grandes flujos migratorios, mi pa¡s, a trav’s de la historia, ha ofrecido asilo a grandes cantidades de personas que han buscado refugio en nuestra tierra.
En el siglo que reci’n termina M’xico le ha dado la bienvenida a emigrantes de todas partes y de todos rincones de la tierra. Entre los m s numerosos se encuentran, por supuesto, los inmigrantes jud¡os a M’xico, que trajeron consigo, desde el principio de los a_os 20, sus grandes calidades y valores culturales, sus grandes calidades humanas.
En el caso de los Estados Unidos podemos incluso decir que la historia de este pa¡s no puede entenderse sin tomar en cuenta la valiosa contribuci¢n que esta comunidad ha hecho a el desarrollo vigoroso de la tradici¢n democr tica, la prosperidad econ¢mica, cient¡fica y tecnol¢gica, as¡ como a la vida cultural de esta gran naci¢n.
No puedo dejar de encontrar algunas similitudes entre esta contribuci¢n y el papel que juegan millones de mexicanos en este pa¡s. En cierto sentido, si bien por razones muy diferentes a las del pueblo jud¡o, M’xico tambi’n se ha convertido en un pa¡s de emigrantes, que con su talento y su esfuerzo, contribuyen a la prosperidad y la vida cultural de las comunidades en que se han establecido, sobre todo en Estados Unidos.
Estoy seguro de que ustedes, en virtud de su experiencia y su firme compromiso con las causas de la tolerancia y del respeto a la diversidad, podr n comprender la profunda dimensi¢n humana del fen¢meno de la migraci¢n mexicana hacia Estados Unidos y sus implicaciones para nuestras sociedades. Ustedes pueden contribuir de manera importante para que se vea en ambos pa¡ses, M’xico y los Estados Unidos, a la migraci¢n como un fen¢meno enriquecedor.
Desde el siglo XIX, pero sobre todo a lo largo de este oltimo, millones de mexicanos decidieron migrar a Estados Unidos, para trabajar temporalmente o establecerse en forma definitiva.
Las mexicanas y los mexicanos somos los primeros en sentirnos preocupados por el fen¢meno migratorio. Muchos migrantes mexicanos enfrentan en Estados Unidos graves limitaciones en materia de empleo, salario, salud y acceso a la educaci¢n. Con gran frecuencia, son v¡ctimas tambi’n de intolerancia, la xenofobia, y de actitudes racistas. S’ muy bien que nuestra preocupaci¢n por este complejo problema es compartida.
A nadie conviene permitir que la migraci¢n sea desordenada, que propicie injusticias y fomente desacuerdos, en una relaci¢n con el potencial que tiene la de M’xico y Estados Unidos.
Quiero aprovechar este momento para expresar al Presidente George Bush mi reconocimiento, por la forma visionaria y resuelta con que se ha comprometido a trabajar junto con M’xico, para que atendamos de manera innovadora, creativa e integral el fen¢meno de la migraci¢n. El Presidente Bush es un hombre que conoce el tema: ha sido gobernador de un estado influido particularmente por el fen¢meno migratorio. Yo provengo del estado de Guanajuato, uno de los estados de M’xico con mayor migraci¢n y, al haber gobernado esa entidad, estoy plenamente consciente de la prioridad que este tema representa.
En nuestra reuni¢n de febrero, el Presidente Bush y yo nos propusimos enfrentar este complejo problema. Hemos acordado buscar alternativas legales y administrativas para que los mexicanos indocumentados regularicen su situaci¢n en Estados Unidos. Tambi’n estamos explorando f¢rmulas viables para generar un acceso autorizado de trabajadores mexicanos temporales. A este respecto, quisiera valorar, nuevamente valorar respetuosamente la importancia que le ha dado el Presidente Bush a la solicitud de una extensi¢n del «life act» para regularizar la situaci¢n de los migrantes en Estados Unidos.
Estamos conscientes de que la mejor forma de resolver los problemas que genera la migraci¢n es fomentar un mayor crecimiento econ¢mico para M’xico. Un crecimiento econ¢mico vigoroso y sostenido har posible incrementar de manera significativa los empleos en el pa¡s y, en consecuencia, disminuir las presiones migratorias. Tenemos que ofrecer a los posibles migrantes alternativas atractivas, porque no queremos perder el talento y esp¡ritu emprendedor. Debemos aprovechar el enorme potencial de crecimiento de M’xico para generar las nuevas oportunidades para los j¢venes mexicanos que alcanzan anualmente los 18 a_os.
Existen condiciones propicias para hacerlo. El Tratado de Libre Comercio de Am’rica del Norte (TLCAN) ha hecho posible una vinculaci¢n m s estrecha con los mercados internacionales, generando as¡ mayores oportunidades de negocios. Una prueba de ello es que en el a_o pasado el comercio bilateral entre nuestros dos pa¡ses super¢ los 260 mil millones de d¢lares estadounidenses, convirtiendo a M’xico en el segundo socio comercial de Estados Unidos.
Adem s, contamos con la amplia red de tratados que M’xico ha celebrado con otras naciones, entre los que destaca el Tratado de Libre Comercio entre M’xico e Israel. Este acuerdo abre la posibilidad de promover alianzas estrat’gicas entre empresas israelitas y mexicanas, para participar en los mercados del TLCAN y de la Uni¢n Europea, pues M’xico e Israel son los onicos dos pa¡ses del mundo que cuentan con acuerdos de libre comercio con ambas regiones.
Las ventajas comparativas de M’xico en materia de apertura comercial son importantes. No obstante, considero que M’xico es hoy un destino privilegiado para las inversiones por otras razones, acaso de mayor peso. En primer lugar, hoy M’xico dispone de reglas claras y procedimientos transparentes, gracias al resuelto combate a la corrupci¢n que hemos emprendido. En segundo lugar, porque ahora ofrece certeza y seguridad a las inversiones, debido al fortalecimiento del Estado de Derecho con el que estamos comprometidos.
No s¢lo estamos desmantelando los obst culos de tipo regulatorio para la libre empresa, sino que estamos apoyando decididamente las actividades empresariales y el crecimiento econ¢mico en todos los sectores.
M s aon, nuestro compromiso para reforzar el balance fiscal refleja nuestra firme creencia en que un crecimiento econ¢mico robusto requiere de una presencia fiscal s¢lida.
La fuerza y la competitividad de la econom¡a mexicana es ahora claramente reconocida por los mercados internacionales y confirmada a trav’s de un volumen sustancial de comercio e inversi¢n.
En cuarto lugar, M’xico est actualmente promoviendo un desarrollo econ¢mico que es integral, equitativo y sustentable.
El Programa Nacional de Desarrollo que busca mejorar los niveles de pobreza y exclusi¢n de los 10 millones de hermanos y hermanas ind¡genas en M’xico.
Hasta ahora hemos hecho un gran esfuerzo y estamos comprometidos a volvernos en un pa¡s de educaci¢n de clase mundial. Nuestro plan es mantener una inversi¢n agresiva en el capital humano, de tal modo de que podamos darle a cada ni_o y ni_a mexicana la oportunidad de tener 12 a_os de educaci¢n y a cada trabajador la oportunidad de recibir la capacitaci¢n necesaria.
Si a esto a_adimos el costo competitivo y al mismo tiempo alta productividad de la mano de obra mexicana, tienen ante ustedes el mejor lugar para invertir y para llevar a cabo y realizar negocios.
Nuestra naci¢n ha mostrado el valor y el coraje para cambiar y para adherirse a una nueva visi¢n en este siglo XXI. Les pedimos a ustedes que tambi’n cambien su visi¢n de M’xico. Nosotros seremos la siguiente historia de ‘xito de nuestros tiempos y les invitamos a que ustedes tambi’n sean parte de este ‘xito.
Los invito a que visiten mi pa¡s, a que nos conozcan mejor y a que inviertan en M’xico. Queremos que platiquen con la comunidad jud¡a de mi pa¡s, algunos de cuyos miembros m s distinguidos me acompa_an hoy aqu¡, para que sepan todo lo que podemos ofrecernos mutuamente.
Amigas y amigos:
En la promoci¢n de una nueva y m s estrecha relaci¢n entre nuestros pa¡ses, me alegra mucho contar con el apoyo de las comunidades jud¡as, tanto de M’xico como de Estados Unidos.
Hoy M’xico y Estados Unidos est n vinculados por los entra_ables lazos de las comunidades mexicanas y mexicano-americanas con su pa¡s de origen. Pero tambi’n contamos con lazos firmes entre nuestras respectivas comunidades jud¡as, las cuales d¡a a d¡a trabajan en bien de nuestras naciones. Agradezco a todos mis amigos de la respetada comunidad jud¡a de M’xico que hicieron este viaje para acompa_arme en este encuentro muy importante.
Agradezco, asimismo, la c lida hospitalidad con que me ha recibido el Comit’ Jud¡o Americano, adalid de la comunidad jud¡a de Estados Unidos.
El jud¡o, como el mexicano, son pueblos con una larga historia, una historia milenaria. Por eso podemos resumir siglos de experiencia en una sola palabra.
Para brindar en M’xico decimos ¥salud! (a su ¥salud!) para esta ocasi¢n los jud¡os tienen una palabra todav¡a mejor, una palabra que expresa los mejores deseos de todos los hombres y mujeres de todas la naciones: A la vida, Lej im