En las tres jornadas, informó el dirigente purépecha Abelardo Torres Cortés, vocero del Congreso, participaron 3383 delegados de 27 estados del país y de 42 grupos étnicos, 6473 observadores; 610 invitados especiales, de ellos 455 de México y 255 de otros países, entre ellos Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, Alemania, y una representación de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador. En las mismas, fue abordada la problemática de los pueblos indígenas de México. Los organizadores del evento, indicaron que el Congreso se vio fortalecido por la presencia de autoridades tradicionales de las comunidades, vale decir, Gobernadores tradicionales, Consejos de Ancianos, Presidentes municipales o representantes comunitarios.
Por unanimidad los representantes acordaron exigir el reconocimiento constitucional de los derechos y cultura indígenas, iniciativa que ya se encuentra a consideración del Poder Legislativo, y que se plasma en la Ley elaborada por los integrantes de la Comisi¢n de Concordia y Pacificaci¢n (COCOPA). Al respecto, en las deliberaciones los pueblos ind¡genas dejaron en claro que la mencionada ley no puede ser nuevamente sometida a una instancia de negociaci¢n, dado que la misma es la expresi¢n de los consensos alcanzados entre todos los actores pol¡ticos y sociales.
Asimismo, el CNI acord¢ incorporarse a la marcha zapatista y acompa_arla tanto en su trayecto hacia la capital de la Repoblica, cuanto en los encuentros con los legisladores a fin de emprender un proceso de di logo.
La «Declaraci¢n por el Reconocimiento Constitucional de los Derechos Indios», que fuera le¡da al cerrar las sesiones del encuentro, sostiene que con la movilizaci¢n se inicia un «levantamiento ind¡gena pac¡fico», tendiente a alcanzar el pleno reconocimiento de sus derechos.
La ind¡gena nahua, Angela Ch vez, representante de bienes comunales de San Francisco, Distrito Federal, al dar lectura a la declaratoria asever¢: «Aquellos que afirman que nuestro Congreso Nacional Ind¡gena no tiene representaci¢n nacional, simplemente est n equivocados. Al hablarnos entre nosotros y al hablarle a toda la sociedad desde este congreso, esperamos que nos escuchen. Que una vez m s no dejen en el olvido nuestros sue_os y aspiraciones. Que ya basta del olvido y del silencio a nuestros pueblos».
Ch vez, destac¢ que en el marco del Congreso se encontraron «nuevos caminos, nuevos rumbos para seguir viviendo como pueblos. Llevamos por ello un mensaje de aliento a todos. Un mensaje de unidad y respeto para todas las organizaciones y pueblos, a pesar de la enorme diversidad y pluralidad que nos caracteriza. Esperamos finalmente que nuestras palabras se reflejen en hechos, porque s¢lo as¡ podemos ser pueblos enteros y libres».
La lideresa de la Confederaci¢n de Nacionalidades Ind¡genas del Ecuador, Blanca Chancoso, en la clausura entreg¢ a la Comandancia Zapatista la bandera del movimiento ind¡gena ecuatoriano. Al tiempo expres¢ que los pueblos ind¡genas de todo el mundo padecen la misma situaci¢n que se observa en M’xico, esto es, el no reconocimiento de sus derechos.
A su turno el Subcomandante Marcos, del insurgente Ej’rcito Zapatista de Liberaci¢n Nacional, afirm¢ que el dolor y la esperanza hab¡a congregado en torno al Congreso a 42 de los 57 pueblos indios de M’xico, «quienes ahora har n temblar a la ciudad que crece para arriba, donde se hacen las leyes (el Distrito Federal)». Al tiempo agreg¢, «si el dolor nos uni¢, si nos une la esperanza, no tendr sentido nuestra lucha si no nos une el ma_ana».
En otro tramo de su discurso, asever¢ que los pueblos ind¡genas, para el poder imperante «no son m s que una cifra en sus cuentas». Seguidamente agreg¢, «somos un objeto de decoraci¢n, un adorno y objeto olvidado en la esquina de la sociedad. Somos un cuadro, una foto, un tejido, una artesan¡a, nunca un ser humano. No nos quieren dar m s espacio que el del museo de las cosas antiguas y pasadas. De las que quedaron atr s en un ayer ya muy lejano (…) Nos quieren hacer espect culo, noticia pasajera, moment neos, instant neos, fugaces, desechables, prescindibles, olvidables. ¨Cu ndo ha sido moda la historia? ¨Cu ndo ha estado en venta la memoria?»
El l¡der zapatista indic¢ que «los ind¡genas viven en la miseria y en ella mueren, pues no tienen agua, energ¡a el’ctrica, drenaje, ni materiales. Las distintas etnias del pa¡s, viven menos a_os y tienen m s muertos que los mestizos, en un rinc¢n vivimos y en ‘l nos arrinconan; m s peque_o es el aire, el suelo y el cielo que nos queda». Y a_adi¢, «la alimentaci¢n de los ind¡genas es poca y mala, pues la leche, la carne y el huevo s¢lo la conocen por el
nombre» y segon ‘l, «lo que abunda en sus mesas son las bocas hambrientas de sus familias».
De manera categ¢rica, enfatizo Marcos: «De muchas formas nos hacen la guerra: con pobreza, con enga_os, con c rceles, siempre con olvido, la memoria es un delito hoy».
M s adelante, precis¢ que cuando los ind¡genas «hablan de justicia y de derechos y (los que se) organizan y resisten, son reprimidos: siempre la amenaza, la c rcel, la muerte. Nuestro color representa para el poderoso debilidad, retraso, ignorancia, un chiste malo o un gesto de desprecio. La justicia para nosotros o es una broma cruel y descarnada o un pante¢n, rejas o desaparici¢n».
En la parte final de su intervenci¢n record¢ que la historia que congreg¢ a los representantes que se reunieron en Nurio, el fin de semana, no era nueva, ya que la convocatoria responde a los agravios que ancestralmente vienen padeciendo.