Ese recuento, nos ha permitido constatar, con inmensa satisfacción, que nuestras relaciones se encuentran donde están hoy, quiero decir al más alto nivel de entendimiento.
Quiero destacar que siempre estuvieron orientadas por un espíritu abierto y constructivo, pero que su proyección será mucho mayor a partir de ahora, porque hemos identificado nuevas oportunidades e inmensas perspectivas.
Han sido en efecto, constantes en el desarrollo de nuestros vínculos el propósito de evitar fricciones, de buscar formas de colaboración mutua, de hacer de la vecindad geográfica también una vecindad de metas y propósitos convergentes.
Así hemos construido el pasado, las obras que son una realidad en la cooperación mutua, y con esa misma voluntad de entendernos y ayudarnos, en términos equitativos, edificaremos el futuro.
Los buenos acuerdos son aquellos en los que se han atendido de manera equilibrada los intereses de las partes, porque además son los únicos duraderos, aquellos instrumentos internacionales que no tienen esa vocaci¢n son d’biles o se olvidan sin cumplirse.
Estoy seguro, hoy m s que nunca, que seguiremos construyendo nuestra relaci¢n con ese nimo y enfrentando, conjuntamente los retos que tenemos por delante. Son b sicamente los mismos, aunque expresados a diferente escala, en dimensiones distintas. Nuestros pueblos est n impacientes, necesitan, cada vez con mayor urgencia, cambiar sus actuales condiciones de vida, mirar sus futuros con mayor confianza, son demandas leg¡timas, tenemos que atenderlas y no es tarea f cil. Usted y yo, se_or Presidente, los sabemos muy bien, vivimos la dram tica angustia de no poder satisfacer esos requerimientos en la medida y prontitud que quisi’ramos, nada nos har¡a m s felices y realizados; pero, nuestros esfuerzos y deseos tropiezan con muchos factores, con imponderables y limitaciones que est n fuera de nuestro alcance.
Sabemos tambi’n con el Presidente Cardoso, que aislados y solos es m s dif¡cil encontrar las respuestas. Que la integraci¢n y la complementariedad, potencian las capacidades individuales y generan nuevas opciones.
Y es eso lo que estamos haciendo con Brasil. Los bolivianos tenemos ingentes reservas de gas natural, que deseamos comercializar en t’rminos equitativos y mutuamente satisfactorios, incorporarles valor agregado a trav’s de plantas termoel’ctricas, como la que se est construyendo en Puerto Su rez, y convertirlas en insumo de la industria petroqu¡mica. Brasil crece y necesita de esa energ¡a. Por ello, estamos consolidando
la asociaci¢n energ’tica entre ambos pa¡ses y ampliando con ese fin el intercambio en esta rea estrat’gica para el desarrollo binacional.
El documento conjunto que acabamos de rubricar tiene ese contenido.
Pero aborda tambi’n los temas de la integraci¢n f¡sica. Creemos que es fundamental resolver en el corto plazo las condiciones financieras para la construcci¢n de la carretera asfaltada entre Santa Cruz – Puerto Su rez y Corumb .
Una conexi¢n bioce nica es fundamental para vincular el Atl ntico y el Pac¡fico, por la ruta m s directa que es Bolivia.
Hemos resuelto, asimismo, concretar el financiamiento para la carretera La Mamora kil¢metro 19 en el departamento de Tarija.
Estamos alentando obras tangibles, asumiendo compromisos para impulsar la integraci¢n sudamericana y mejorar las condiciones del intercambio comercial.
Buscaremos, incesantemente, ampliar el marco de la cooperaci¢n bilateral.
Lo que dice la declaraci¢n que hemos firmado no debe quedar en el papel. Con frecuencia estos documentos se convierten en un listado de buenas intenciones. Yo s’ que ello no va a ocurrir, porque la experiencia hist¢rica con Brasil se_ala lo contrario y porque s¢lo hemos dejado constancia con el Presidente Cardoso, de la voluntad de llevar adelante aquellos emprendimientos posibles y necesarios.
No queremos, no debemos, defraudar a los pueblos de Bolivia y Brasil. Cada nuevo proyecto representar un motivo m s de unidad entre los dos pa¡ses.
Por eso estamos, precisamente aqu¡, en los campos de San Alberto, que representan obras; que muestran realizaciones y no sue_os, emprendimientos que anuncian lo mucho que puede hacerse en beneficio de los pueblos de Bolivia y Brasil, complementando esfuerzos y recursos, concertando acuerdos serios y equitativos.
En ese recuento que hicimos el d¡a de ayer qued¢ claro que desperdiciamos inotilmente lo convenido en 1974. Qued¢ claro tambi’n que no podemos perder otros 25 o 60 a_os, que transcurrieron desde los primeros proyectos en el campo de los hidrocarburos y los caminos.
Las demandas sociales, ya lo dije, son inmensas y podr¡an desbordarnos. Tenemos que acelerar, entonces, el ritmo de nuestros acuerdos y realizaciones concretas.
Estoy seguro, estimado presidente y amigo D. Fernando Enrique Cardoso, que con su visita hemos dado un nuevo contenido a la s¢lida y fraternal comunidad de intereses que existe entre Bolivia y Brasil; comunidad que comenz¢ a forjarse cuando Bolivia, angustiada por romper su encierro geogr fico, inici¢ su marcha desde las cumbres andinas hacia el oriente y, por su parte, el Brasil, partiendo de las playas sobre el Atl ntico decidi¢ mirar y acercarse hacia el oeste. All¡ se encontraron nuestros pa¡ses en lo que hoy constituye una frontera viva, un mbito de integraci¢n y solidaridad, de proyectos conjuntos, de promesas que se cumplir n y de esperanzas comunes.
Muchas gracias.
San Alberto (Tarija) 27 de junio de 2001