Honestamente creo que ConvergÞncia i Unió no ganó porque lo tenía resuelto antes de empezar a jugar û y así cualquiera gana la Liga, +verdad? û, igual que el Partit dels Socialistes de Catalunya no perdió, exactamente por el mismo motivo. Estos últimos consiguieron su objetivo, que no era ganar, sino de que se visualizara en sede parlamentaria la existencia de una alternativa real de gobierno, lo mismo que ocurrió en aquellos primeros años del Parlamento español, cuando Felipe González protagonizó una moción parecida contra Suárez, con los mismos planteamientos y resultados. Del resto ni siquiera hace falta hablar. El Partido Popular obedeció las órdenes de sus amos de Madrid, la Esquerra Republicana de Catalunya exhibió su ambig³edad de tantas otras veces (en su eterna duda hamletiana entre ser nacionalista y ser de izquierdas) e Iniciativa per Catalunya (ex-comunistas) se limitó a apoyar, casi por obligación, a la fuerza mayoritaria de izquierdas del Parlament. Un conjunto totalmente previsible, de forma que no pas¢ de ser una cierta representaci¢n casi teatral, con el m’rito, eso s¡, de dar un poco de vida a la aburrida existencia de ‘ste nuestro Parlament de juguete.
Que no se me ofenda nadie. Yo me tomo muy en serio la postura de quien hoy por hoy preside nuestra m s cualificada instituci¢n de autogobierno, nuestra querida – y a_orada tantos a_os – Generalitat de Catalunya, y como veo que para el Muy Honorable eso del Parlament es un lugar donde ‘l y s¢lo ‘l decide si va o no va, si se levanta y habla o no hace falta que lo haga, o si tiene que contestar a una moci¢n de censura contra su gobierno, o manda que lo haga uno o m s de sus mamporreros, entonces no me queda m s remedio que darme cuenta de que este Parlament no es de verdad, aunque haya un mont¢n de diputados que viven de ello. Porque el otro d¡a fue uno de aquellos que, segon tiene por costumbre de soltar, «no tocaba» que ‘l descendiera a la palestra a defender su obra de gobierno y su pol¡tica de pactos. De nuevo su gente hizo aquello que tienen la mala costumbre de hacer, ofender a una parte considerable del pa¡s – los votantes socialistas y asociados – retir ndoles de «motu propio» la condici¢n de catalanistas por el hecho de que la formaci¢n pol¡tica que les representa sostiene relaciones fraternales con un partido de mbito estatal. Hace a_os que les oigo decir la misma memez cada vez que les apetece, y confieso que me producen una duda bastante seria. Cuando sueltan ese escupitajo +lo hacen por simple estrategia electoral o acaso se lo creen de veras? No se cual de las dos cosas es peor. Ofender de manera gratuita a tantos catalanes – m s de los que votaron a CiU en las pasadas elecciones, aunque la Ley Electoral demostrara una vez m s sus carencias consiguiendo m s diputados quien tenia menos votos – es mala cosa, pero si encima se lo creen, entonces s¡ que estamos realmente apa_ados.
Como que el silencio del Muy Honorable no le pareci¢ bien a un mont¢n de gente, a m¡ mismo sin que haga falta ir m s lejos, ahora dice que no entiende por qu’ se le critica si esto est previsto en el Reglamento de la C mara. Ya estamos. Soy de los que creen que en pol¡tica el respeto por los ciudadanos, ejercido a trav’s de sus representantes, est muy por encima de la letra de cualquier reglamento. En nuestro mundo hay muchas cosas que trascienden la letra escrita. Uno, por poner un ejemplo, puede ser acusado de un delito y resultar que, por el tiempo transcurrido desde que presuntamente lo cometi¢, ahora ya ha prescrito, porque as¡ lo dice la ley. Se escapa as¡ no s¢lo de la posible condena, sino incluso de que le juzguen. Es la ley, y no hacen falta m s comentarios. Pero eso tan claro no es ningon obst culo como para que, si realmente lo hab¡a cometido, continoe siendo un delincuente, aunque la gente acate de forma respetuosa la resoluci¢n judicial. Est en la calle, pero la cara quiz s no puede llevarla muy alta +verdad?
Jordi Portell