ôÆHaz de la tierra una casa y de la humanidad un hombre. Así, quien venga será siempre bienvenidoÆ. Con estas palabras de un antiguo poeta del norte de -frica quiero darles hoy la bienvenida a esta Casa de Nariño, que es también la casa de todos los colombianos, con la inmensa alegría de que el motivo de nuestra reunión sean precisamente las casas, los hogares de los campesinos de Colombia, que hoy reciben un nuevo y definitivo impulso.
La población rural de Colombia, esa que no cuenta en las encuestas y que poco sale en las noticias, es la savia misma de nuestra nacionalidad. Nuestros campesinos, como el poema, han hecho de la tierra una casa y la han puesto a producir, con amor y trabajo, a favor de todos los colombianos. Ellos merecen todo nuestro compromiso, y así les estamos respondiendo.
Desde cuando asumí la Presidencia de Colombia entendí que una labor prioritaria de mi Gobierno debía ser la de darle la mano al campo, a esas inmensas porciones de Colombia que habían permanecido tanto tiempo en el olvido, como si no fueran ellas las productoras de nuestra riqueza y las m s fieles int’rpretes de nuestra historia y nuestras tradiciones.
Han pasado m s de tres a_os y hoy podemos decir, con satisfacci¢n, que le estamos cumpliendo al campo colombiano y a sus gentes trabajadoras. El campo, al fin, est saliendo de su m s profunda crisis y crece a tasas superiores al resto de la econom¡a. Mientras el agro decreci¢ en 1998 en cerca de un 1 por ciento, el a_o pasado creci¢ en un 5,2 por ciento y se espera que este a_o crezca nuevamente por encima de los dem s sectores econ¢micos. Para dar un ejemplo contundente, podemos ver c¢mo en 1997 la balanza comercial agropecuaria, sin caf’, era negativa en 25 millones de d¢lares, y el a_o pasado la misma balanza, sin caf’, fue positiva ¥en 500 millones de d¢lares!. Sin duda, estamos al frente de una nueva era para la agricultura.
Pero estos resultados no se han logrado solos. Son el producto de una Pol¡tica Agropecuaria seria, coherente y sostenida que se ha dirigido a conseguir una situaci¢n positiva del agro que nos permita ser competitivos en los escenarios internacionales y en los mercados internos. Programas como Proagro, el Pran, el de repoblamiento ganadero, entre otros muchos, le han cambiado la cara a la actividad agropecuaria en el pa¡s, que hoy es de nuevo rentable y creciente. Los productores rurales tienen ahora claros incentivos para volver a sembrar riqueza en el campo.
Pero la pol¡tica de mi Gobierno hacia el campo no se limita a medidas de apoyo a la producci¢n en general, sino que tiene tambi’n un car cter social, en busca del desarrollo integral de la poblaci¢n rural. Entendemos que el apoyo al campo pasa necesariamente por el logro de una mejor calidad de vida para todos sus habitantes. Para lograrlo, no dudamos en otorgar subsidios, siempre y cuando ellos se orienten a mejorar el bienestar de manera sostenida. En esto aplicamos el viejo aforismo del fil¢sofo chino Lao Tse: ‘Si damos un pescado a un hombre hambriento lo alimentaremos una vez, pero si le ense_amos a pescar lo alimentaremos toda la vida’.
Con este objetivo, hemos dise_ado el Plan de Apoyo Integral a los Productores de Econom¡a Campesina, el cual integra todos los programas dirigidos a facilitar el acceso de los peque_os productores a los distintos instrumentos de la pol¡tica sectorial y a mejorar el nivel de ingresos y la calidad de vida de la poblaci¢n rural. Entre ellos tenemos el de ‘Alianzas Productivas para la Paz’, el Programa para el Desarrollo de la Microempresa Rural -Pademer, el Programa de Apoyo a la Mujer Rural, el Fondo «Emprender» y uno muy importante, cuyas buenas noticias nos reonen hoy, como lo es el Programa de Vivienda de Inter’s Social Rural, que desarrolla la pol¡tica plasmada en la Ley 546 de 1999 y sus decretos reglamentarios.
Para el cumplimiento de todos estos programas, de alto impacto social y de beneficio para los peque_os productores del campo, hemos destinado hasta ahora 172 mil millones de pesos. Estamos garantizando, adem s, mediante un cr’dito externo, otros 120 mil millones de pesos que ser n invertidos durante las vigencias del 2003 al 2006 en el programa ‘Alianzas Productivas para la Paz’.
Este es un presupuesto social para el agro muy importante, y gran parte del mismo lo hemos invertido en el Programa de Vivienda de Inter’s Social Rural que hoy nos congrega. En efecto, durante mi Gobierno se han apropiado cerca de 138 mil millones de pesos con este prop¢sito, los cuales vienen siendo ejecutados por el Banco Agrario y significan un beneficio concreto ¥para m s de 32.000 familias campesinas!
Hoy, precisamente, con la presencia de los alcaldes de los municipios de 31 departamentos del pa¡s, estamos protocolizando los convenios de adjudicaci¢n de subsidios de vivienda de inter’s social rural por el presente a_o 2001. En total se trata de la adjudicaci¢n de 8.102 subsidios que benefician a igual nomero de familias, a trav’s de 154 proyectos, por un valor de 36.715 millones de pesos. Estos recursos de subsidio, sumados al esfuerzo de las entidades territoriales y de las mismas comunidades beneficiarias, alcanzan una inversi¢n total de 53.603 millones de pesos para la vivienda social de los habitantes del campo en este a_o.
¥Esta es una gran noticia! ¥Con los convenios que hoy se protocolizan 8.102 familias campesinas de todas las regiones del pa¡s obtienen la posibilidad de mejorar su vivienda o de construir una nueva y as¡ alcanzar el sue_o de habitar una vivienda digna!
Apreciados se_ores alcaldes:
Aqu¡ est n los aportes del Gobierno Nacional para el desarrollo y la mejor calidad de vida de sus gentes. Ahora corresponde a ustedes y a las comunidades sacar adelante estos proyectos.
Ahora est en sus manos, se_ores alcaldes, agilizar la entrega de los recursos de contrapartida para estas soluciones de vivienda rural. Los invito a trabajar con empe_o y entusiasmo para que m s pronto que tarde est’n concluidas estas 8102 soluciones de vivienda que cambiar n la vida de sus pueblos y veredas, que har n nacer sonrisas y esperanza en los rostros campesinos de Colombia.
Porque cuando hablamos de vivienda hablamos de mucho m s que ladrillos y cemento. Ellas significar n m s empleo, m s bienestar y m s producci¢n para sus regiones.
Ahora s¡, como dec¡a el verso del poeta del Magreb, nuestros campesinos podr n hacer de su tierra una casa. Y, como siempre, estar n prestos para ofrecer al caminante una c lida bienvenida: ¥una bienvenida con el aroma y el verdor del renacido campo colombiano!
Muchas gracias».