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Música que se disuelve en un entramado de sencillez, armada sobre estructuras imperfectas, fondos sonoros hilvanados apenas que segregan, en conjunto, el aroma a obra única, personalísima e irrepetible. Canciones secuestradas por la lentitud (preciosa «Type written trees»), instrumentales construidos sobre una orla desordenada («Lick and stick»), bastardas versiones imposibles («Tree peaks») y odas apiladas junto al silencio y el caos («I hate») ayudan a construir el sonido intransferible de una banda que sólo reune virtudes en su debut. Dueños de un mundo inenarrable, «Lungs For The Race» representa el pistoletazo de salida para HAVERGAL: paisajes emotivos. La primera puñalada en la espalda del 2.001.