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Instrumentales que apelan a las sensaciones, una banda sonora interminable que tiene a la vez de épico y de lírico, que cultiva la evocación como principal virtud y que siempre, siempre, subyuga. HIPPALY han logrado uno de esos monumentos al arte que se explica por sí sólo, con cada escucha, cada vez más positiva y secuestrante («Piano fluye libre para mí», «La venganza», «Horizonte final», «A dreamer’s dream»), cada vez más reveladora de unas siluetas rítmicas que sorprenden pero que, sobre todo, embelesan. Un disco de horizonte infinito, de esos que no entienden de tiempo, de esos que pertenecen a la eternidad, a su estilo y a todos los otros en el mismo tiempo. Una bestial preciosidad instrumental.