Todos quedaremos a merced del conocido «olfato» policial, salvo los sectores dominantes. Los autores y votantes de esta reforma serán responsables de la proliferación de privaciones ilegales de libertad, vejaciones, abusos de autoridad y gatillo fácil. Las denuncias por este tipo de hechos se han duplicado en la provincia de Buenos Aires desde que la legislatura provincial diera similares facultades a la bonaerense el año pasado.
Es ingenua la explicación de que sólo pueden ser extraídas esas informaciones en el lugar del hecho o en sus inmediaciones. La posibilidad de «recoger del presunto imputado indicaciones e informaciones útiles a los fines de la investigación» es la institucionalización de la tolerancia a la tortura. «Interrogar» significa preguntar, y siendo el interrogador policía, también quiere decir presionar. Centenares de causas son declaradas nulas por la justicia debido a las irregularidades de los procedimientos, y esto cuando directamente no se trata del «armado» de causas inexistentes por la polic¡a para mejorar su imagen y «hacer estad¡stica» a costa de los m s desprotegidos.
La misma reflexi¢n vale para el inefable «instinto policial» que permitir¡a, segon sus defensores, distinguir «hombres de bien» (y de bienes) de criminales actuales o potenciales. La subjetividad plena del concepto de «actitud sospechosa» o de «indicios vehementes de criminalidad» impide que ese sea el rasero por el cual se decide a qui’n se requisa y a qui’n no. Los atildados se_ores disfrazados de empleados telef¢nicos que torturaron el 25 de mayo a la hija de Hebe de Bonafini en su propia casa no despertaron sospecha alguna en los polic¡as de la comisar¡a a s¢lo 3 cuadras del lugar, mientras que la mayor¡a de los estudiantes de la Universidad de las Madres seguramente responde al imaginario policial de «sospechoso».
CORREPI
(Coordinadora Contra la Represi¢n Policial e Institucional)