A partir de la desclasificación de documentos, la historia de la CIA «está haciéndose dolorosamente clara», sostiene el ex agente.
El entrenamiento para torturas «que rivalizaron con los nazis» y la asociación de la CIA con los «escuadrones de la muerte» para los que «el Departamento de Información e Inteligencia sirvió de cobertura», son
algunas de las confesiones realizadas por el ex agente sobre las operaciones de la CIA en Uruguay. En el rubro torturas destaca particularmente la participación como instructor del «conocido torturador» Dan Mitrione.
Según McGehee la CIA armó directamente «la policía secreta» y «escuadrones de la muerte» en «El Salvador, Guatemala, la Nicargua presandinista, Corea del Sur, Irán, Chile y Uruguay». El ex agente señala que esas operaciones son las responsables de «torturas, desapariciones y muertes¦¦.
McGehee reconoció también que «en 1973 la CIA supervisó y asesinó al presidente Salvador Allende» en Chile y señaló que la empresa electrónica norteamericana ITT «ofreci¢ un mill¢n de d¢lares a la CIA para que diera un golpe». Agreg¢ que la agencia colabor¢ con los militares chilenos desde 1971 para elaborar un listado de «20.000 candidatos a ser asesinados la ma_ana del golpe».
En un libro donde se reconoce la participaci¢n norteamericana en cr¡menes cometidos en 42 pa¡ses de todo el mundo, tambi’n se admite la existencia de la «Operaci¢n Condor» para concretar el «arresto y asesinato de pol¡ticos e intercambio de prisioneros entre Paraguay, Argentina, Chile y Uruguay».
Segon McGehee, «Estados Unidos brind¢ inspiraci¢n y asistencia financiera y t’cnica para la represi¢n. La Divisi¢n de Servicios T’cnicos de la CIA provey¢ de equipamiento de tortura» a las dictaduras latinoamericanas.
En otros pa¡ses del continente, la CIA «organiz¢ grupos terroristas para atacar y asesinar pol¡ticos de izquierda sin implicar a los gobiernos. Estos grupos incluyen La Mano Blanca y Ojo por Ojo en Guatemala, La Banda
en Repoblica Dominicana y El Escuadr¢n de la Muerte en Brasil».
McGehee, que fue durante 14 a_os «oficial de operaciones» en el extranjero y durante 11 a_os oficial de alto rango en el cuartel general de la CIA en Langley, no duda y afirma que en funci¢n de todo lo expuesto la
organizaci¢n para la que trabaj¢ durante un cuarto de siglo «deber¡a ser abolida, su liderazgo terminado y sus principales miembros juzgados por cr¡menes contra la humanidad».
La lecci¢n de Mitrione
McGehee asegura que en Uruguay la CIA «estuvo asociada a los escuadrones de la muerte. La estaci¢n de la CIA tuvo un control sobre las listas de los m s importantes activistas de la izquierda. Entreg¢ nombres de sus familias y amigos. Mediante el servicio de alianza, la CIA obtuvo y entreg¢ (a los servicios de inteligencia y al escuadr¢n de la muerte) nombres completos, fecha y lugar de nacimiento, nombre de los padres, direcciones, lugar de trabajo y fotograf¡as. Fue una informaci¢n invalorable para las operaciones de control de los subversivos y una variedad de otros prop¢sitos».
En 1969, la agencia envi¢ a nuestro pa¡s al «conocido torturador» Dan Mitrione. El ex agente comenta que hasta ese a_o, «las fuerzas de derecha solamente hab¡an utilizado la tortura como oltimo recurso. Mitrione los
convenci¢ para que la usaran como una pr ctica rutinaria. Su dicho era: ‘El dolor exacto, en el lugar exacto, en la cantidad exacta para obtener el efecto deseado’. Las t’cnicas de tortura que ense_¢ a los escuadrones de la
muerte rivalizaron con los nazis. Finalmente se volvi¢ tan temido que los revolucionarios lo secuestraron y asesinaron un a_o despu’s».
Posteriomente McGhehee afirma que entre 1970 y 1972 los oficiales de la CIA «utilizaron el respaldo de informantes para ayudar al Departamento de Informaci¢n e Inteligencia, que a su vez fue cobertura de los escuadrones de la muerte». El ex agente norteamericano se refiere o al Departamento de Inteligencia y Enlace de la Polic¡a.
El asesinato de Allende
A fines de 1971 la CIA estaba estrechamente conectada con los militares en Chile. Segon McGehee, los agentes de la organizaci¢n «comenzaron a recolectar la clase de informaci¢n que ser¡a esencial para una dictadura militar despu’s de un golpe de Estado: listas de civiles que deber¡an ser arrestados, aquellos que ser¡an protegidos y las instalaciones gubernamentales que deber¡an ocuparse de inmediato».
En 1973 los militares «prepararon las listas de cerca de 20.000 mandos medios de las organizaciones populares, candidatos a ser asesinados en la ma_ana del golpe. Hubo otra lista con tres mil altos mandos que ser¡an
arrestados. Las listas detallaban nombre, direcci¢n, edad, profesi¢n, estado civil y amigos m s cercanos». Los representantes de la CIA justificaron su presencia en Chile en aquellos a_os argumentando la existencia de una misi¢n militar norteamericana.
McGehee recuerda que en junio de 1973, militares chilenos y agentes norteamericanos terminaron de elaborar la lista de extremistas y l¡deres pol¡ticos. All¡ estaban incluidos «periodistas marxistas, agentes del
comunismo internacional y cualquiera y todas las personas que hubieran participado con cualquier grado de vigor en organizaciones vecinales, comunales u organizaciones nacionales. Se hab¡a pedido al Pent gono que
autorizara a la CIA a dar a la Armada chilena listas de chilenos relacionados a pa¡ses socialistas».
Los nombres fueron divididos en dos grupos: personas desconocidas poblicamente pero de importancia para las organizaciones de izquierda y personas conocidas que ocuparan importantes posiciones. Veinte mil ocuparon el primer grupo y deb¡an ser asesinados. Tres mil fueron al segundo para ser encarcelados.
En 1973 la CIA «supervis¢ y asesin¢ Salvador Allende, el primer l¡der socialista democr ticamente elegido en Latinoam’rica. El problema comenz¢ cuando Allende nacionaliz¢ sectores controlados hasta entonces por firmas norteamericanas. En ese momento la ITT le ofreci¢ un mill¢n de d¢lares a la CIA para que diera un golpe, lo que fue rechazado. La CIA reemplaz¢ a Allende por el general Augusto Pinochet, quien tortur¢ y asesin¢ a miles de sus compatriotas».
«Cr¡menes contra la humanidad»
Luego de una extensa experiencia integrando la organizaci¢n, el ex agente critic¢ duramente la necesidad de ocultamiento desarrollada por la misma y ratificada por el gobierno norteamericano. En ese sentido, rememor¢ el discurso pronunciado por el ex presidente Bill Clinton en la celebraci¢n del 50 Aniversario de la agencia, cuando dijo: «Por necesidad, los americanos nunca sabr n la historia completa de su coraje».
A su entender, esto quiere decir que «los americanos deber¡an dejar de criticar a la CIA porque no saben lo que realmente hace. Una agencia que est m s all de la cr¡tica tambi’n est m s all del comportamiento moral. Su secreto y falta de control permite el crecimiento de su corrupci¢n. Por otra parte, el comentario de Clinton simplemente es mentira. La historia de la agencia est haci’ndose dolorosamente clara con la decalificaci¢n de sus documentos».
McGehee coment¢ que la CIA «usualmente ha despreciado las alianzas con los defensores de la democracia, la libre expresi¢n y los derechos humanos, prefiriendo la compan¡a de dictadores y tiranos. Ha respaldado las
dictaduras de derecha porque ‘stas permiten a los americanos ricos explotar el trabajo y los recursos de otros pa¡ses. Pero los americanos pobres y de clase media pagan el precio luchando en guerras que son consecuencia de las acciones de la CIA, desde Vietnam hasta la Guerra del Golfo pasando por Panam .
Adem s habr¡a que preguntarse la raz¢n para que los ‘intereses americanos’ se alcancen a costa de los derechos humanos de otras personas».
Desde su punto de vista, la organizaci¢n para la que trabaj¢ durante un cuarto de siglo «deber¡a ser abolida, su liderazgo terminado y sus principales miembros juzgados por cr¡menes contra la humanidad».