NICK CAVE pretende con este disco plasmar una mirada desde su habitación, una metáfora que puede traducirse como las vistas de su corazón en un mundo donde el amor es un superviviente sempiterno curtido en mil batallas. Esa reflexión se traduce musicalmente en arreglos preciosos, evocadores, casi tiernos, unas orlas de piano («The sorrowful wife», «As I sat sadly by her side») increiblemente bellas y un NICK CAVE que se muestra casi siempre comedido y riguroso, en ocasiones acompañado por las voces complementarias de Anna y Kate McGarrigle (el final de «Hallelujah», prodigioso). Todo perfecto: el único pero estriba en distinguir si NICK CAVE llegará, por este camino que su última discografía presagia, a primar lo esteta sobre cualquier otra cualidad de su música, la forma sobre el fondo. Eso es un interrogante para el futuro. Mientras, sólo nos queda disfrutar de la obra de uno de los grandes, de un clásico en vida, actual, contemporáneo y en plena forma, un crooner poético del que jamás existir r’plica pareja. Un creador de sentimientos, de canciones imborrables que con «No More Shall We Part» conduce su mirada de fuera hacia dentro, tragandonos con ella a su paso.
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