Del barro nacimos.
De maíz somos.
Del dolor vivimos.
Somos los indios que somos.
Indios verdaderos somos.
Hermanas y hermanos indígenas, todos.
Hermanas y hermanos de la sociedad civil, todas y todos.
Hermanas y hermanos que habitan en el valle del Anahuac.
Hermanas y hermanos mexicanos y mexicanas: niños, ancianos, jóvenes, mujeres y hombres verdaderos:
Nosotros, los pueblos indios, los pueblos de corazón verdadero; los de sangre verdadera, aquí estamos. Nosotros, los indios verdaderos, de la tierra nos formamos. Cuando el caracol cantó su canto, nació la flor. Nació la palabra. Nacimos al viento la esperanza. Nacimos milpa. Tuna y nopal nos nacimos. Nacimos ocote. Cedro y ceiba nos nacimos. Hijos de la Madre Tierra somos. Por eso, en nuestro tostado rostro su tierno color llevamos. En nuestros piecesà su aroma. En nuestras manosà su flor.
Nuestros pasos silenciosos se caminan sobre la agrietada espalda de la tierra, Madre india. Son pasos que vienen del ayer. Pero no son del ayer que ha muerto ya. Sino del ayer que se camina en el hoy .hacia el ma_ana.
Del coraz¢n de la tierra venimos. De los cinco rincones del mundo nos nacimos. De los siete colores de la tierra hemos venido: del rojo y del negro, del amarillo y del blanco, del verde y del azul, del morado. que todos juntos somos. hemos llegado.
Somos los indios que somos. Estamos vivos. Y aqu¡ estamos.
Donde el gran caracol de nuestros pueblos ha sonado, para que todos los todos que somos, nos hagamos uno s¢lo, para poder seguir siendo, todos los todos que somos.
Aqu¡ estamos. Somos los indios que somos. Indios verdaderos somos.
Somos el indio ni_o, el que naci¢ vivo y que muerto se naci¢. El que naci¢ sin leche, sin pan y sin sustento. El que pinch¢ sus pies desde peque_o en las espinas y las ramas de los montes.
Somos la ni_a morena, la india, la que de hambre en sus pulmones tose para arrullar en sus espaldas a su hermanito, el m s peque_o. La que sus inocentes manos quema en el tiznado comal de barro que habr de regalarle su alimento.
Somos los callos que somos, los que han acariciado el hacha y el machete, la coa y el azad¢n, el bieldo y la guada_a, para hundir la sagrada semilla, en las cansadas carnes de la tierra.
Somos incienso. Somos pozol. Somos humo. Viento y sombras nos hacemos.
Somos los ojos hundidos.
Somos colmillos podridos.
Somos pulmones partidos.
Somos pechos desnutridos.
Somos la madre de abultado vientre. La de los cabellos cenizos y enlodados. La del rostro en las arrugas pintado.
Somos el anciano, abuelo indio. El de desnudos sus lomos. El de agrietados sus pies. El de espaldas encorvadas. El de manos encrispadas. El de amarillos sus ojos. El de canas en su sien y bast¢n de mando en su piel.
Somos la digna memoria. Somos. hermanos y hermanas. el coraz¢n de la historia.
Somos cueva. Somos monte. Manantial, flor y semilla es ahora nuestro nombre. Somos tierra. Somos barro. Somos lluvia. Somos sol.
Somos el sue_o que somos. Somos el tierno ma_ana. Somos el ardiente sue_o, el sue_o prohibido que so_amos todos. Somos los indios que somos. Indios verdaderos somos.
Hermanas y hermanos todos: El caracol de los pueblos ha vuelto a sonar su palabra en nuestras voces. El caracol de nuestros padres y madres nos ha vuelto a mover el coraz¢n.
Queremos ser ya los indios que somos. Queremos no ser ya los fantasmas del olvido. Queremos ser palabra viva, memoria digna, historia verdadera. Queremos ser lengua y flor. Queremos ser canto y color. Queremos ser lo que somos, sin desprecios, sin enga_os, sin mentiras, sin dolor.
De todos los rincones que somos, hemos venido, para que se uniera y se escuchara la palabra de los m s antiguos que somos. Nuestra palabra se uni¢, pero no fue escuchada. Porque los que dicen que son, no son. Los que dicen que ven, no ven. Los que dicen que oyen, no oyen. Los que dicen que creen, no creen. Los que dicen que mandan, no mandan. Los que dicen que representan, no representan. Los que dicen que saben, no saben. Los que dicen que legislan, no legislan. S¢lo hablan su propia palabra mentirosa. S¢lo ven su propia oscuridad. S¢lo oyen sus propios enga_os. S¢lo creen su propia falsedad.
Nosotros, los que de los pueblos indios venimos, llegamos hasta aqu¡ con nuestros hermanos y hermanas del EZLN para decir palabra verdadera. Pero esta palabra suya y nuestra es una palabra digna que s¢lo podr n escuchar aquellos que tengan o¡dos dignos y coraz¢n verdadero. Por eso la decimos aqu¡, donde los pueblos nos escuchan. Donde todos los miles de hermanas y hermanos verdaderos pueden escuchar, y ver, y sentir que somos los que somos. Que indios verdaderos somos.
Con nuestros hermanos zapatistas y con ustedes, hermanas y hermanos todos, seguiremos siendo los que somos. Seguiremos viviendo nuestra vida, nuestra cultura, nuestra lengua, nuestra palabra, y nuestros derechos hist¢ricos. Con ustedes, hermanas y hermanos, no renunciaremos a nuestra dignidad, ni a nuestra autonom¡a ni, mucho menos, al noble ejercicio de nuestra libre determinaci¢n. Con ustedes, con todas y con todos, seguiremos construyendo la casa grande donde quepamos todos los todos que somos. Seguiremos luchando sin descansar hasta lograr el reconocimiento constitucional de los derechos y cultura de nuestros pueblos ind¡genas. Seguiremos sembrando dignamente el respeto a nuestro pueblos, a nuestros derechos y a nuestra identidad.
Ellos, en cambio, los que no quieren o¡r, ni ver, ni sentir, ni entender, seguir n siendo mentira. Seguir n dormidos en su palabra hueca y vac¡a. Seguir n creyendo que son, pero ya no son. Seguir n creyendo que saben, pero no saben que ya han quedado atr s de la historia, atr s de la palabra, atr s de la verdad. Que su propia verg_enza los cobije.
Del barro nacimos.
De ma¡z somos.
De la esperanza vivimos.
Seguiremos siendo los indios que somos.
Indios verdaderos somos.
Esta es nuestra palabra, palabra verdadera.
NUNCA M-S UN M+XICO SIN NOSOTROS
CONGRESO NACIONAL INDIGENA
Ciudad de M’xico, D.F.
22 de marzo del a_o 2001