Los manifestantes de la «Marcha por el trabajo, contra el hambre, el ajuste y la desocupación», que habían emprendido su largo camino el martes último, arribaron en horas de la mañana a la Ciudad de Buenos Aires. A la cabeza de la movilización marcharon Raúl Castells, del Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados enrolada en la izquierdista Corriente Clasista y Combativa (CCC) y Carlos «El Perro» Santillán, titular de esa central obrera, arropados por centenares de familias pobres del conurbano bonaerense.
Desde el mítico paseo público se dirigieron a la sede del Ministerio de Trabajo. Una vigilia esperaba la vuelta de los manifestantes y sus dirigentes.
En la cartera laboral fueron recibidos por la Directora Nacional de Coordinación de la Gerencia de Empleo y Capacitación, Graciela Rochi, y el Director Nacional de Empleo, Carlos Calieri.
Tras la reunión, los marchantes regresaron a la Plaza de Mayo.
El ingreso de los manifestantes al paseo público fue recibido con el incesante retumbar de bombos y redoblantes. En el rostro de quienes se hab¡an quedado en la vigilia se notaba el cansancio de la marcha.
Castells, rodeado de sus seguidores y militantes de partidos de la izquierda nacional, con un hilo de voz, meg fono en mano se_al¢ que hab¡an hecho «arrodillar al Gobierno» de la Alianza, porque uno de los objetivos de la marcha se hab¡a logrado: conseguir los tantos ansiados Planes Trabajar. Del total de los otorgados, 4500 ser n destinados para los desocupados del m s poblado de los distritos de la Argentina, la provincia de Buenos Aires gobernada por el peronista Carlos Federico Ruckauf.
Los planes asistenciales, cuyos montos van desde los 120 a los 150 pesos o d¢lares, comenzar n a ser cubiertos a partir del 1 de junio pr¢ximo.
Castells, enfatiz¢ que los funcionarios «tuvieron que sentarse a discutir y les ganamos», lo que arranc¢ el aplauso de los all¡ presentes.
Al tiempo, y cuando someti¢ a votaci¢n el levantamiento de la acampada -acci¢n que ten¡an prevista realizar si no eran satisfechas sus demandas- las manos alzadas de los miles de desocupados fue la respuesta.
Las estrofas del Himno Nacional argentino fueron el cierre del acto. Enrollando las pancartas los manifestantes se encaminaron de regreso a sus domicilios, esperando que la promesa se cumpla.
Uno de ellos, acompa_ado por su compa_era y sus dos peque_os hijos, le se_alaba a este corresponsal que si las autoridades incumpl¡an el acta, «en la primera semana de julio vamos a hacer m s marchas en todo el pa¡s» y que entonces s¡ «vamos a acampar en la Plaza» de Mayo.