Melodías que secuestran por ellas mismas, pero también por ese violín sosegado, esa armónica a tiempo, esa trompeta certera. Nada de capas de sonidos emborronados: claridad y calidez, cada cosa en su sitio y en el mejor de los sitios posibles. Un soberbio acabado para una melodías que siguen manando desde la naturalidad, dejando pequeña la palabra perfección y acompañadas siempre de una porción de magia. Es muy difícil no caer rendido ante «The great dividing range» o «First cousin», es imposible no ver nuevos días mejores con «Music to hold hands to» o «Fear or rollercoasters». -lbum de superación propia, de canciones con el patrón clásico perfeccionado hasta lo inimaginable, THE LUCKSMITHS son cada día más la banda necesaria para seguir creyendo en el pop sencillo y sincero, algo primitivo en estructura pero eficazmente certero, cándido e ingenuo pero a la vez esclavo de la vida y sus historias. Como un cruce cada vez más acicalado de Violent Femmes y los Go-Bewteens de McLennan, THE LUCKSMITHS se han ganado definitivamente el cielo.
172