Sus «cervezas», «patatas bravas» y «sangrías» se entremezclaron con pequeñas canciones que tuvieron su momento culminante cuando, con dedicatoria a grito pelado por parte del público, contactó vía móvil con su novia en Escocia. Tierno y cautivador.
Luego vendrían Haven, un cuarteto británico que aunque particularmente no me ha convencido en disco, en directo sí estuvieron firmes con un líder que tiene un gran voz. Como unos Embrace más contundentes y épicos. Aunque ese día la »chicha» estaría en el escenario principal, quedaban aún dos conciertos por los que dejarse las piernas en otros escenarios. En el Motorola, Dot Allison cautivó al público con esas canciones de terciopelo electrónico que desde la época de los seminales One Dove viene practicando. Con algo más de cargamento en directo (guitarras, bajos febriles), no renuncio a presentar su nuevo disco junto a éxitos de sus otros trabajos, bordándolo directamente con una de las voces más bonitas del presente. En la carpa pequeña, Neil Halstead demostró que, aunque su música es mucho mayor bajo el epígrafe de Mojave 3, su propuesta siempre es interesante y válida, con ese folk cada vez más americano. Los tiempos de Slowdive desaparecieron, pero queda la música.
Ya en el escenario principal, de todo un poco. Los norteamericanos Black Rebel Motorcycle Club presentaron su primer álbum, demostrando lo que son: una copia poco inspirada de The Jesús & Mary Chain sin peligro alguno. Doves, con problemas de sonido como tantos otros conciertos en el escenario principal durante esta edición, demostraron que ahora mismo son un grupo grande, con una épica sincera que el oyente siente cercana, y con un ramillete de canciones que empiezan a ser imprescindibles. Luego, la apoteosis de la mano de Suede y Chemical Borthers: sí, juntos, porque sin ofrecer nada nuevo en su propuesta, encandilan al público con sólo aparecer en escena. Los primeros demostraron tener un líder que se convierte en predicador de masas, con un repertorio archiconocido y poco renovado sobre sus anteriores visitas. Los segundos, invocando a un baile masivo con los que 40.000 personas desperdiciaban, de la manera más rápida posible, sus ultimas fuerzas. Posteriormente, Air nos submergieron en un sueño que nos tendrá en un duermevela hasta el año que viene, hasta la novena edición de un festival que a partir de ahora sólo debería crecer en calidad. La cantidad, de público sobre todo, debería de reconsiderarse.
Para los que no pudieron asistir este año, a continuación un resúmen en imágenes de lo que ha sido el FIB2002:
Jesús Castillo
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