Quisquilloso como es el mundo de las acciones no podía dejar pasar el estudio de la agencia estadounidense de calificación que empujó al índice MerVal con una caída del 1,84%, hasta los 383,82 puntos. En cuatro ruedas, el indicador accionario perdió 4,3%. El aluvión de las órdenes de venta –expresados en los 49,1 millones de pesos negociados- quedó expuesto en la relación de 3 por 1 en el sube y baja. Treinta y nueve caídas, 13 alzas y 9 sin cambios fue el saldo de las actividades que se desarrollaron en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Para entender la magnitud de cómo repercutió el estudio de la calificadora yanqui valga destacar que los porcentajes alcistas que cosecharon las pocas empresas que se salvaron del huracán fueron bastante magros. El 1,44% de beneficio en los papeles del grupo Telefónica y el 1,38% recogido por el grupo inversor IRSA –del húngaro George Soros- así lo demuestran. La contraparte estuvo expuesta por la abultada pérdida experimentada por los papeles del BBVA –7,50%- y de la Transportadora de Gas del Sur, 6,59%. Completando la faena española en el parque porteño, ni la petrolera Repsol ni el BSCH modificaron sus cotizaciones anteriores.
En tanto, en las veredas de la calle San Martín –la vía de las casas de cambio- el ajetreo desenfrenado para comprar o vender dólares ya es historia. En la tarde de ayer lo único que molestaba era la pertinaz llovizna, el viento y alguna que otra baldosa floja que podía entraschar las bocamangas de los pantalones y las faldas femeninas. En promedio, en esas instituciones, el dólar se cotizó en 2,72 pesos para la compra y 2,86 en su modalidad vendedora.
Tal y como ocurría en días pasados, el mundillo político y económico estuvo pendiente de los pasos que siguen dando los técnicos del FMI, que desde comienzos de abril aterrizaron en la Argentina. Anoop Singh, el auditor del organismo de crédito, se quedará por estas tierras hasta el fin de semana. Luego, vendrá un impasse hasta la reunión del 20 y 21 del corriente que tendrá lugar en la capital estadounidense.
Allí se decidirá si el Fondo le alza o baja el pulgar a la gestión del peronista Eduardo Duhalde, en la medida en que el Gobierno sudamericano acepte –a pie juntillas- las exigencias del organismo. Que la administración duhaldista acepte las pretensiones no garantizará que el FMI desbloquee el desembolso de 9 mil millones de dólares, trabado desde diciembre pasado. La piedra en el zapato, no tan sencilla de eliminar, es la administración del republicano George W. Bush, que no ve con buenos ojos el envio de nuevos fondos para una clase política que ha firmado acuerdos y luego los ha borrado con el codo.