Duhalde, luego del terremoto de dimisiones, que no sólo fue la de Remes Lenicov, porque también se le sumó el Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich y el titular de Producción, el empresario y Presidente de la Unión Industrial Argentina, José Ignacio de Mendiguren, se enfrenta al mapa que nunca hubiera querido ver: el de su corto vuelo político.
Dos de los principales gobernadores, de su mismo cuño ideológico, José Manuel de la Sota, mandatario de Córdoba, y Carlos Alberto Reutemann, de la provincia de Santa Fe, apuestan a que el pacto de 14 puntos, signado no hace tantas horas entre el Ejecutivo y los gobernadores, terminará por consumirlo y vaticinan que de no cumplirse en los 90 días de plazo, deberá convocar a comicios, no más allá de octubre de este año. Elecciones que servirán para cambiar al actor pero de modificar el argumento de la obra, nada.
Esto es así porque la clase dirigente se ha divorciado de sus mandantes hace tiempo. Que se patentizó en los comicios legislativos del 24 de octubre del año precedente cuando el vencedor fue el “voto bronca”. Desencantados de las promesas incumplidas, el electorado se bifurcó entre el voto blanco y el nulo. El entonces Primer Mandatario, el radical Fernando de la Rúa, no quiso ni pudo interpretar el llamado de alerta de casi un tercio de los votantes. Y lo pagó muy caro, ya que tuvo que renunciar el 20 de diciembre pasado, en aquel jueves sangriento que se saldó con 33 muertes, miles de detenidos y varios centenares de heridos.
El hoy Presidente, por aquel entonces senador por la más poblada y pobre de las provincias, la de Buenos Aires, pensó que como el peronismo recuperó el control de la Cámara Baja y mantuvo y amplió el de la de Senadores, había obtenido un cheque en blanco por parte del pueblo. Defensor a ultranza de la convertibilidad, el famoso anclaje del peso al dólar con una ficticia paridad de 1 a 1, borró de un plumazo ese enamoramiento devaluando la moneda local ni bien asumió el 2 de enero último. Semanas después dejó de lado el tipo de cambio e implantó la flotación libre. Ahora con Lavagna en el Ministerio de Economía se reimplantará un tipo de cambio fijo, que podría arribar a los 3,50 pesos por divisa. Así las cosas, el oxígeno se le va agotando a Duhalde y al pueblo la paciencia.
Alberto Bastia