Que el MerVal ganase el 4,19%, con un acumulativo semanal del 12,24% positivo, empujado por los beneficios obtenidos por los papeles del Grupo Financiero Galicia –20,97%-; que el saldo operativo arrojara paridad entre las alzas y bajas –22 a 22- con 8 acciones sin cambio y que el volumen negociado en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires fue de 27 millones de pesos, poco importaba. O que la divisa estadounidense se ofreciese, en promedio, en agencias de cambio a 3,55 pesos para la compra y 3,65, en su modalidad vendedora, en nada gravitó en el humor del habitante medio y muchos menos entre el empresariado local. Ni desveló tampoco que las empresas españolas que cotizan en el parque doméstico cedieran terreno, en el caso de Telefónica lo hizo hasta el 4,41% y que Repsol cayera 1,62%.
Lo que agobió al mundo de la política y la economía, fue, sin duda, el estrépito causado por el anuncio del ente estatal. La caída del PBI, es decir, la riqueza que se produce en el país, implicó que, en el lapso de medición, la inversión se contrajo un 46%.
A todo esto deben sumársele pronósticos nada halagüeños en el mundo laboral. Analistas privados estiman que cuando en octubre próximo, se conozcan los datos de la desocupación y subocupación, cerca de 7 millones de personas formarán parte de esa legión, algo así como un 50% de la población económicamente activa.
En tanto, el Presidente Eduardo Duhalde logró que en la noche de ayer la Cámara de Diputados le diera media sanción al proyecto de ley convocando a internas abiertas y simultáneas, de cara a los próximos comicios. Previstos, en principio, para setiembre de 2003.
Así las cosas, cabe preguntarse por qué si las elecciones presidenciales se realizarán en la primavera austral, el Ejecutivo pisó a fondo el acelerador. La respuesta es sencilla y está en consonancia, no sólo con lo que pide el Fondo Monetario Internacional, sino con lo que es vox populi: que a lo sumo en diciembre de este año o en marzo del venidero, los argentinos acudirán a las urnas para elegir al sucesor de Duhalde.
Mañana viernes 21, el jefe de la misión técnica del FMI, el británico John Thorton regresará a Washington, luego de haber mantenido varias reuniones con el equipo económico que encabeza el titular de la cartera Roberto Lavagna. Cuando llegó a la Argentina, hace una semana, las autoridades ambicionaban conseguir el desembolso de los 9000 millones, congelados desde diciembre pasado luego de que el ex Presidente Adolfo Rodríguez Saa –peronista como el actual- declaró la cesación de pagos de la deuda externa. Un puro asiento contable, ya que esos fondos irían a cancelar intereses y servicios del pesado morral. Ahora, con menos pretensiones, las autoridades nacionales se conformarían con una postergación, por 90 días, del pago de los intereses que vencen en las próximas semanas.
Alberto Bastia
DE MAL EN PEOR
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