Su gobernador Guillermo Gaviria Correa
anunciaba la determinación de presidir otro tipo marcha, en este caso de
solidaridad con los pobladores de un pequeño municipio de su
jurisdicción, azotado históricamente por múltiples violencias.
Dos días antes, en la noche del sábado 16 de marzo se había perpetrado en
la primera ciudad el más grave atentado de los últimos años contra la
iglesia católica, contra sus seguidores y en general contra todos los
colombianos, cuando un grupo de pistoleros disparó en seis oportunidades
contra el arzobispo de la localidad. Monseñor Isaías Duarte Cancino,
quien murió de inmediato. Se trataba de un carismático líder religioso
que en sus homilías fustigaba tanto a los subversivos de las FARC y el
ELN como a los paramilitares.
Recientemente había denunciado
interferencias de los narcotraficantes en las elecciones de miembros del
congreso colombiano, realizadas el pasado 10 de marzo.
Enclavado en las montañas, al interior de ese extenso país suramericano,
florece una de las áreas poblaciones tal vez más pequeña del
Departamento, el municipio de Caicedo, a 1800 metros sobre el nivel del
mar, con una temperatura media de 19ºc. y 221 kilómetros cuadrados de
extensión. Su población total no sobrepasa las ocho mil personas, que
dependen en su inmensa mayoría del cultivo del café.
Sus habitantes acceden al centro comercial y de negocios más cercano, la
ciudad de Santa Fe de Antioquia, por medio de una solitaria y estrecha
carretera. En uno de sus recodos, el 28 de febrero de este año, se
presentó otro caso de agresión, también contra representantes de la
iglesia católica. Los sacerdotes de Caicedo encabezaban una nutrida
caminata que escoltaba a una caravana cargada de café, el producto
emblemático de la región. El asalto y robo de la codiciada mercancía, en
otras oportunidades, motivó la organización de la comunidad en marchas de
acompañamiento y vigilancia al producto.
Los religiosos fueron atacados verbal y físicamente y un diminuto símbolo
de su fe, una camándula, les fue arrebatada de las manos, pisoteada y
lanzada luego a uno de los abismos que flanquean la vía.
El Gobernador Gaviria Correa es un convencido de que a todas estas
provocaciones se debe responder con actos de reconciliación. Por ello la
Administración que preside avanza en un programa académico de formación
de una cultura noviolenta y de compromiso de cambio en cada persona para
resolver los conflictos de manera pacífica. Hechos concretos como la
anunciada marcha servirán, asegura, para construir esa urgente
reconciliación entre los colombianos.
De manera muy gráfica lo expresó la tarde de su anuncio a los periodistas
de la región: «Que Antioquia camine rápidamente hacia un destino de
Noviolencia». Y describió las etapas de la jornada: la movilización se
iniciará el próximo 17 de abril con una eucaristía en la Catedral
Metropolitana de Medellín, al final de la cual comenzará el recorrido de
140 kilómetros hacia el municipio de Caicedo, al suroeste del
Departamento.
En los días siguientes se proponen avanzar, cada día, hacia los
municipios intermedios de San Jerónimo, Sopetrán y Santa Fe de Antioquia.
El punto final del recorrido será la iglesia de Nuestra Señora de Las
Mercedes, de esa población de ocho mil habitantes, a donde arribarán el
domingo 21. Es el día cuando los campesinos de toda la región acuden al
casco urbano a vender los productos que han cultivado para proveerse del
sustento para la semana, encontrarse con familiares y amigos y asistir a
la misa dominical, tradición característica de los pobladores del
interior del país.
Esta vez la celebración eucarística estará presidida por otro
portaestandarte de las causas sociales, de la misma escuela del inmolado
arzobispo Duarte Cancino, el arzobispo de Medellín Monseñor Alberto
Giraldo Jaramillo, presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana. La
ceremonia tendrá lugar en un pequeño y reluciente templo, recién
reconstruido, pues este fue otro símbolo de la religiosidad antioqueña
destruido la noche del 15 de octubre de 1997, luego de un asalto
guerrillero que repitió la virulencia de los ocurridos en 1995 y 1996.
Los organizadores de la que han llamado «Movilización de acompañamiento y
solidaridad con la comunidad de Caicedo», son enfáticos al aclarar que no
se trata de una marcha para protestar contra personas u organizaciones
concretas, sino contra el fenómeno en sí de la violencia. Por ello han
retomado el mensaje sacerdotal emitido con ocasión del asesinato del
obispo de Cali: «La iglesia católica odia la violencia pero no odia a los
violentos», expresión que en la versión pacifista de Gandhi se ha
proclamado como «Odia al pecado más no al pecador».
Hastiada de violencia, la sociedad colombiana explora así otras
alternativas para afrontar el conflicto, con la esperanza de que muy
pronto las partes enfrentadas reanuden un diálogo que realmente sea
fructífero frente a la fallida experiencia de la zona de distensión de El
Caguán, al suroriente del país, un área de 42 mil kilómetros cuadrados
recuperada por el Gobierno del conservador Andrés Pastrana el 20 de
febrero pasado, al declarar roto un proceso de diálogo que se prolongó
durante más de tres años, determinación que a su vez desató una trágica
sucesión de acciones terroristas en todo el país.
Precisamente el inusitado incremento de secuestros, sobre todo de
dirigentes políticos, parlamentarios en ejercicio y hasta de una
aspirante presidencial, Ingrid Betancur el sábado 23 de febrero,
motivaron la persistente pregunta de los periodistas al gobernador
Gaviria Correa sobre el riesgo físico que le puede representar el hecho
de encabezar la anunciada movilización. El mandatario regional se muestra
confiado en que los alzados en armas entenderán la vocación pacífica y
conciliadora que anima este marcha.
Además, ha solicitado que se entienda que Caicedo, convertido por sus
habitantes como «el primer municipio noviolento de Antioquia y Colombia»,
quiere reconciliarse con las personas y agrupaciones que le han hecho
daño, que busca tender puentes de perdón y de diálogo, para aclimatar
nuevos procesos de paz con justicia social, en momentos en que el
conflicto parece debilitar una de las democracias de mayor trayectoria en
América Latina.
La novedad de esta convocatoria estriba en la confianza en que el escudo
protector de los marchantes, frente a cualquier riesgo, es que
precisamente este movimiento se convierte en expresión de una población
civil que propone la construcción de una sociedad noviolenta. «Sabemos
que esa motivación la van a respetar», reitera el Gobernador, para
agregar «Asumo las consecuencias de lo que pueda pasar».
El mandatario seccional explica, además, que el tema de la seguridad
compete a todos los colombianos, y que ésta se construye dando muestras
de valor civil y de compromiso con la Noviolencia. Simultáneamente ha
invitando a organizaciones y representantes de los medios de comunicación
internacionales para que conozcan y acompañen esta iniciativa, mientras
se espera la solidaridad mundial que podría estar representada no sólo en
comisiones de marchantes, sino también en un simbolismo religioso: la
donación de camándulas como señal de desagravio a la iglesia católica
colombiana.
Los organizadores están llamando a los colombianos y al mundo entero a
rodear masivamente a los antioqueños en esta marcha, que servirá de
ambientación a la primera Conferencia Mundial de la Noviolencia que
sesionará en la ciudad de Medellín, capital del departamento, entre los
días 23 y 26 de abril próximos. Las deliberaciones estarán presididas por
líderes internacionales de reconocida trayectoria en el ejercicio y
docencia de tesis de Gandhi, como Bernard LaFayette, de la Fundación
Martin Luther King y el Capitán (R) Charles L. Alphin, así como
representantes de Sudáfrica, Estados Unidos y la India, entre otros.
El mandatario de los antioqueños y antioqueñas también señaló que »?se
hace invitación a la comunidad internacional, para que donen camándulas y
esperamos que muchas del mundo lleguen para señalar que la violencia,
cuando se usa para destruir simbolos religiosos, lo único que logrará es
que otros países del mundo se solidaricen y construyan otros nuevos?»
Dijo también que en lo que tiene que ver con el Café, estamos
realizando una convocatoria para que los municipios cafeteros de Colombia
y Antioquia, en una expresiòn de solidaridad contribuyan a recuperar,
sino totalmente, al menos en parte el grano que la comunidad de Caicedo
perdió. Queremos que los ojos del mundo estén acompañándonos en este
periplo?»
Espero contar con todos y todas ustedes. Depende de nosotros,
desechar con toda nuestras energías la opción inhumana de la violencia,
si no lo hacemos, estaremos convirtiéndonos en cómplices de los crímenes
que otros compatriotas realizan en nombre del bienestar del pueblo
colombiano.
A quienes estén interesados en obtener más información, o contactarse con
la Gobernación de Antioquia para expresar algo, o vincularse
decididamente a la marcha, pueden hacerlo al FAX 3 81 11 86. A las
direcciones electrónicas subcom@gobant.gov.co, – comunica@gobant.gov.co
Oficina de Comunicaciones de la Gobernación o por correo a la ciudad de
Medellín, Colombia, Gobernación de Antioquia, Calle 42 B Nª 52-186,
C.A.D., piso 12.