Somos de la opinión que detrás de esta campaña se encuentran las empresas de la industria biotecnológica, que esperan obtener cuantiosos beneficios de la investigación con embriones.
Entre los medios escritos, los intereses de la industria biotecnológica cuenta con el apoyo manifiesto de los diarios El Mundo y El País. Antena 3 Televisión y Canal Plus configuran la pata audiovisual de esta campaña.
Por su parte, ABC y La Razón siguen la política de no publicar noticias ni opiniones sobre la cuestión, seguramente por tratarse de un tema no pacífico y políticamente complicado. En consecuencia, avanzan las posiciones a favor de la investigación con embriones mientras que ningún medio de alcance nacional defiende el respeto más pleno a los embriones humanos.
La posición del Gobierno
Tras la reunión de los ministros de sanidad de la UE que se celebró el viernes 8 de febrero en Málaga, la Ministra de Sanidad, Celia Villalobos, preguntada en rueda de prensa por la investigación con células madre embrionarias, afirmó que «es un debate complejo y el Gobierno tomará medidas al mismo ritmo que el resto de los países de la UE». Admitió que el Reino Unido, Alemania y Francia han empezado a adoptar decisiones, «pero no de forma unánime. Hay un debate social profundo y no se debe engañar a los ciudadanos. El Gobierno español tomará una decisión cuando sea oportuno».
Por tanto, la Ministra de Sanidad viene a confesar que no tiene ningún criterio sobre la cuestión y que se dejará conducir por los caminos que sigan en Europa. Situación extremadamente preocupante, sobre todo dado que se trata de legislar sobre el futuro de un número indeterminado de seres humanos en estado embrionario.
Esta mañana, en la COPE, el periodista Luis Herrero le ha formulado una pregunta sobre esta cuestión a José María Aznar, a lo que ha contestado que está en contra de toda clase de clonación y que la investigación con células madre embrionarias le plantea dudas de carácter ético. Esta es la misma postura que defendió Ana Mato, Portavoz del Grupo Popular en la Comisión de Ciencia y Tecnología, en rueda de prensa el 27 de diciembre. En el mismo sentido se pronunció la ponencia «Nuevas responsabilidades del Estado ante el Siglo XXI» del reciente XIV Congreso del PP. El texto final de esta ponencia prevé la creación de una comisión de expertos con el objeto de asesorar al Gobierno sobre el futuro de los embriones congelados.
Por tanto, parece que el sentido de la decisión final del Gobierno dependerá fundamentalmente de la presión que reciba de los sectores interesados, de los científicos y de la sociedad.
La posición de los medios
Los medios de comunicación publicaron la semana pasada varias noticias que vienen a impulsar aún más la posición favorable a la investigación con embriones. Así, por ejemplo, el diario El Mundo del 9 de febrero relataba de la rueda de prensa de la Ministra de Sanidad bajo el título «Los diabéticos quieren células madre». Sólo en el último párrafo del artículo se hacía referencia a la campaña de apoyo a la investigación con células madre embrionarias promovida por la Federación de Diabéticos Españoles. De esta forma, se pretende llamar la atención sobre los supuestos beneficios terapéuticos que derivarán de dicha investigación, trasladando el foco del debate desde la licitud de los medios (la destrucción de embriones para obtener células madre) hasta la bondad de los fines (la cura de enfermedades). Se trata, en definitiva, de apelar a los sentimientos de los ciudadanos para bajo el manto de las propiedades terapéuticas (que todavía no han sido demostradas) justificar la destrucción de los embriones.
Por otra parte, el diario ABC de 12 de febrero de 2002 publica la Carta al Director de Fernando del Castillo, quien afirma que lee «con asombro la noticia que publica ABC: «Los diabéticos piden que se investigue en España con células madre embrionarias».» Dice estar en desacuerdo con el titular de ABC. Continúa: «Soy diabético, y no pido que se investigue con células madre embrionarias… Soy persona. Me sentiría incómodo si mi páncreas volviese a fabricar insulina de forma normal y supiese que eso ha sido a costa de fabricar un embrión y destruirlo para trasplantarme células madre que eran suyas».
El Mundo (edición de 9 de febrero) se hacía eco otra noticia bajo el título «Un infartado recibe el primer implante de células madre hecho en España». El telediario de Antena 3 Televisión de la noche del 8 de febrero recogía la misma noticia señalando que «en la Universidad de Navarra han logrado recuperar un corazón quirúrgicamente muerto, mediante el tratamiento con células madre». La noticia, aún siendo cierta, manipula la realidad de los hechos hasta el punto de confundir a la audiencia. La generalidad del público, con esta noticia, ha interpretado que la operación se ha efectuado como consecuencia de la destrucción de un embrión humano… y muchos han convenido que es bueno eliminar a una persona en estado embrionario si se salva la vida de otra.
Bien, la noticia es muy otra. La realidad es que ese avance médico se efectuó sin asesinar a nadie, con células madre provenientes de un músculo del paciente. De hecho, los únicos resultados médicos positivos alcanzados se han producido sobre la base de células madre adultas o del cordón umbilical. Pero los medios no tratan esta cuestión.
Según la edición del 7 de febrero de El Mundo, sección Sociedad, «Expertos de la UE dicen que ‘para avanzar’ hay que usar células madre de embriones». De nuevo, El Mundo sólo recoge la opinión de Jauma Martorell, investigador del Clínico de Barcelona. El mismo Martorell reconoce en el artículo que «faltan cinco o 10 años para empezar a ver resultados prácticos». Y hasta entonces, en el supuesto de que se obtengan resultados, se habrán destruido multitud de embriones humanos. La cuestión más preocupante de la información es que no recoge la opinión de ningún otro científico a favor de la investigación con células madre embrionarias, lo que demuestra la poca objetividad del titular. La realidad se muestra más cruda cuando se comprueba que los investigadores que se pronuncian en estos medios a favor de la cuestión suelen figurar en las nóminas de las mismas clínicas y empresas que esperan obtener cuantiosos beneficios del tráfico y la investigación con los embriones crioconservados.
De hecho, por la lectura de los periódicos pareciera como que no existen los científicos contrarios a la investigación con células madre embrionarias. Todo lo contrario. Por ejemplo, el doctor Justo Aznar, Jefe del Departamento de Biopatología Clínica del Hospital Universitario La Fe, de Valencia, que en el Simposio Internacional sobre Clonación y ética: realidades y exageraciones recordó que «en la actualidad la alternativa con mayores posibilidades clínicas son las células madre de tejidos adultos». O María Dolores Vila-Coro, titular de la Cáte-dra de Bioética y Biojurídi-ca de la Unesco, en una en entrevista publicada por Diario Médico el 16 de octubre de 2000, opina que «no es ética la utilización de em-briones para experimentar porque se puede hacer esto mismo a partir de células troncales procedentes del cordón umbilical o a través de la reprogramación de células adultas; y después, porque los embriones son seres humanos desde la concepción y porque hay que buscar las vías para ejercer la terapia génica sin necesidad de destruir embriones».
Otra estrategia muy manida para justificar la legalización de la investigación con embriones humanos es la amenaza de fuga de científicos que desean investigar con células madre embrionarias. El ejemplo paradigmático es el doctor Bernat Soria, director del Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández (Elche). Ya la edición de 27 de diciembre de 2001 de El País recogía las declaraciones de Soria en las que aseguraba que «abandonará el país ante la cerrazón del PP sobre las células embrionarias». Que se sepa, el «famoso» científico todavía no ha abandonado nuestro país.
El dominical «Blanco y Negro» del pasado 10 de febrero incluía una entrevista a Soria en la que se le presenta como guerrero del progreso científico atacado por «los dos poderes del antiguo régimen: la Administración y la Iglesia». La realidad de nuevo es bien otra. El Sr. Soria recibe el apoyo económico y mediático de la inmensa mayoría de los medios de poder de nuestro país, que al mismo tiempo aprovechan para atacar a la Iglesia, mientras que la Administración mantiene una postura muy poco definida.
Más transparente en sus intenciones no puede ser el diario El Mundo que de nuevo en la sección Sociedad alegaba el pasado 27 de enero que «el Gobierno español está obligado a financiar el 6,3% de las investigaciones europeas con células madre procedentes de embriones en aquellos países en los que esté permitida, a pesar de que en España esté prohibida». El artículo añade que «dos de los países más potentes en investigación, Francia y Gran Bretaña, recibirán ayudas del Programa Marco Europeo de I+D para sus investigaciones con células madre embrionarias, puesto que en noviembre pasado el Parlamento Europeo aprobó una ley por la que la UE financiará esas investigaciones «siempre que en el estado miembro estén permitidas»». Se pretende con esta clase de noticias sesgadas presionar al Gobierno para que legalice la investigación con células madre embrionarias y de esta forma poder participar del presupuesto comunitario destinado al programa de investigación genómica y biotecnología para la salud. La realidad es bien distinta: los investigadores españoles podrán en cualquier caso optar a las subvenciones incluidas en este programa siempre que centren sus líneas de investigación en las células madre adultas o procedentes del cordón umbilical, como se advirtió desde el propio Ministerio de Ciencia y Tecnología.
En el mismo artículo recogen la opinión de Rosario Laguna, directora del Instituto de Investigaciones Biomédicas, que afirma categóricamente que «el 100% de los científicos está a favor de que en España se investigue con estas células con tantos potenciales para curar enfermedades». Sin embargo, como hemos visto con anterioridad, una buena parte de los científicos plantean objeciones a esta posibilidad. Pero una vez más El Mundo no recoge sus declaraciones.
Conclusión
A modo de conclusión, el panorama descrito nos invita a pensar que tarde o temprano el Gobierno cederá a la presión mediática para aceptar la investigación con células madre embrionarias. No obstante, estamos convencidos de que este proceso no es irreversible. En la medida en que los partidarios del respeto del embrión humano – cualquiera que sea su estadio de desarrollo – seamos capaces de unirnos en una plataforma con capacidad de hacerse oír, podremos de alguna manera dar la vuelta al debate sobre el futuro de los embriones congelados.
Al mismo tiempo, debemos intentar acceder a la tribuna que ofrecen los medios de comunicación social para se hagan eco de opiniones en esta materia ajenas al discurso dominante. Tribuna de opinión, sección de Sociedad y cartas al director deberían ser nuestros objetivos preferentes. Por último, es necesario que los partidarios del respeto a la vida humana nos dirijamos a los poderes públicos – con el Presidente del Gobierno a la cabeza – para transmitirles nuestra opinión sobre la utilización de embriones en procesos de investigación.
Una plataforma a favor del respeto al embrión, medios de comunicación y presión al Gobierno serán los medios más adecuados para que finalmente se reconozca y se legisle en esta materia a la que nos venimos refiriendo de la manera más acorde con la dignidad de la persona y el respeto a la vida humana.
Porque los partidarios del respeto más pleno al embrión humano no es que queramos que se aplace el debate sobre el problema que plantean los 40.000 (aproximadamente) embriones crioconservados que duermen en las neveras de las clínicas de reproducción asistida, como sostiene el Editorial de El Mundo del 25 de enero. Lo que deseamos es que se aborde con profundidad un debate serio y riguroso sobre la solución más adecuada para evitar el origen del problema, esto es, la producción y acumulación de los embriones sobrantes de procesos de fecundación asistida. Y ello sólo será posible si se pone encima de la mesa la reforma de la Ley 35/1988, de Reproducción Humana Asistida, de forma que se recoja la prohibición, en el seno de procedimientos de fecundación in vitro, de la extracción de más óvulos de los necesarios, así como la fecundación de más de tres de ellos cada vez, como establece por otra parte la legislación alemana.
Y la batalla se presenta con caracteres muy parecidos a la que libraron David y Goliat. Pero ya se sabe quién venció.
Raúl Sempere