Con un volumen que superó los 30 millones de pesos, en la clausura de las actividades el resultado arrojó 23 alzas, 18 bajas y 9 empresas no variaron sus valores previos. Ayer el índice MerVal ganó 0,24%, alcanzando los 387,90 puntos. Escasas fueron las firmas que forman el panel del MerVal que lograron sacar la cabeza del hundimiento generalizado que apabulló a casi todas sus socias. El 5,84% de ventaja que obtuvo el grupo inmobiliario IRSA –del húngaro George Soros- junto al 5,30% benéfico logrado por la petroquímica Indupa, galvanizaron el grupo de los ganadores. Los papeles de Telecom continuaron en la misma ruta de las últimas ruedas, siendo la de este lunes una de las peores que le tocó vivir, habida cuenta que los mismos se hundieron el 48,21%. Preciso es recordar que hace una semana la operadora de telefonía se declaró en cesación de pagos. Panorama totalmente distinto les cupo a las españolas que se transan en el recinto de Sarmiento y 25 de Mayo. Repsol, la petrolera hispánica, cosechó 4,05% de lucro; el grupo Telefónica lo hizo en 1,54% y cerró el terceto triunfante el BBVA con una utilidad del 0,93%.
En el territorio del ámbito cambiario, el dólar continuó mirando por sobre su hombro al peso argentino. Al perder casi el 1%, la moneda doméstica cerró –en su media- en las casas de cambio de la city a 2,84 / 3,02 pesos, para la compra y venta respectivamente.
En cuanto al mundo político, todo está cifrado en los números gruesos de la economía que vino a monitorear el auditor del FMI, el indio Anoop Singh. Con una recesión que hace 4 años aterrizó y, por lo visto, no piensa levantar vuelo, la Argentina se debate entre los fieles de la balanza. En caso de que el organismo de crédito y el Tesoro estadounidense consientan desbloquear los 9 mil millones, trabados desde finales del pasado año, que irán a parar nuevamente a los acreedores externos el Ejecutivo del peronista Eduardo Duhalde se las verá en figurillas para detener un nuevo estallido social. Porque con palabrería no se calman las demandas populares, que no se basan sólo en el cumplimiento de los planes sociales implementados por el Estado.
Sin generación de trabajo y mientras crecen los despidos, los salarios –los de los agentes públicos y los de la actividad privada- han perdido cuerpo luego de la devaluación de enero último. A esto hay que sumarle otra plaga: los abusivos aumentos en los precios de los artículos de consumo masivo.
Ante este escenario, conflictivo como el que más, las autoridades nacionales sellaron un convenio con la Cámara de Supermercados para la preparación de una canasta básica de compras, que englobará a cuatro productos: aceites, carnes, lácteos y harina. Esa cesta recién se plasmaría en no menos de 3 semanas. Medida que llega muy tarde puesto que a excepción de los cárnicos, los precios de los restantes artículos vuelan en un supersónico. A la estrepitosa caída en el consumo, con la consabida baja en la recaudación impositiva, que ha provocado la suspensión de los trabajadores que laboran en diversas ramas de la industria, aparece en el futuro cercano el fantasma de la hiperinflación.
Todas imágenes que completan una desastrosa fotografía producto de las políticas neo liberales, puestas en práctica bajo la década menemista y profundizadas por el radical Fernando de la Rúa, ex Jefe de Estado que dimitió el 20 de diciembre de 2001.