El bono que deberán entregar los bancos a los titulares de los fondos incautados y reprogramados en el tiempo es el escollo que no podrá saltar el Ejecutivo. Una tras otra fueron sucediéndose las reuniones entre los funcionarios del duhaldismo y los miembros del Senado. Todas terminaron en vía muerta. En tanto, miles de ahorradores sacudieron sus destartaladas cacerolas en señal de oposición a lo que consideran un nuevo hurto de sus dineros. Cuando todo indicaba que se iría a pique la última baraja que se jugaba la gestión gubernamental, el titular del grupo de senadores oficialista, el sanjuanino José Luis Gioja precisó que se procuraba incorporar a la cartera de créditos de los bancos como parte del aval que ofrecerá el Estado para los futuros títulos. De momento, el Jefe del Palacio de Hacienda, Jorge Remes Lenicov y el Presidente de la autoridad monetaria, Mario Blejer se reunían –a últimas horas de la noche de ayer- con los pares de Gioja a los efectos de pulir las diferencias para que mañana el Senado pueda tratar el proyecto de los bonos.
Vale la pena detenerse unos instantes y aclarar en qué consiste el llamado «Plan Bonus». Todas las imposiciones nominadas en dólares, que fueron pesificados o reprogramados en moneda local, se reconvertirán obligatoriamente en títulos del Estado en divisas o en pesos. Los primeros tendrán como plazo 10 años, mientras que los nominados en signo monetario local lo serán por 5 años. Ambos serán amortizados semestralmente y los bonos emitidos en pesos se actualizarán por el Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER) devengando una tasa del 3% pagadera cada 3 meses y sus amortizaciones de capital –trimestrales- comenzarán a regir el 3 de mayo de 2003. En cambio, los títulos en dólares percibirán una tasa de interés anual del 2% pagadera semestralmente y su amortización será en 8 cuotas anuales, viendo la luz la primera el 3 de febrero de 2005.
Asimismo, se prevé constituir un mercado para los bonos, tanto bursátil como extrabursátil. Habida cuenta del grado de insolvencia de la Argentina es presumible que el valor de mercado de los títulos no supere el 20 o el 25% de su valor facial, con lo cual el tenedor de un bono por 10 mil dólares si precisa hacerse urgente del líquido (dinero) perderá casi dos tercios de sus ahorros. Lo que significa, en buen romance que los grandes grupos económicos harán un gran negocio pagando migajas. La duda que persiste es si los banqueros aceptarán la demanda de los senadores. Si así no fuera, alguna institución bancaria arderá porque los ahorradores no tolerarán que se vuelva a estafarlos.
Alberto Bastia