El 6 y 7 de Agosto Bolivia y Colombia tendrán En ambos países hay una tradicional alta abstención, fruto de una desconfianza en el sistema. Sin embargo, en Colombia Uribe ganó en primera vuelta con el 53% de los sufragios válidos, mientras que en Bolivia nadie ha llegado si quiera al cuarto de la votación.
Colombia y Bolivia han votado en direcciones opuestas. En los Andes del norte el descontento fue dirigido hacia un proceso de paz que era acusado de no rendir frutos y
Alvaro Uribe ha irrumpido con un mandato claro en favor de imponer mano dura contra la guerrilla colombiana, la más antigua y fuerte del hemisferio.
En el altiplano andino lo que ha crecido es la disatisfacción hacia el modelo neo-liberal que el MNR y Sánchez de Lozada impusieron desde 1985. En la principal nación exportadora de cocaína ha ganado la derecha dura, en la que fuera la principal nación productora de coca quien más ha crecido en los comicios ha sido la izquierda dura.
Si Uribe y Morales llegaran esa misma semana a la presidencia de sus respectivos países se produciría un significativo choque. Morales está la izquierda de Chávez y de Lula. Uribe, en cambio, está a la derecha de la mayor parte de los presidentes de la región. Mientras Uribe pide erradicar forzosamente la producción de la coca y propone la militarización para acabar con la guerrilla, Morales es un cocalero que quiere el libre cultivo y comercialización de dicha hoja, y que trabaja y quiere gobernar con líderes que anteriormente organizaron guerrillas. Mientras Uribe busca la ayuda militar norteamericana, Morales ha dirigido manifestaciones violentas contra la DEA y pide la expulsión de las tropas estadounidenses de su país.
Washington ha lanzado su veto contra un eventual gobierno de Evo. Uribe, por el contrario, aparece como el nuevo presidente más a tono con la nueva cruzada anti-terrorista pregonada por Busch desde el 11 de septiembre. Mientras la salida esencialmente militar se ha venido imponiendo en Afganistán y Palestina, y está ad portas de implementarse en Irak, ésta aún no se había venido desarrollando en relación a los 2 principales conflictos armados al sur de los EEUU (México y Colombia).
Hasta recientemente en Colombia se buscaba implementar una paz como en Irlanda del Norte, en la cual las FARC (tan amigas del IRA) pudiesen irse incorporando a un sistema que previamente debería auto-reformarse. Tras el bombardeo contra los talibanes, fue creciendo el sector que proponía tomar fuertes acciones contra una guerrilla que era acusada de no querer ir hacia el desarme.
La suerte de las montañas afganas, donde se produce el grueso de la heroína internacional, afectaba directamente a lo que pudiese pasar en las montañas colombianas donde se produce la mayor parte de la cocaína consumida globalmente.
Uribe va a construir una de las administraciones más cercanas a la actual doctrina republicana estadounidense. El promete que potenciará a las fuerzas armadas y policiales colombianas, incrementando su número, armamento y presupuesto, y rodeándolas de un millón de informantes y de 200,000 guardias privados que deberán trabajar con ellos.
Mientras Colombia tendrá una administraci> ón fuerte, basada en una mayoría electoral y parlamentaria, y con fuerte apoyo de EEUU, el nuevo gobierno boliviano nacerá debil y jaqueado por movimientos sociales que se sienten fuertes.
Lo más probable es que Sánchez de Lozada vuelva a la presidencia, pero lo hará teniendo que buscar alianzas parlamentarias con fuerzas tradicionalmente enemigas, y teniendo en frente a un ascenso sindical acostumbrado a organizar bloqueos y huelgas radicalizadas. Sánchez deberá hacer conseciones frente a un grueso del electorado que quisiera que el gas (principal riqueza nacional legal) pase a manos públicas. Mientras escribos estas líneas Oruro está en huelga reclamando que se cumpla la desprivatización de la principal mina de su departamento.
Uribe, por lo opuesto, va a continuar con el modelo de libre mercado y de privatizaciones, y la represión anti-terrorista será utilizada para consolidar dicho modelo.
La izquierda colombiana tquedó tercera en las elecciones con poco más del 5%. Los sindicatos allí no son una fuerza mayoritaria. La guerrilla tiene peso en diversas regiones pero no cuenta con una masiva aprobación popular. En Bolivia la izquierda sale de su marginalidad apareciendo a la cabeza de sindicatos muy fuertes y con una masiva base social, particularmente en las comunidades y las grandes urbes andinas.
Uribe apostará por sacar a Colombia de sus crisis eco-social mediante una administración muy dura que derrote a la subversión armada. En Bolivia, es posible que el nuevo presidente no acabe su mandato quinquenal y que el país pueda entrar en un estallido social. La oposición armada colombiana quisiera una revolución a la cubana, aunque en 40 años no ha podido hacerla. La oposición izquierdista boliviana puede llegar a producir un cuadro donde se repita una revolución espontánea como la ocurrida hace 50 Abriles.
Todo apunta a indicar que tanto Bolivia como Colombia tendrán presidentes afines, los mismos que contarán con el beneplácito de Washington y las instituciones internacionales afines. Sin embargo, ellos tendrán nuevos desafíos y si no logran consolidarse existe el peligro que se vuelva a situaciones como las de 1940s donde ambos países conocieron serios estallidos sociales.
Isaac Bigio
Profesor de la London School of Economics