Perú tiene una importancia histórica. Fue el corazón del mayor imperio que haya nacido en el hemisferio sur así como del virreinato español en Sudamérica. Este país, de significativos recursos mineralógicos, agrarios y pesqueros ha sido en los 70 el mayor comprador de armas de Moscú, y en los 90 una de las naciones occidentales más abiertas a Tokio.
Bush llega al Perú por sólo un día, pero ese hecho quiere marcar una especial significancia. La Casa Blanca pretende distanciarse de su anterior papel –haber flirteado hasta casi el final con la dictadura de Fujimori y Montesinos. Bush trata de dar un espaldarazo al nuevo régimen democrático. Toledo es visto con beneplácito por Washington. Simboliza al sueño americano, en el cual un niño lustrabotas se convierte en el primer presidente indio andino en el país que antes fuera el Incario.
Educado en Harvard, Toledo se ha mantenido fiel a las políticas monetarias y diplomáticas de Estados Unidos. Promoviendo a Toledo EU intentan no sólo estabilizar a un país azotado por una hiperrecesión sino también ir reimponiendo su vieja presencia, desplazando gradualmente la significativa influencia que Japón había venido gestando con Fujimori. En el Perú se dice que Toledo debe tratar de potenciarse frente a su pasado (Fujimori) o a su pasado (García). Bush no ve bien a ambos. La Casa Blanca es reacia a Fujimori y no simpatiza con la idea que el Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), que nacionalizó la banca en 1987 y que propuso trabas en el pago de la deuda externa, pueda volver a palacio. EU requieren potenciar a Toledo también contra García, quien hoy encabeza la oposición y puede aparecer como el que ganase las presidenciales en el 2006.
Con la cruzada antiterrorista posterior al 11 de septiembre, Perú representa a un país que logró derrotar a la insurgencia interna con una dura política represiva. Ese modelo es visto con simpatías por sectores halcones en EU, que quieren acabar de una vez por todas con las organizaciones colombianas que son caracterizadas como terroristas.
Ante una ofensiva militar contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) la situación del Perú se torna estratégica. Venezuela ha mostrado cierta predisposición a llegar a acuerdos con las FARC, y éstas y Chávez tienen discursos bolivarianistas.
Tanto Colombia como Perú producen y comercian mucha coca. En la selva central peruana aún hay operativos de un senderismo que viene evolucionando y que empieza a acercarse a las FARC. El congresista peruano Díez Canseco ha denunciado los intentos de crear una base militar del Pentágono en la amazonía de su país. Uno de los ejes de la nueva estrategia norteamericana en la región es el Plan Colombia y éste pasa por una fuerte ofensiva en la retaguardia de las FARC (Perú) así como en aislar a Chávez sindicado de negociar con la guerrilla colombiana.
El Perú viene cobrando especial importancia con los cambios sudamericanos. Argentina está en debacle económica. Brasil es relativamente autónomo y su futuro puede ser incierto en caso de que el Partido de los Trabajadores pudiese ganar los próximos comicios.
Con su visita Bush podría querer compensar al Perú por la compra de aviones de Chile así como evitar una carrera armamentista en la región. En medio de un recrudecimiento de los movimientos sociales campesinos indianistas en México, Ecuador y Bolivia, el Perú aún se mantiene al margen de dicha ola y Toledo puede ser presentado como una vía en la cual un presidente de extracción india puede empezar una serie de reformas por arriba tratando de evitar radicalismos. Mucha atención va a girar en torno al Tratado de Preferencias Arancelarias Andinas (ATPA). Toledo quiere invitar a todos los demás presidentes andinos (excepción de Chávez) a Lima, para poder llegar a un acuerdo con Bush, que permitiese la liberación de tarifas arancelarias en EU en relación a muchos productos de exportación andinos. Algunos sectores, como los industriales textiles, están ilusionados en que ello podría permitir duplicar la producción y los puestos de trabajo en su rubro.
La visita de Bush conducirá a una mayor integración del nuevo gobierno peruano en la nueva estrategia de dureza antiterrorista y liberalización económica que actualmente promueve la Casa Blanca. En el Perú se vienen produciendo una serie de protestas sociales. Casi no hay día en que piquetes de trabajadores protesten ante el Congreso o palacio de gobierno. Algunas localidades del interior han protagonizado paros radicalizados (como Loreto o Chimbote). La visita del ocupante de la Casa Blanca podrá ser motivo para que se preparen algunas marchas. Hace 44 años cuando Nixon, entonces vicepresidente estadounidense, llegó al Perú fue recibido por manifestantes que le arrojaron desechos comestibles.
Isaac Bigio
es profesor e investigador de la London School of Economics & Political Sciences