El martes 4 de noviembre por la tarde, recibí una llamada en mi despacho de una persona que se identificó como productora de una película que tenía por objeto rescatar la figura de un poeta entrerriano ya fallecido. La misma me solicitó diera una entrevista corta para hablar sobre la personalidad del poeta. En principio como es lógico me negué aduciendo que no lo conocía y que consideraba propio recurrieran a algún diputado de esa provincia.
La persona insistió, indicando que ya habían colectado entrevistas de diputados de esa provincia y que querían ampliar con algunos de otras jurisdicciones y como yo soy miembro de la Comisión de Educación me pedían que me prestara, que los datos sobre el poeta Melgarejo los podía encontrar en la página web http://www.freewebs.com/melgarejo. Mientras hablaba por teléfono, abrí la página y me encontré con HUGO LUIS MELGAREJO y su historia. Tanto insistir accedí y les di una entrevista para el miércoles 12 a las 09:30 en mi despacho.
Son de esos compromisos que la gente del interior acepta porque no sabe decir que no, de los que te dejan arrepentido después de colgar, pero a los que hay que responder con responsabilidad, razón por la cual me dediqué un poco a saber de la vida de este buen señor en la página web citada.
No conforme con ello busqué comunicarme con algún Diputado de Entre Ríos y mientras tanto, me comuniqué con mi amiga Blanca, Entrerriana de Concordia, madre de hijos Chaqueños y la llamé preguntándole que sabía de Melgarejo. Blaquita, bastante culta e instruida ella, no lo había escuchado nombrar, si bien me dijo, que podía ser parte de la ignorancia que con humildad siempre aceptamos.
No conforme seguí con los Diputados y la Secretaria de uno, me sugirió llamara a la Secretaría de Cultura del Gobierno de Entre Ríos, dándome gentilmente el teléfono lo que hice. Que curioso allí tampoco sabían nada de Melgarejo.
Me contacté luego con dos Diputados más de esa provincia, los que tampoco sabían ni de la vida ni de la obra del buen Melgarejo, hasta allí inexistente.
No obstante ello, ninguno me aseguraba que no existía. Leí con prolijidad todo el contenido de la página, auspiciada por una hipotética Fundación Melgarejo, la que vi no tenía domicilio ni teléfonos, pero si un listado de autoridades, con lo que me avoqué a buscar los nombres de esas personas en la guía de teléfono, encontrando que ninguno de ellos tenía una línea.
Como es obvio, me di cuenta que intentaban hacerme blanco de una broma, posiblemente ponerme en ridículo para algún programa de televisión, lo que no sería importante en lo personal, pero si ridiculizar la función que ejerzo.
El miércoles por la mañana, cuando llegué a mi despacho, ya estaban dos señores con sus cámaras instaladas a los que informé:
– Señores, no hay nota
– ¿Pero porqué, cual es la Causa?
– Melgarejo no existe, Uds. pretenden sorprenderme en mi buena fe de ayudarlos. Lamento que me haya hecho perder el tiempo.
Llamé a seguridad de la Cámara y solicité que se identificara a las dos personas presentes y que se los acompañaran luego a la salida.