Casi un tercio de las víctimas son inmigrantes. Ellos, al igual que muchos de los 2 millones de peruanos en el exterior, están bajo dos fuegos. Varios de ellos podrían caer en futuros atentados.
Ellos no son sólo víctimas del terror sino de las políticas anti-terroristas y de nuevas reacciones racistas. Las nuevas visas y restricciones inmigratorias les impiden reunirse con familiares o los condenan a una situación irregular. Muchos latinoamericanos sobreviven en el Norte realizando los peores trabajos y con sueldos inferiores al del seguro de desempleo.
Ellos tienen poca voz, ya sea en el país donde residen (y pocos pueden votar) o en sus patrias (donde carecen de representación parlamentaria propia). Su tragedia puede producir una mayor organización y centralización de todos los inmigrantes peruanos y latinos en el mundo industrializado.
Isaac Bigio
Analista Internacional