En este país centroamericano, la población indígena constituye el 48,63% del total y está representada por 23 grupos etno-lingüísticos diferentes, pero permanece subordinada y excluida de los ámbitos de decisión. Prueba de ello es que los indígenas personifican en Guatemala las dos terceras partes de la población pobre y los más bajos índices de escolaridad y analfabetismo (el 66% de los jóvenes de 20 a 29 años no han ido nunca a la escuela).
Cuando está a punto de finalizar el Decenio Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo (1994-2004), proclamado por la UNESCO con el objetivo “reforzar la cooperación internacional para a resolver los problemas que se plantean a las poblaciones indígenas”, éstas se siguen enfrentando a importantes desafíos y graves carencias. FUNDACIÓN INTERVIDA considera apremiante atender las necesidades de la niñez y la juventud indígenas –que suman el 68% del total de indígenas en Guatemala-, cada vez más afectadas por una alarmante pérdida de identidad cultural, como consecuencia de la discriminación y la pobreza de la que son víctimas.
La falta de oportunidades en las áreas rurales es la causa de la continua migración de los jóvenes a los núcleos urbanos. Las opciones que el campo ofrece a las adolescentes indígenas son ser obreras agrícolas o artesanas, obteniendo lo mínimo para sobrevivir. Por su parte, los jóvenes apenas pueden elegir entre seguir siendo obreros agrícolas o campesinos pobres. Esta situación les empuja a ir a la ciudad en busca de nuevas fuentes de ingresos, a través del salario, lo que casi siempre conlleva el abandono de sus tradiciones. El proceso de adaptación a estos nuevos entornos, hace aún más evidente ante los jóvenes indígenas el rechazo social, de modo que optan por renunciar a su identidad de origen, pues entienden que reduce sus posibilidades laborales.
Ante este hecho, INTERVIDA ha puesto en marcha numerosos proyectos desde el sector Cultura de Guatemala con los que pretende reimpulsar y revalorizar la cultura indígena desde la infancia. Una gran parte de este trabajo se está realizado desde los cinco Centros Culturales que la organización gestiona Momostenango, La Esperanza, Santa Lucía Utatlán, Santo Tomás La Unión y La Democracia, beneficiando a una población de 180.000 habitantes, de los cuales unos 110.000 son jóvenes indígenas menores de 24 años. Aquí se les brinda la posibilidad de acceder, entre otras opciones, a las bibliotecas, al cineclub y a los talleres de informática –el objetivo de éstos es que las comunidades conozcan las nuevas tecnologías de la información y que vean en ellas una herramienta para difundir su cultura en otros países-. También se han organizado exposiciones fotográficas como ‘Mujeres del área rural’ – con especial atención a la igualdad de género – y diferentes exposiciones coordinadas con artesanos de madera, bambú, cerámica y textiles, por mencionar sólo algunas.
INTERVIDA presta también su apoyo a los nuevos grupos artísticos integrados por niños y jóvenes, que interpretan conciertos con instrumentos musicales autóctonos como el tum, marimba y chirimía. Además, a través del Festival del Arte y la Cultura, ha promocionado en el último año a 153 chicos con habilidades artísticas en dibujo y pintura, música y teatro popular. Asimismo, los equipos de INTERVIDA han iniciado en 65 escuelas un programa para promover la diversidad cultural, que beneficia a 15.621 niños y niñas de nivel preprimario y primario, a 468 docentes y a los padres de los alumnos. El objetivo es desarrollar una educación intercultural que preserve y valore las raíces étnicas de cada persona. Para ello, se han diseñado varios juegos educativos que transmiten conocimientos sobre tradiciones, mitos, leyendas, lugares sagrados… Esta labor formativa se complementa con otras actividades dirigidas a los padres, con el fin de promover cambios de actitud hacia la cultura desde la familia.
No obstante, a pesar de las condiciones adversas que rodean a los jóvenes indígenas, FUNDACIÓN INTERVIDA destaca como factores positivos que muchos de ellos han iniciado o participan en movimientos que reclaman la recuperación de sus valores culturales. También se ha incrementado significativamente el acceso de este grupo social a los estudios secundarios y universitarios, si bien en las zonas rurales estos fenómenos son todavía excepcionales.