El primer debate entre Kerry y Bush se dio en La Florida, un estado con nombre, historia y gran cantidad de población hispanos. Mas, en éste se eludió por completo a América Latina, pese a que la discusión giró en torno a política exterior.
Más importancia se le ha dado a Israel, un pequeño país al cual ambos candidatos cortejan y reivindican gran parte de su política de choque con el mar árabe que le rodea.
Kerry acusaba a Bush de haber deteriorado las relaciones con aliados tradicionales como Francia o Alemania, mientras que Bush intenta demostrar que la política exterior de su rival pone en mala situación a quienes le secundaron en la guerra iraquí, tales como Blair, Howard o Allawi. No obstante, ninguno de ellos mencionó a un solo jefe de estado latinoamericano.
El ‘patio trasero’ no merece mayor atención en el debate presidencial sobre relaciones exteriores. En éste no se tocaron temas como el ALCA, las relaciones con el vecino México, la intervención de fuerzas norteamericanas en el Plan Colombia, la violencia rural desde Chiapas al Chapare, Venezuela (pese a ser uno de los mayores proveedores de energía de EEUU), el intento de Brasil de liderar un bloque sudamericano, la reciente catástrofe en Haití o la deuda externa latina.
En el debate de La Florida ni si quiera se abordó el tema Cuba, pese a que en ese Estado vive casi medio millón de personas que salieron de dicha isla y a que anteriormente esa cuestión fue, como en la época de Kennedy, el eje de la política externa de Washington.
En cuanto al continente negro sólo se discutió brevemente el caso de Sudán. Ambos candidatos calificaron la matanza de más de 50,000 civiles en Dafur como un ‘genocidio’ pero los dos se negaron a enviar tropas allí. Washington no ha destinado destacamentos al Africa central, pese a que en los últimos 10 años las peores masacres del globo se han producido en los Congos, Ruanda y Burundi (donde se calcula unos 5 millones de civiles asesinados).
El problema es que esta zona no produce mayores riquezas minerales. En Iraq y en la periferia de Afganistán hay oro negro. En cambio en la zona donde se vienen produciendo los peores holocaustos hay ‘negros sin oro’.
El centro de la política exterior de ambos contendientes está en que hacer con el Medio Oriente o frente a países contestatarios que pueden poseer armas de destrucción masivas. La diferencia está en que Bush insiste en que la mejor manera de combatir el ‘peligro terrorista’ es estando constantemente a la ofensiva atacando diversos rivales. Kerry, quien inicialmente votó a favor de la invasión a Iraq, representa un sector de las corporaciones que teme que esa política dura ha diversificado los frentes de batalla permitiendo que Bin Laden se escape y ahora su movimiento aparezca con más fuerzas mientras se ha debilitado la relación con aliados históricos.
Para Kerry el ataque a Bagdad fue un error pues no había armas de destrucción masivas o lazos entre Saddam y Al Qaeda. Gracias a dicha ‘aventura’ el ‘terrorismo islámico’ ha conseguido nuevos argumentos y reclutas y se ha permitido que Corea del Norte e Irán se rearmen. Este último ha sabido beneficiarse de las dos guerras a sus vecinos Iraq y Afganistán. La intervención anglo-americana depuso a dos regímenes enemigos y ha permitido que grupos armados chiítas y pro-Irán entren a las coaliciones gubernamentales en Bagdad y Kabul. Bush insiste en que la guerra iraquí permitió un mundo menos peligroso al librarse de su archi-rival Hussein y al obligar luego a Libia a rendir su arsenal bio-químico.
Las menciones a Latino América se dan solo como ejemplos de lo que se pudo o no haber hecho en Iraq. Para Kerry haber bombardeado Bagdad después del 11-S es como haber atacado México después de Pearl Harbor.
En 1941 México tenía un gobierno nacionalista que estatizó el petróleo. La mención de Kerry es importante pues para él había que concentrarse en dar con un solo enemigo (Al Qaeda) y a los regímenes nacionalistas basados en hidrocarburos habría que irlos ‘domesticando’ pero sin invadirlos. Esto podría traducirse en una línea distinta ante Venezuela.
Los discursos tan intervensionistas de diplomáticos norteamericanos pidiendo apoyar la remoción de Chávez y la posibilidad de financiar golpistas venezolanos podrían ser cambiada por Kerry a favor de una línea de presión sobre Caracas. Esta dinámica sería aplicada a la región. En el caso Cuba los demócratas buscarían forzar a una mayor apertura antes que buscar el derrocamiento de Castro, una posición que viene ganando eco en la emigración cubana en EEUU. La mayoría de los jóvenes y nuevos emigrados cubanos en La Florida tiende a distanciarse de los líderes anticomunistas duros.
En cuanto al ALCA Kerry, y sobre todo su vice Edwards, son más propensos a presiones proteccionistas. Es posible que ellos no quieren hacer las mismas concesiones al libre mercado hechas por Bush ante Centroamérica y Chile. Mas, es probable que los demócratas adopten una actitud de intromisión menos abierta en el ‘patio trasero’.
Los latinos seguirán siendo un asunto de relativa menor importancia para la Casa Blanca. Un posible recambio en Washington podría evitar un intervensionismo menos agudo en la región a cambio de reducir aperturas de su mercado hacia exportaciones sud y centro americanas.
Isaac Bigio
Analista Internacional