INTERVIDA decidió apostar por este proyecto por varias razones. En primer lugar, en Bolivia el porcentaje de personas con acceso a la electricidad es muy bajo, situación que se agrava en las comunidades rurales con sólo un 24,72% de la población electrificadas, es decir, unas 575.000 familias sin este servicio. Por otro lado, las empresas eléctricas no suelen invertir en estos proyectos porque les suponen una elevada inversión financiera y muy pocos beneficios. De ahí la importancia del trabajo de INTERVIDA, que pretende elevar la calidad de vida de estas personas y a la vez combatir la elevada migración a las ciudades.
La llegada de la electricidad ha cambiado la vida de las personas de las comunidades beneficiadas. Entre otras ventajas, han podido sustituir en un 100% el uso de las velas y mecheros de keroseno (foco de peligrosidad al ser casas construidas de adobe y paja); los niños disponen de más tiempo de luz para estudiar y leer; se puede cocinar por la noche con mayor seguridad; y las escuelas cuentan con luz para preparar sus clases nocturnas. Ahora el reto de INTERVIDA es utilizar la electricidad para que estas comunidades aumenten sus ingresos.
La energía fotovoltaica consiste, explicado en términos muy sencillos, en la utilización de la luz solar para producir electricidad. Sus posibilidades son muy amplias en el altiplano boliviano, ya que la cantidad de radiación solar es de las más altas del mundo -tanto en potencia como en energía- porque los cielos están casi siempre despejados a 4.400 metros de altitud. Esta circunstancia hace muy adecuado el uso de paneles solares fotovoltaicos.