Hijo de un profesor de ingeniería y en ocasiones predicador escolar los domingos, Kinsey se rebela contra la rígida devoción de su hogar, y atraído por el mundo de los sentidos, se convierte en un zoologista de Harvard especializado en el estudio de una especie de avispas. Tras haber sido contratado para enseñar biología en la Universidad de Indiana, Kinsey conoce y se casa con Clara McMillen, una brillante estudiante liberal. Durante el curso, descubre una falta asombrosa de datos científicos en la conducta sexual. Cuando algún alumno le busca para pedirle consejo sobre alguna inquietud o problema sexual, se da cuenta que nadie ha realizado el estudio clínico que produciría respuestas fiables a sus preguntas.
El ganador del Oscar de la Academia Bill Condon (DIOSES Y MONSTRUOS) gira el objetivo esta vez hacia Alfred Kinsey en el retrato de un hombre destinado a descubrir los secretos más privados de una nación. Todo lo que para Kinsey empieza como un intento científico, pronto conllevará una relevancia personal intensa que al final se convertirá en un viaje inesperado hacia el misterio de la conducta humana.
Liam Neeson interpreta a Kinsey, quien, en 1948 cambió irrevocablemente la cultura americana con su libro “La Conducta Sexual del Hombre”. Entrevistó a miles de personas acerca de los aspectos más íntimos de sus vidas, liberándoles de una carga de confidencialidad y vergüenza en una sociedad en la que las prácticas sexuales estaban mayoritariamente escondidas. Su trabajo provocó uno de los debates culturales más intensos del siglo pasado, cuyas llamas todavía perduran hoy.
Utilizando la técnica de sus propias entrevistas de sexo, KINSEY relata el extraordinario trayecto desde la oscuridad a la fama mundial. Alfred Kinsey es hijo de un profesor de ingeniería y ocasional predicador escolar (John Lithgow.) Kinsey se rebela contra la rígida devoción de su hogar y, atraído por el mundo de los sentidos, se convierte en un zoologista de Harvard especializado en el estudio de una especie de avispas.
Tras haber sido contratado para enseñar biología en la universidad de Indiana, Kinsey conoce y se casa con Clara McMillen (Laura Linney), una brillante estudiante liberal. Durante el curso, descubre una falta asombrosa de datos científicos sobre la conducta sexual. Cuando algún alumno le busca para pedirle consejo sobre alguna inquietud o problema sexual, se da cuenta de que nadie ha realizado el estudio clínico que daría respuestas fiables a sus preguntas.
Inspirado para explorar el siempre cargado de emociones tema del sexo desde un punto de vista estrictamente científico, Kinsey contrata a un equipo de investigadores que incluye a Clyde Martin (Peter Sarsgaard), Wardell Pomeroy (Chris O´Donnell) y Paul Gebhard (Timothy Hutton). Con el tiempo perfeccionan una técnica de entrevistas que ayuda a la gente a superar sus penas, miedos y sentido de culpabilidad permitiéndoles así hablar libremente sobre sus historias sexuales. Kinsey intenta también crear un ambiente sexual abierto entre su equipo y sus esposas, animándoles a relaciones extra-matrimoniales e intercambios de parejas, años antes de la revolución sexual de los sesenta.
Cuando Kinsey publica su estudio del Hombre en 1948, la prensa compara ese impacto al de la bomba atómica. Kinsey pronto accede a ser portada de cada gran publicación, y se convierte en tema de canciones y dibujos animados, editoriales y sermones. Cuando el país entra en la más paranoica era de la Guerra Fría de los años 50, la segunda parte del estudio de Kinsey -esta vez sobre la mujer-, es visto como un ataque a los valores básicos de América. Este escándalo y el desprecio hacen que los benefactores de Kinsey le abandonen al mismo tiempo que su salud empieza a deteriorarse. A la vez, los celos y la amargura causados por el intento de Kinsey de crear una utopía sexual privada, amenazan con destrozar el equipo de investigación exponiéndolo a un escrutinio poco grato.
Antes de su muerte en 1956, Kinsey pasa sus últimos días intentando en vano asegurar sus finanzas. Teme que su vida laboral haya sido un fracaso, pero con motivo de una entrevista final ve el efecto positivo que causó y empieza a entender que la pregunta básica de dónde termina el sexo y empieza el amor nunca podrá ser contestada al completo por la ciencia.
KINSEY está escrita y dirigida por Bill Condon, y protagonizada por Liam Neeson, Laura Linney, Chris O´Donnell, Peter Sarsgaard, Timothy Hutton, John Lithgow, Tim Curry, Oliver Platt y Dylan Baker. Gail Mutrux es la productora, con Michael Kuhn, Francis Ford Coppola, Bobby Rock y Kirk D´Amico como productores ejecutivos. Richard Guay es el coproductor.
LA GENESIS DE KINSEY
El 5 de enero de 1948 la cultura americana cambió irrevocablemente. Ese fue el día en que W.B. Saunders, un aburrido y conservador editor de temas de medicina publicó “La Conducta Sexual del Hombre” y, en cierto modo, ese fue el día en que América empezó a hablar de sexo. El libro no sólo fue un número 1 en ventas y una sensación para los medios de comunicación, sino también la chispa que más tarde haría estallar la revolución sexual de los 60 y pondría en marcha una tolerancia sexual que iría en aumento en las próximas décadas. Por entonces Kinsey fue llamado el “Freud Americano” y comparado con otros científicos pioneros como Galileo y Darwin.
Antes del libro de Kinsey, el sexo, uno de los elementos más vitales de la conducta humana, simplemente no había sido estudiado por investigadores serios. ¿Por qué – él se preguntaba – la gente era tan ignorante y silenciosa frente a un aspecto mayor en la existencia humana? Impulsado por una curiosidad feroz y por una necesidad emocional profundamente arraigada, Kinsey abrió un nuevo mundo de exploración humana. Después de la publicación de su libro, una nación despertó. Todavía hoy, las preguntas que Kinsey realizó sobre el porqué y en especial cómo anhelamos la privacidad, son tan polémicas, fascinantes y relevantes como entonces.
Por este motivo el escritor y director Bill Condon aceptaron el reto planteado por la productora Gail Mutrux, la cual había estado buscando al director ideal para desarrollar la vida de Alfred C. Kinsey. “Kinsey cambió la manera de pensar en el sexo y de la manera que hablamos de ello en América, aunque como hombre ha sido mayoritariamente olvidado,” dice Condon. “Detrás de todos los avances y polémicas, había una idea básica que no estoy seguro de que la gente oyera claramente entonces. Después de haberse pasado veinte años alrededor de un millón de insectos, Kinsey descubrió que ninguna de estas minúsculas criaturas era idéntica a otra. Tomó este concepto biológico de variación individual y lo aplicó a la sexualidad humana. Kinsey fue el primero en decir que la formación sexual de cada persona es única, y que por lo tanto el termino “normal” carece de importancia cuando se trata de sexualidad humana. Sólo existen “común” y “poco frecuente”. Esta es, todavía hoy, una noción radical.”
Cuanto más leía Condon sobre Kinsey, más se daba cuenta de que su impulso a explorar el sexo bajo un concepto estrictamente científico poseía una dimensión personal extrema. Lo que le impresionó a Condon en particular fue como esos dos aspectos de la mente de Kinsey estaban enmarañadamente vinculados. “Una trampa potencial cuando se hacen películas biográficas es la tendencia a que el drama personal ensombrezca los logros del argumento,” observa Condon. “Enfatizar las crisis y las luchas privadas puede disminuir la figura que causa la atención del público en primer lugar. Lo que me atrajo de Alfred Kinsey fue la conexión íntima entre su vida personal y su proyecto científico.” Respecto a James Whale, el tema de la película previa de Condon DIOSES Y MONSTRUOS “la vida y trabajo de Kinsey son en verdad una sola cosa.”
Durante su vida, Kinsey fue una figura extremadamente polémica y así permanece hoy. Los cineastas decidieron que la única manera de acercarse a esta historia fuera bajo el prisma de Kinsey: completamente franco, inquisitivo, y sin juzgar a nadie. “He encontrado que la película actúa como un tipo de test sobre las ideas de uno mismo acerca de la sexualidad,” comenta Condon. “Kinsey era un hombre complejo y de alguna manera imperfecto, sin solución. Pensé que era importante presentarlo todo y dejar que la gente formase su propia opinión.”
Condon se pasó unos seis meses investigando, leyendo historias, los propios escritos de Kinsey, material contemporáneo relacionado y ni más ni menos que cuatro biografías, en particular la elogiada “El Sexo lo Mide Todo: Una Vida de Alfred C. Kinsey”, de Jonathan Gathone-Hardy. Condon nos cuenta que la versión oficial de la vida de Kinsey es menos interesante y fascinante que la historia personal que Jonathan pudo descubrir.
Condon también fue al instituto de Kinsey en Indiana y entrevistó a muchísima gente que le había conocido y trabajado con él. “Una de las personas con las que hablé era un hombre llamado Clarence Tripp, que había estado implicado en el proyecto de Kinsey una vez que se publicó el volumen del hombre,” apunta Condon. “Tripp fue uno de los principales fotógrafos que Kinsey utilizó en las partes filmadas de su investigación. Era su protegido y más tarde se convertiría en un autor destacado por derecho propio. Era comunicativo en todo y lleno de historias interesantes.”
Todavía viven dos de los tres miembros del equipo de investigación de Kinsey: Clyde Martin (interpretado por Peter Sarsgaard) y Paul Gebhard (interpretado por Chris O´Donnell). “Gebhard tiene mas de ochenta años pero sigue absolutamente despierto,” comenta Condon. “Es un personaje extraordinario. Tuve que preguntarle por asuntos delicados como por ejemplo el sexo abierto que existía entre los miembros del equipo, cómo sucedió, cuáles eran los detalles y me respondió con la misma naturalidad que si le hubiese preguntado que había almorzado”. La esposa de Kinsey, Clara (“Mac”), murió en 1982 pero Condon tuvo la oportunidad de ver a dos de sus nietas. “Se parecen tantísimo a ella,” dice “que tengo un perfecto sentido de su carácter. Realmente sigue viva a través de las historias que cuentan.”
Cuando Condon empezó a escribir el guión cogió todos los hechos y recuerdos que había acumulado e intentó juntarlos de una manera que pasaran a ser más que la suma de las partes. Antes que nada quería evitar la típica convención sentimental de las películas biográficas y crear algo más dinámico. Kinsey describía sus famosas entrevistas sexuales como prismasque revelaban el pasado de una persona y Condon diseñó su película para que actuara como un caleidoscopio que reflejara muchas facetas tanto de un hombre como de una cambiante actitud sexual de una sociedad.
“Para mí, una de las cosas más extraordinarias de Kinsey es que era un genio a la hora de conseguir que la gente se abriera en los aspectos más íntimos de su vida”, explica Condon. “Pensé que sería interesante utilizar esta técnica de entrevista en la biografía personal de Kinsey.” Para Condon KINSEY pronto se convirtió en lo que él llama “el súmum de los bustos parlantes. Después de todo ese fue su gran logro, el estar sentado delante de una gente puestos de uno en uno y hacerles hablar.”
Cuando salió el primer borrador de Condon, la productora Gail Mutrux estaba contentísima por cómo había resuelto una vida compleja en una experiencia compacta y con entretenimiento. Mutrux había trabajado previamente en películas de éxito basadas en biografías como QUIZ SHOW (EL DILEMA) y DONNIE BRASCO, así que ya conocía el matiz de aproximación necesario para convertir vidas reales en experiencias cinematográficas. “Me fascinó el guión de Bill que presenta a un hombre que fue vital en la cultura americana de una manera tan equilibrada,” comenta. “Lo que es maravilloso y poco común es que la historia no plantea ningún juicio final sobre Kinsey o su trabajo, simplemente presenta su vida y lo que sucede a su alrededor, dejando al público abandonar la sala con sus propios sentimientos hacia el hombre y su efecto sobre el mundo.
¿QUIÉN FUE ALFRED C. KINSEY?: UN MANUAL BÁSICO SOBRE SU VIDA Y TIEMPOS
Alfred Charles Kinsey, cuyo nombre llegó a ser sinónimo de sexo, nació en 1894 en medio de una América victoriana que mantenía toda conversación, y a menudo incluso pensamientos, sobre el cuerpo y sus deseos encerrados estrictamente bajo llave. Su padre, un severo metodista, profesor de escuela e ingeniero, enseñó a Kinsey que una sociedad moderna sexualmente conduciría inexorablemente a la caída de la moralidad humana. Aunque su padre deseaba que él siguiera sus pasos, Kinsey fue desde el principio un espíritu libre y rebelde. Contra las exigencias de su padre, acudió al Bordoin College para estudiar biología y psicología, se graduó magna cum laude en 1916 y realizó un Doctorado de Ciencias en taxonomía en Harvard. En agosto de 1920 Kinsey se trasladó a la universidad de Indiana como profesor ayudante de zoología, aunque pocos habrían imaginado el giro rotundo que se produciría cuando empezó a estudiar lo que él llamó “ el animal humano.”
Kinsey pronto pasó a ser distinguido por sus estudios en taxonomía y sobre la evolución. Durante los primeros 20 años de su carrera llegó a ser el experto más destacado en una especie determinada de insectos, un tipo de avispa que no pica y es de tamaño parecido al de una hormiga. Recopiló la colección más grande del mundo sobre este insecto, que hoy se puede ver en el Museo Americano de Historia Natural.
En Indiana Kinsey conoció a Clara Bracken McMillen, una brillante estudiante de farmacia que compartía su interés en la evolución del insecto, de la que se enamoró y con quien se casó rápidamente. En 1938, en respuesta a las exigencias de los estudiantes sobre una educación sexual de verdad, Kinsey empezó a impartir un curso matrimonial centradp de forma valiente en los aspectos sexuales de la pareja. Las clases llegaron a ser de lo más popular y los alumnos comenzaron a pedir consejos sexuales. Incapaz de responder a muchas de sus urgentes cuestiones o inquietudes, y todavía recuperándose de su propia confusión sobre el sexo, Kinsey se percató del poco conocimiento que había sobre la conducta sexual humana.
Con el mismo fervor que mantuvo con su estudio entomológico de los insectos, Kinsey se dedicó a estudiar la sexualidad humana siendo pionero en un campo que estaba esencialmente ausente en América. Kinsey reunió a un equipo de investigación que sacara “historias de sexo” y elaborara entrevistas cuyo objetivo era el de llegar hasta la raíz de lo que la gente hacía en sus dormitorios. En los años cuarenta había abierto el Instituto para el Estudio del Sexo (que se renombró como el Instituto Kinsey) en el campus de la universidad de Indiana y empezó a reunir datos para un libro que capitalizó la prestigiosa Fundación Rockefeller.
Kinsey empezó a recopilar las historias de sexo de sus alumnos, de sus colegas, y más tarde de toda la gente a la que podía convencer de participar en el estudio en lugares que iban desde bares de homosexuales hasta barrios en los suburbios, con la esperanza de almacenar muestras lo más diversas posibles. A través de un proceso de investigación Kinsey desarrolló un cuestionario y una técnica de entrevistas única que lograron definir más de 200 diferentes tipos de conducta sexual. Sus investigadores estaban entrenados para ser simpáticos, alegres y a mostrarse completamente indiferentes a lo que oyeran, por muy impactante o sorprendente que fuera. Esto permitía a los participantes compartir sus más íntimos secretos. Una vez las entrevistas estuvieron completas, los datos recopilados fueron analizados en un primitivo ordenador.
El año 1948 apareció publicada su obra “La Conducta Sexual del Hombre”, que vendió su primera tirada de 25.000 ejemplares en pocos días. En meses se habían vendido unas 200.000 copias, lo que parecía un logro imposible para un tomo académico, siendo traducido a ocho idiomas, lo que demostró el apetito mundial de información sexual. Las revelaciones del libro eran incalculables. El estudio insinuó que entre el 67 y el 98 por ciento de los hombres tuvo relaciones sexuales antes de casarse, dependiendo de la clase social; que el 50 por ciento mantuvo asuntos extra-matrimoniales, que un 92 por ciento de hombres admitían que se masturbaban, y que un 37 por ciento de hombres americanos sostuvieron al menos una experiencia homosexual.
Las respuestas significaron una mezcla de impacto, exasperación y celebración al liberar esa información callada tanto tiempo. El profesor, que iba siempre con pajarita, pasó a ser de forma rápida una leyenda y popular en todos los hogares de América. Su esposa Clara también acudió al ruedo de los medios de comunicación y memorablemente dijo a la revista Mc Call´s que el trabajo de su marido representaba “un ruego silencioso a la tolerancia.”
Cinco años más tarde Kinsey publicó el volumen compañero “La Conducta Sexual de la Mujer”, que señaló resultados similares. Esta vez la reacción fue totalmente diferente. A diferencia del libro del hombre, que fue mayoritariamente admirado, el libro sobre mujeres fue atacado. Al parecer América no estaba preparada para que Kinsey revelara que un 62% de mujeres confesaran masturbarse, que casi un 50% de mujeres prometidas practicaban sexo en el periodo prematrimonial y que un 26% reconociera tener relaciones extra-matrimoniales, entre otros escándalos. Estas eran después de todo las madres y futuras madres de América en 1953.
Como consecuencia Kinsey llegó a convertirse en un paria cultural y científico. El reverendo Billy Graham predicó en contra de su efecto en la pureza moral. Investigadores congresistas, en lo que entonces era la Era McCarthy, sugirieron que Kinsey podría haber sido influenciado por los comunistas y formar parte de un complot para debilitar los valores de América. La Fundación Rockefeller cesó su manutención y Kinsey perdió sus becas académicas. Estas batallas pasaron factura y en agosto de 1956 Kinsey murió de un ataque al corazón.
Si Kinsey hubiera sobrevivido hubiese visto, una década mas tarde, a William Masters y Virginia Johnson publicar su propio estudio puntal “La Respuesta Sexual del Humano” (1966), que volvió a definir con detalle la sexualidad como una característica del ser humano, saludable y de compleja individualidad. A finales de los 60 y principios de los 70 Estados Unidos fue consciente de la revolución sexual y millones de estudiantes de universidad e instituto, asistieron a los cursos de educación sexual que Kinsey había liderado décadas anteriores.
Hoy la polémica sobre Kinsey y sus informes siguen sacando humo, incitando debates sobre temas de importancia que están en juego en la sociedad americana, y que abarcan desde la educación sexual a los derechos de los gays. En este ambiente caldeado, tanto sus estudios como el hombre en sí mismo, son atacados. Uno de los aspectos más polémicos de la historia de Kinsey, es la acusación de que hubiera podido estar involucrado en un estudio sexual ilegal sobre niños. La verdad es que no hay prueba alguna de que esto exista. John Bancroft, el Director del Instituto Kinsey, dijo: «Desde mi primer día como Director del Instituto en 1995 fui enfrentado a semejantes alegatos y a la necesidad de rebatirlos. Kinsey nunca llevo a cabo ningún experimento sobre las respuestas sexuales de los niños; ni siquiera contrató o entrenó a nadie para que lo hiciera por él.”
Sin embargo, tal como es mostrado en la película, Kinsey entrevista a pedófilos, con todo el esfuerzo, para obtener información sobre un aspecto de la sexualidad humana que previamente había sido ignorado. La aparente fuente de muchos de sus datos publicados provenía de un hombre que había guardado notas detalladas de un extenso numero de encuentros sexuales, alguno de ellos con niños. Ahora, los colegas científicos y los historiadores reflexionan y consideran positivamente el valor científico de esos datos, pero Kinsey se mostró dispuesto a averiguar de donde provenía la información de forma controvertida y a tener su propia opinión con respeto a porqué eligió utilizarla.
Los informes y técnicas de Kinsey permanecen como un relámpago que atrae tormentas de debates. Un pequeño pero ruidoso grupo vocal de activistas conservadores utiliza a Kinsey y su legado como conejillo de indias en sus intentos de bloquear la financiación de los programas de educación sexual y estudios sexológicos importantes. Como Kinsey hizo pasar a una nueva era de conocimiento sexual, sus oponentes lo ven como el representante de todo lo que es moralmente corrupto en la sociedad contemporánea. Las donaciones para estudios académicos recientes, incluido algunos con profundas implicaciones para la salud pública, han sido amenazadas y el nombre de Kinsey es usado para justificar la oposición.
Hasta ahora nadie ha repetido el extraordinario estudio de Kinsey a tan gran escala o demostrado que sus principales conclusiones eran erróneas. Mientras tanto, el instituto que fundó en la Universidad de Indiana, renombrado Instituto Kinsey para el Estudio del Sexo, Genero y Reproducción ( http://www.indiana.edu/~kinsey/), sigue llevando a cabo un estudio científico en un campo que en absoluto hubiese existido sin Kinsey.
Año 2004, Biográfico, 118 min. color, idioma Inglés, por clasificar. EE.UU.
Ficha artística:
- Alfred Kinsey: Liam Neeson
Clara Kinsey: Laura Linney
Clyde Martin: Peter Sarsgaard
Wardell Pomeroy: Chris O´donnell
Paul Gebhard: Timothy Hutton
Alfred Sequine Kinsey: John Lithgow
Thurman Rice: Tim Curry
Herman Wells: Oliver Platt
Alan Gregg: Dylan Baker
Entrevistadora: Lynn Redgrave
Alice Martin: Julianne Nicholson
Kenneth Braun: William Sadler
Ficha técnica:
- Director: Bill Condon
Montaje: Virginia Katz
Productor: Gail Mutrux
Guión: Bill Condon
Productor Ejecutivo: Francis ford Coppola
Productor Ejecutivo: Kirk d´ Amico
Productor Ejecutivo: Michael Kuhn
Productor Ejecutivo: Bobby Rock
Música: Carter Burwell
Director de Fotografía: Frederick Elmes
Director Artístico: Nicholas Lundy
Diseño de Producción: Richard Sherman
Co-Productor: Richard Guay
Vestuario: Bruce Finlayson